A la eternidad soñando con la revolución

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A la eternidad soñando con la revolución

23 Diciembre 2016

Por Santiago Gómez

La siguiente entrevista fue realizada a Andrés Rivera el 13 de agosto de 2011 en la Biblioteca Popular Eduardo Martedi, antes que el escritor hiciera una presentación sobre literatura y política. Fue publicada en el primer número de la revista Hamartia. En APU publicamos la desgrabación completa. Fue la primera entrevista que hice, en la que aún estaba presentes las formas psicoanalíticas en quien recién comenzaba a fantasear en dejar la psicología para hacer literatura. La primera pregunta que le llevé fue la que yo me hacía, por qué querer que me lean si escribir podía seguir escribiendo sin mostrárselo a nadie o sin publicarlo. Los compañeros de la Martedi me prestaron “El amigo de Baudelaire”, donde Marcos Ribak firmó como Rivera “Cuando el frenesí del Sr. Sarmiento no despierte siquiera pena. Cuando yo ya no esté” y le pregunté qué creería que pasaría cuando él ya no esté. Ese día llegó. Duele.

APU: ¿Por qué quiere que lo lean?

Andrés Rivera: Buena pregunta. Porque tengo algo para decir y estimo que lo que tengo para decir está bien escrito. Tengo una línea de pensamiento, de reflexión, un punto de vista ideológico y por supuesto quiero compartirlo con aquellos que leen.

APU: Usted ha sido trabajador textil. Si pensamos el escrito como un tejido, como un entrecruzamiento de elementos ¿Le aportó algo el oficio textil a la escritura?

AR: Exactamente lo que me aportó fue que pude conocer, en primer lugar, un ámbito distinto, yo venía de la escuela secundaria y fui muy mal alumno. Ingresé a una escuela industrial y opté por la carrera de química, pero evidentemente la química y yo fuimos incompatibles y en consecuencia tuve que ganarme la vida. Aprendí el oficio de tejedor, ingresé a una fábrica en Villa Lynch, en el partido de San Martín. Caminé por esas calles, los telares retumbaban las veinticuatro horas del día. Era un momento de fuerte despliegue industrial y con muy fuertes connotaciones políticas. La mayoría de los tejedores, de las devanadoras, había personal femenino también, eran peronistas. Yo no lo soy, no lo fui nunca. Y no digo que curiosamente, pero, me eligieron secretario de la comisión interna y por cierto que ejercí ese cargo, por cierto que disfruté, no del cargo sino de cuando me tocaba el turno de noche, es decir, desde las veintiuna hasta las cinco de la mañana siguiente. Porque no estaba el capataz, entonces me podía cruzar, hablar con los otros compañeros, tomábamos café, podía leer, porque, por supuesto, los telares andaban magníficamente bien, se detenían, por no sé qué resorte, que hacía que se detuviese el viaje de la lanzadera cuando se rompía un hilo, yo aprendí a anudar. Todo eso que me enseñaron los propios obreros. Y por supuesto esas noches que no estaba el capataz yo escribía, los rollos de seda tienen en sus bordes, por lo menos tenían, largas tiras de papel para mantener la tensión del hilado, que eran blancas y allí anotaba. Fue una experiencia, por un lado, muy placentera y muy intensa y eso me sirvió para advertir en qué mundo yo estaba viviendo. Cuando me fui ese mundo siguió vivo para mí y me hizo comprender con mucha intensidad el país en el que vivía y en el que intentaba escribir. Eso traté de trasladarlo, no exactamente la pintura realista, entre comillas, de ese ambiente, pero traté de trasladar una cantidad de vivencias y una cantidad de lecturas a lo que yo escribía y ahí empezaron a nacer esos libros. El primero de ellos fue “El precio” y allí está más o menos con mayor o menor intensidad registrado ese universo.

APU: Con el arte de entrelazar, de anudar, el punto de tensión que hace más firme la tela. ¿Algo de ese le sirvió para su tejido como escritor?

AR: Me sirvió, yo creo, que de un modo instintivo. Seguí leyendo, siempre fui un lector voraz y aprendí que lo que se puede escribir en dos líneas no hay que escribirlo en diez, porque el resto es gordura. Eso fue parte de mi aprendizaje en el oficio de narrar.

APU: ¿Dónde fue recortando esa gordura? ¿Qué le quitó a los escritos?

AR: Retórica. Yo escribía en diez líneas lo que podía escribir en dos y ese fue un aprendizaje largo y lento, pero aprendizaje al fin.

APU: ¿Sólo o tenía interlocutores a quienes daba su escrito?

AR: Sólo.

APU: ¿Hay un escritor contemporáneo que le de ganas de leer?

AR: Creo que fue Borges quien dijo, yo ya no leo, releo. Tengo una buena biblioteca de los policiales negros norteamericanos, que son muy buenos los norteamericanos y la serie negra, Chandler, Hamet, Thompson. Y luego la otra literatura que me influenció por larguísimo tiempo fue la norteamericana, particularmene Fulkner y Heminguay, de éste último particularmente sus cuentos. “Por quién doblan las campanas” me pareció siempre, de la primera línea a la última, el ejercicio trabajoso, esforzado de un liberal norteamericano.

APU: ¿Qué es para usted un verdadero escritor?

AR: Le doy un nombre, Borges. que no ha escrito ninguna novela, ha escrito cuentos, ensayos. Si quiere desde el punto de vista formal, un verdadero escritor es alguien que sabe cuándo hay que cortar, cuando hay que limpiar, cuando hay que borrar. Luego lo otro, que viene apareado, es la postura política del escritor. Pero quiero advertir esto: Balzak fue un reaccionario y así lo leyó Marx, pero Marx consideraba que era el mejor escritor de Francia, porque Balzac no traicionó su oficio.

APU: Le pregunté eso porque usted afirmó que un verdadero escritor no puede ser peronista.

AR: Y efectivamente no. Usted me va a nombrar a Marechal. Empecemos por algo, Marechal vivió una contradicción muy profunda. Él ya era escritor cuando advino el peronismo y adhirió al peronismo y al mismo tiempo se manifestó solidario con la Cuba revolucionaria. Deme otro nombre

APU: Juan Gelmán.

AR: Gelman no es peronista, que yo sepa.

APU: Entonces ¿Qué es un peronista?

AR: No sé. Alguien que es un escritor que aún hoy reivindique como ideología al peronismo y por cierto a las figuras de Juan Domingo Perón y Eva Perón.

APU: En el “Amigo de Baudelaire” usted escribió: “Cuando el frenesí del Sr. Sarmiento no despierte siquiera pena. Cuando yo ya no esté. ¿Qué cree que va a pasar cuando usted ya no esté? Usted es uno de los pocos escritores que recupera a Sarmiento, Castelli.

AR: Durante mucho tiempo esa pregunta que me formula me atormentó. Realmente me atormentó. Porque uno tiene ego. Voy a usar una palabra que ahora se usa con asiduidad, tiene ánimo de trascendencia. A esta altura no me interesa. Sé que he escrito algunos libros que merecen leerse y que confío que se leerán. Eso es todo.

APU: ¿Cuáles son esos libros?

AR: “La revolución es un sueño eterno”. Es uno de los libros que puedo defender de la primera a la última línea.

APU: ¿Alguno hoy ve de otra manera?

AR: He vuelto a reescribir “El precio” y hay una nueva versión que limpié toda la retórica, todo lo que era grasa que sobraba.

APU: Vayamos al ámbito político ¿Cómo ve hoy América latina y la situación regional que hoy vive?

AR: Empiezo por decir que no hay, por lo menos yo no conozco en América latina, un partido que no importa cuántos votos pueda recoger en una elección, que se proponga cambiar el sistema. Es decir, los países que en América latina, pueden ser, encolumnarse, en lo que se llama progresistas no han eliminado la propiedad privada y no hay más nada que decir luego. Porque eliminar la propiedad privada es cambiar radicalmente el universo de un país, tanto la conciencia, los impulsos de sus habitantes, como en el terreno ideológico, político y económico. Y eso no ocurre.

APU: ¿Que lo impulsen o que lo quieran tomar como medida? ¿Que consideren que es importante tomar esa medida o que la lleven a cabo?

AR: ¿Quién?

APU: Por ejemplo Bolivia.

AR: Sí. ¿Qué tiene? ¿Bolivia ha eliminado la propiedad privada? ¿Entonces?

APU:¿Usted cree que eso es posible con la toma de una decisión de quien esté al frente del Estado?

AR: En primer lugar hay que tomar el poder en serio, desplazar a los grupos económicos que son los verdaderos dueños del poder. Más allá de todas las concesiones que deben hacer. Veamos un solo dato: Estados Unidos, la gran burguesía norteamericana, se ha permitido el lujo, comillas, de permitir que se elija a un presidente negro. No ha habido un fenómeno similar desde la época de Lincoln.

APU: ¿Y qué lectura hace? ¿Por qué un negro y no otro?

AR: Porque ello forma parte de la comprensión que tiene la burguesía norteamericana del mundo en el que habita y de las propuestas que hace para el resto de la tierra.

APU: ¿Por qué esa burguesía norteamericana o la regional concentrada, estos poderes supra estatales, están en contra de los gobiernos que usted encolumna dentro del progresismo?

AR: Porque la burguesía norteamericana tiene intereses, aspira, han puesto la mano sobre el cobre chileno, el petróleo venezolano, sobre las riquezas que puedan tener Ecuador y Bolivia, eso es lo que les importa particularmente. Por cierto que por los desplazamientos políticos y las sublevaciones que hubo en América Latina, hoy las fuerzas armadas y de represión policías, política, son una reserva descalificada a la que se apelará en alguna instancia si esa instancia se presenta.

APU: Zaffaroni dijo que los golpes en América Latina, del 2000 a la fecha, los da la policía federal. ¿Lo comparte?

AR: Claro. Piense en nuestro país, en este país. ¿Qué puede decir hoy? ¿Qué es la oposición hoy aquí?

APU: ¿Qué es la oposición hoy aquí?

AR: Nada. Es nada. Si realizásemos (la entrevista se hizo un día antes de las PASO) hoy elecciones, Cristina Fernández ganaría arrolladoramente y en octubre va a ganar, no va a haber segunda vuelta, porque la oposición, que es la representación política de intereses económicos, financiero, realmente aparece frente al mundo pensante argentino como unos payasos.

APU: ¿En la situación actual opta por apoyar alguno?

AR: No.

APU: Uno de los datos que sobresale, llama la atención de algunos, es la juventud. ¿Cómo ve la juventud, usted que vio otra? ¿Qué cree que habría que hacer por ellos?

AR: Yo no doy consejos. Se equivocan solos, todos nos equivocamos sin necesidad de que nos vengan a aconsejar. Los jóvenes forman parte de un proceso. Una pregunta que hay que formularse es ¿Por qué los jóvenes desdeñan la política? Porque lo aprendieron, hubo transmisiones orales de generación en generación que todos los políticos son ladrones, la política es sucia, no te metás en política, porque meterse en política implica riesgos. Además ¿Dónde van a ingresar los jóvenes para llevar adelante su ejercicio político, sus dibujos ideológicos? ¿A la Unión Cívica Radical? ¿Al PO? Para hablar del otro extremo. ¿A las pequeñas organizaciones que se reivindican socialista? Por cierto que aquellos que pisan el umbral de esas pequeñas organizaciones que se reivindican socialistas tienen una conciencia política uno o dos o tres escalones más avanzados que el resto de los jóvenes, porque los otros están en el no te metás. Esta es la situación.