Guevara y Perón: ¿Pavón Pereyra, testigo del encuentro del Che y el General?

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Guevara y Perón: ¿Pavón Pereyra, testigo del encuentro del Che y el General?

08 Noviembre 2020

Por Lois Pérez Leira

Enrique Pavón Pereyra, considerado el primer biógrafo en vida de Juan Domingo Perón, autor de más de 100 libros sobre el ex presidente, es uno de los difusores de la supuesta entrevista del General Perón y el Che Guevara en “Puerta de Hierro” de Madrid.

Pavón Pereyra escribió, entre otras obras, Perón (1895-1942), publicado en 1953; Coloquios con Perón, 1965; Yo Perón, 1993; Perón, el hombre del destino; Vida de Perón, 1965, y Conversaciones con Juan Domingo Perón, 1978. Fue director fundador de la nueva Biblioteca Nacional, en 1991. Durante los primeros años del exilio de Perón en Madrid, Pavón ejerció como secretario privado y el encargado de llevarle la agenda. El periodista y escritor Ricardo E. Brizuela en una entrevista que le realiza a Enrique Pavón Pereyra en 1999, da a conocer esta versión de la hipotética entrevista, de los dos líderes latinoamericanos.

Brizuela lo indaga: ¿Existió la entrevista entre Perón y el Che?

“Si, existió. Una sola entrevista. Tendría que ver mis apuntes en qué fecha exacta se realizó, porque yo llevaba un diario de Perón, pero puedo asegurar que ocurrió después que él intentó el regreso a la Argentina, cuando su avión quedó detenido en el Brasil. Fue poco antes de que el Che iniciara su lucha en Bolivia. La recuerdo muy bien.”

En esta respuesta señala que existió una sola entrevista y no dos como informa Pacho O´Donnell. Pavón no precisa la fecha, pero la indica entre el intento fallido del primer retorno de Perón en 1964 y antes del viaje del Che  a Bolivia. Quiere decir: Pavón Pereyra  desmiente la versión de Pacho O´Donnell, que señala que fue en el propio viaje, que realiza Guevara, en camino hacia Bolivia.

Brizuela continúa con las preguntas: ¿Cómo tiene conocimiento usted de la entrevista?

“Porque yo hacía pasar a las visitas, por ejemplo a los embajadores ó personas que previamente había citado Perón. En este caso él me dijo: “Ahí ha venido un sacerdote jesuita, hágalo pasar que lo estoy esperando”. Había una guardia en los portones de entrada que se limitaba a dejar pasar a quienes Perón autorizaba. Yo salgo y me encuentro con el jesuita. Tenía unos anteojos cuadrados sin armazón, con mucho aumento, vestido con ropas talares de la orden. Yo no participo de la reunión, pero luego me manda a llamar para que tome nota después de haber conversado bastante, como era habitual cuando el general quería que algo quedará registrado.”

En este caso se utiliza el mismo argumento de enmascaramiento a través de la figura de un cura, en este caso no se trata de un capuchino, como en la otra versión, sino de un jesuita.

¿Entonces, usted participó? Sigue preguntando Ricardo E. Brizuela.

“No, no participé. Solamente oí lo sustancial. Y lo sustancial era la negativa de Perón a que se iniciara en Bolivia cualquier operación. La pretensión del Che era que Perón le suministrará hombres… combatientes. El General le contestó como militar: sostuvo que el terreno elegido era demasiado alto. Perón mencionó la altura exacta sobre el nivel del mar  y contó que lo conocía muy bien porque había visitado la región cuando se hizo, sobre ella, una clase del Estado Mayor. Sostuvo que el operativo era inviable por las características propias de la zona: casi despoblada, sin sembradíos cercanos y con los pocos habitantes ajenos a toda motivación. Dijo también que allí había sendas sólo conocidas por baqueanos y que si éstos no colaboraban, las dificultades se multiplicarán. El final de la entrevista fue cortante porque Perón le dijo que como médico, él debería saber que su propia enfermedad – el asma – le impediría moverse en esas alturas. “Usted allí no va a poder ni respirar”, le advirtió. Yo creo que Perón estaba seguro que no lo vería más al Che.”

En esta respuesta se atribuye ser el único testigo presencial del encuentro. La  declaración de Pavón recreando los diálogos de ambos políticos es auténticamente inverosímil. Es impensable que Guevara le pudiera  informar con detalles, sus planes revolucionarios. El solo hecho de comentarlos, sería violar unas de las leyes fundamentales de la conspiración revolucionaria, que es el compartimento de la información. Perón podía ser un aliado, en algunos planes del Che, pero no era tan estrecha la relación, para que este le sincerara sus intenciones. Inclusive del lugar casi exacto de  Bolivia, donde se iba a instalar el foco guerrillero. Por otro lado Perón estaba bajo la mirada atenta  de los servicios de inteligencia y la propia CIA, donde llegaron a infiltrar a informantes. Muy pocas personas en Cuba sabían dónde estaba el Che o donde iba a instalar la guerrilla. Brizuela continúa con la entrevista preguntándole sobre si conocía a Julio Gallego Soto y el rol de éste.

Pavón Pereyra declara: “Si, lo he conocido de toda la vida. Era un hombre de circunstancias, le servía a Perón desde un principio, haciéndole llegar y atendiendo a las necesidades urgentes. No sólo de plata (dinero). Era un hombre que tenía acceso a los centros económicos con mucha familiaridad. No tenía aspiraciones económicas. No se le quedaba pegada plata que no le perteneciera en ningún caso. Pero no tuvo nada que ver con la entrevista del Che Guevara y Perón.”

Pavón Pereyra para poder reafirmar su opinión de haber sido el único testigo de la reunión, niega la gestión y presencia de Julio Gallego Soto en la misma.

Con el fin de sacarlo del centro protagónico de esta versión histórica, Pavón Pereyra le cuenta al periodista una operatoria conspirativa, donde el mentor de la misma era Julio Gallego Soto.

Brizuela le pregunta sobre el tema: Pero tengo entendido que estuvo en un operativo parecido a éste, de manejar fondos para una revolución en la Argentina…

“Si. Incluso yo debo tener las cartas donde Soto da a conocer su enojo por la cancelación de la operación, donde realmente estuvo y también una carta de Perón al mismo, disculpándose por la medida tomada…”

¿Por qué se enojó?

“Porque a última hora Perón la deja sin efecto. En la fecha que se refiere el autor de la nota que comentamos, año 1964, se estaba tratando otra operación: Gallego Soto encontró el apoyo del armador griego Aristóteles Onassis que le prometió financiar todo. El asunto consistía en transportar por aire, a una zona entre Tucumán y Salta, a un Tercio español de setecientos a ochocientos hombres de la Legión Extranjera, para crear un foco rebelde.”

¿Y quién se opuso? ¿Soto no quiso hacer ese trabajo?

“No, sí este sí fue el proyecto que él ideó. Soto trabajaba veinticuatro horas para concretarlo. Pero resulta que el que comandaría la operación sería Raoul Salan, famoso general argelino que levantó el ejército de su país, anti degaullista, que también aplastó el movimiento independentista de Argel con mano durísima y cruel, con un costo tremendo en vidas humanas para el bando rebelde separatista. Cuando Perón se enteró dijo: “de ninguna manera, ni hablar”. Gallego Soto estaba en Lisboa, pero se oyó hasta en Madrid el eco de su furia por la negativa de Perón. Además, el general quería preservar también su relación con De Gaulle y no inmiscuirse con un personaje como Raoul Salan. Esta es la verdadera historia de la entrevista de Perón con el Che”.

Esta versión es impensable, cuando tanto Perón como el peronismo, miraban con simpatía la revolución argelina. Por aquellos años, uno de los pocos países que podía ayudar a Perón, en sus propósitos de retornar a la Argentina, eran Argelia y Cuba. El mencionado General Raoul Salan, fue fundador de la organización terrorista de ultraderecha OAS, era un fascista, enemigo de la revolución argelina y una persona molesta para De Gaulle.

Conocemos por fuentes consultadas y cartas de su archivo personal, que Julio Gallego Soto fue uno de los principales impulsores financieros y políticos del primer intento de retorno de Perón a la Argentina. Una parte del dinero utilizado para este fin, había sido entregado por Jorge Serguera, en su primera entrevista con Perón en Madrid. Soto intuyó que el retorno de Perón podía ser un fracaso por el boicot constante que realizaban los sectores vandoristas. Este fue el verdadero enojo de Julio gallego Soto y no el otro que narra Pavón Pereyra.

La historia que cuenta Pavón, sobre el apoyo prometido por Aristóteles Onassis, el magnate griego radicado en la Argentina, para financiar la invasión con tropas españolas de la legión extranjera, es parte de la fantasía histórica. Por otro lado sería imposible por aquellos años e incluso en la actualidad, organizar clandestinamente una acción militar de esas características.