Más vidas de Lee Miller: Destino

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Más vidas de Lee Miller: Destino

14 Octubre 2017

 

Por Martín Massad

Lee miller inició su carrera como modelo, fue tapa de las revistas más importantes de la época como Vogue. Su belleza fue un ícono de las épocas por las que transitó. Fue fotógrafa y aprendió el oficio de la lente de Man Ray. Su vida no se limitó ahí, entonces tomó imágenes sobrecogedoras en el campo de concentración de Dachau tras la liberación de los aliados en la segunda guerra mundial. También fue cronistas de las atrocidades del conflicto bélico.

Su vida amorosa fue de Estados Unidos a Europa y Egipto como corolario de su vida itinerante. Fue parte de la vanguardia de la mitad del siglo pasado. Conoció a Picasso y a los grandes artistas de la época. Tuvo un hijo y terminó su vida alejada de toda fama.

Destino

Era un hotel del suburbio de Paris. Era el lugar donde las putas parisinas se ganaban el mango con los extranjeros venidos de todos lados.  Un rejunte de  malvivientes, proxenetas y artistas tratando de hacer pie en una ciudad que los cobijaba con cierto glamour. Había emoción dentro de ese tugurio en el que pocas veces se prendía  la luz. El día daba lugar a la noche en una sucesión de salientes y entrantes. Gente que iba y venía. Ese hotel era el lugar donde muchas promesas quedarían truncas y muchos amores infelices.

Allí llegó Lee Miller. Se encontró a gusto, recién llegada al lugar donde confluían la noche y las borracheras, el arte y la mala vida. Personajes dignos de historietas se cobijaban en las pequeñas y  oscuras habitaciones que daban a un patio interior donde los artistas ensayaban sus mejores dotes en busca de ganar dinero y sobrevivir en Paris.

Los habitantes del hotel formaban una gran familia, de a ratos más grande, a veces con menos miembros. Un elenco estable con actores de reparto que aparecían y se iban antes o después, de acuerdo a sus necesidades. Nadie estaba sujeto a permanecer. Lee sabía eso y sin embargo había decidido quedarse allí. La divertía esa vida, el placer puesto en lo desconocido, en lo nuevo, en el arte que fluctuaba en un ambiente,  muchas veces etílico. Lee encontró allí el lugar donde transitar sus penas por el amor perdido y Lee creyó encontrar ahí el amor que no fue.

Durante muchas noches Lee bebió hasta quedar inconsciente. Se anestesiaba para no sentir el dolor de otros tiempos que se había traído consigo desde el otro lado del Atlántico. Se escudaba en su belleza para no mostrar todas sus debilidades. Se hizo amiga de las putas, las fotografío y hasta se enamoró de una de ellas. Mató el tiempo aprendiendo francés. Se sumió en una guerra consigo misma para ver si podía seguir viva lejos de su familia y del pasado que la enturbiaba.

En esas rondas interminables de actores, cantantes, músicos y bailarines Lee se armó su propio personaje e intervino como fotógrafa en ese ecléctico varieté en el cual había lugar para quien estuviera dispuesto al desenfreno ante un público que asomaba incrédulo frente a  las opciones que se representaban en el patio del  viejo hotel donde putas y artistas convivían. 

Ese patio descubierto por donde se colaban los reflejos de la luna y del sol para que sus habitantes supieran del paso del tiempo fue testigo del romance de dos desconocidos. Lee Miller lo escuchó cantar, lo sintió deslumbrar al público en torno al patio. Encontró en la sonrisa de ese hombre un remedio para la amargura que traía encima. Le gustó su postura de galán y percibió que con él podría ser feliz. Alguien desconocido se había presentado en su vida. Su voz la había impactado desde el primer momento pero quería escucharlo y sentirlo en la intimidad.

Lo acompaño hasta fin de la noche, se fue con él a su habitación, lo acarició, lo beso y lo amó. Ese tipo morocho de voz única había entrado en su vida. Se quedó con ella los días que duró su estadía en Paris. Hablaban distintos idiomas pero se gustaban y reían. 

Se despidieron una mañana sin pensar el volver a verse. Ella se quedaría en Paris todo lo que pudiera, él seguiría su gira por Europa para luego volver a la Argentina. Ella sería modelo, fotógrafa, corresponsal de guerra, tendría amantes, maridos y hasta un hijo. Iba a terminar su vida como cocinera, angustiada por la pérdida de su belleza. Él iba a triunfar como cantante en su tierra, también en Paris y en el resto de Europa y América. Grabaría muchos discos para la posteridad, filmaría películas y cantaría cada día mejor. Él se moriría en un trágico accidente aéreo, ella se moriría de vieja.