“Monte de silencios” de Alicia Barberis

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“Monte de silencios” de Alicia Barberis

22 Julio 2018

Por Analía Ávila

 

La escritora santafecina Alicia Barberis es una reconocida autora de literatura infantil y juvenil con más de 30 libros publicados. Entre sus obras más destacadas están Cruzar la noche (1996), El infierno de los vivos (2013) y Diario de un fantasma (2014). Además es narradora oral y desde 2012 coordina “Lectobús. Lectura en movimiento”, un proyecto de promoción de la lectura para el público infantil y juvenil de su provincia. En 2016 publicó Pozo ciego, su primera novela para el público adulto.

Monte de silencios es un gran trabajo de investigación que este año publicó editorial Colihue. “La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido” (Milan Kundera), es uno de los epígrafes que introduce la lectura del libro. El gesto de Alicia es reconstruir y rescatar del olvido una historia silenciada y tergiversada. La novela tiene personajes de ficción pero en un contexto de hechos reales, con una narración que transcurre entre el pasado y el presente.

Barberis narra a través de las voces de cuatro generaciones de mujeres: Dominga, cuya historia en el monte sucede entre 1935 y 1940; su hija Amanda, en el pueblo, entre 1943 y 1954; Elena, que protagoniza un capítulo en el contexto de la dictadura militar en 1976. Y la voz de Emi, hija de Elena, se sitúa más cercana, en 2016, con la búsqueda de su historia familiar. Esta elección de las protagonistas visibiliza las voces femeninas que estaban olvidadas. También hay un rescate de las obreras y sindicalistas. “¿Y la Ramona Medina? En el 34 ya andaba peleando codo a codo con los hombres. Las muchachas del taller de confección también son obreras. Las mujeres ya no se quedan en su casa”, manifiesta Antonio, uno de los personajes.

La escritora entrecruza las historias de amor  y secretos de familia con la trama de La Forestal, compañía inglesa que destruyó un millón y medio de hectáreas de quebrachales en el Chaco Austral (norte de Santa Fe, sur del Chaco y noreste de Santiago del Estero) a principios del siglo XX. En el Epílogo de la novela se resume la historia de esta empresa que fundó un Estado dentro de otro Estado y que actuó con la complicidad de distintos gobiernos. La Forestal levantó un verdadero imperio con las fábricas de producción de tanino para curtir cueros, mediante la pulverización de troncos de quebracho convertidos en aserrín.

Los hacheros trabajaban 16 horas diarias en condiciones infrahumanas, desnutridos, expuestos a enfermedades, en viviendas precarias y con vales como forma de pago. En 1919 se organizaron para cambiar sus condiciones de trabajo y se produjo una gran huelga con el triunfo de los trabajadores. Luego de persecuciones y la represión de la Gendarmería Volante, financiada por la propia empresa, en 1921 asesinaron a 600 obreros. La firma se retiró del país a mediados de los años sesenta y dejó graves consecuencias. Santa Fe perdió casi el 90 por ciento de sus montes y miles de personas tuvieron que abandonar sus pueblos, dejando ruinas de edificios y fábricas.

 

 

Algunos de los lugares donde transcurre la historia son Villa Ana, Villa Guillermina y La Gallareta. Se hace un recorrido histórico con las primeras huelgas de obreros, la creación de los primeros sindicatos, las luchas políticas de los años cuarenta y de los setenta, y las marcas que eso dejó. El color  del quebracho rojo se replica en la novela con la luna roja del monte, la sangre de los obreros reprimidos, una “biblioteca roja” anarquista y el tanino al que llamaban “oro rojo”.

Para construir su relato la escritora viajó a los pueblos y entrevistó a los sobrevivientes y a familiares de los trabajadores. Alicia también hizo un blog (https://montedesilencios.blogspot.com/p/fotos-de-epoca.html) donde se puede profundizar en los testimonios, con fotos de archivo, actuales y recomendaciones de libros y películas sobre el tema. Entre la bibliografía consultada se destaca una nota de Osvaldo Bayer, “En los caminos vacíos de La Forestal”, publicada en Página 12 en 2001 y el artículo “Las ciudades fantasmas “de Rodolfo Walsh, publicado en la revista Georama en 1969, se transcribe a continuación el fragmento final: 

 “(…) La fábrica de tanino de Villa Ana no fue la primera, ni la última, ni la más importante entre las plantas de La Forestal clausuradas en los últimos veinte años. Pero ninguna dejó un testimonio tan impresionante de la caída de un imperio. A su alrededor, el pueblo agoniza desde 1957. Sus nueve mil habitantes se redujeron a tres mil. Diez mil hacheros de la zona emigraron o cayeron en primitivas formas de subsistencia. 

(…) Sobre la plaza, en una esquina, la puerta del único hotel permanece inexorablemente cerrada. Nada se mueve bajo el abrasador sol de la siesta. Un potrero donde pastan los caballos fue pista de aterrizaje; la cancha de golf donde se jugaron torneos internacionales ha sido removida por el arado. "Aquí vino la reina de Inglaterra", dice una voz que también parece ausente. Y ella misma contesta: 

-Vivimos de recuerdos.

 De los recuerdos más bien se muere, pero le voy a contar una cosa insignificante. No vale la pena que la anote. Yo tenía nueve años y estaba muerto de sueño, esperando que empezara el cine. Papá y mamá también, y todo el pueblo inquieto, porque era la época en que se alzaron los hacheros. Hasta que entró el gerente y se apagaron las luces. El cine empezaba cuando llegaba el gerente de La Forestal”.

 

MONTE DE SILENCIOS