Ismael Viñas: dobles linajes y tensiones

Ismael Viñas: dobles linajes y tensiones

02 Mayo 2014

Por Rocco Carbone / Jorge Cernadas*

Podríamos decir que Ismael nació en Los dueños de la tierra de su hermano David, luego del encuentro entre Yuda (Esther Porter: de tradición judía, rusa y anarquista) y Vicente Vera (Ismael Pedro Viñas: radical católico y medio positivista), luego de que el Viejo (Yrigoyen) enviara al joven juez, como mediador, a resolver el caso de las huelgas en la Patagonia a comienzos de los años 1920.

Bajo el primer peronismo se definía como antiperonista, y en los ´50 la Facultad de Derecho de la UBA lo ve como estudiante, institución en la que luego del derrocamiento de Perón trabajará brevemente como Secretario General bajo el rectorado de José Luis Romero. En la misma década, junto con David y otros intelectuales, fundó una revista señera de la crítica política y cultural argentina –Contorno–, en tensión con las políticas culturales y universitarias del primer peronismo, pero también con el gorilismo “liberal” de la revista Sur. Desde esas mismas páginas, parte de los contornistas, incluido Ismael, se irán acercando al frondizismo “por izquierda” y, con la victoria de Frondizi (1958), actuó como Director de Cultura de la provincia de Santa Fe. De todos modos, el apoyo duró poco y el quiebre se produjo por las políticas “desarrollistas” en materia de petróleo y educación del frondizimo. La decepción y las diatribas del grupo pueden leerse en el último número de Contorno (1959), y en el notable texto de Ismael Orden y progreso. Análisis del frondizismo (1960).

Ya en los años 1960 lo vemos fundando el  Movimiento de Liberación Nacional (MLN, más conocido como MALENA) -con tesis cercanas al nacionalismo revolucionario y antiimperialista-, que se disolvió luego del Cordobazo, no sin antes alcanzar cierta influencia en sectores medios y universitarios. En el ’66 MALENA como tal participa en la Conferencia Tricontinental en Cuba para definir la racionalidad revolucionaria a poner en funcionamiento en, precisamente, la “tricontinental” (Asia, África y América Latina), y ahí el movimiento, como antes en Contorno, se tensa entre dos (nuevos) polos: el reformismo y el foquismo. Luego del MLN, Ismael alentará, sucesivamente, Orientación Socialista y Acción Comunista, y encabalgado entre esos dos espacios militantes está Capitalismo, monopolios y dependencia (1972), que hace las cuentas con las categorías de revolución industrial, colonialismo, concentración de capitales, dependencia y monoproducción. Tierra y clase obrera (1973) es un libro sobre “el campo” -como se diría hoy imprecisamente-, esto es, sobre el agro argentino. Se trata de una lectura marxista para enfocar las relaciones de producción existentes en esa área clave del capitalismo autóctono. Polemizando con las visiones predominantes entonces en las izquierdas locales, rechaza tanto las tesis de las pervivencias “feudales” en el agro, como las que caracterizaban al país como “colonia” o “semicolonia” del imperialismo, lo que lo ubica como vocero de lo que por entonces se designaba, en el debate de la izquierda revolucionaria local, como “socialismo puro”.

Con los años del golpe de 1976 y la Junta, empieza un exilio infinito. Primero en Jerusalén, donde prosigue una intensa labor periodística. De esa etapa es Estructura y perfil de la clase obrera en Palestina e Israel. En plena época neoliberal, sobre el ’91 se traslada a Miami, a “un barrio de negros, en el trópico”. Pese a la distancia, Ismael no estuvo del todo ausente de la Argentina y sus debates. En algunos reportajes de los últimos años, se manifestó crítico del guevarismo, de la experiencia chilena de la Unidad Popular y –en el orden local– del kirchnerismo. En 2003 Paradiso –la editorial que continuó siguiéndolo– editó Lumpenburguesías, y de ahí a un año, La nueva etapa del imperialismo, y Pilar Roca su Ideografía de un mestizo (Dunken, 2005).

Con todo, la obra y acción política de este precursor y protagonista central de la “nueva izquierda” post-peronista argentina merecen y esperan un balance crítico, insumo del que no podrá prescindir ninguna empresa emancipatoria de las izquierdas de nuestro país.

* Profesores de la Universidad Nacional de General Sarmiento