Gonzalo Unamuno: “No creo que haya una forma peronista de escribir"

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Gonzalo Unamuno: “No creo que haya una forma peronista de escribir"

23 Mayo 2015

 Por Juan Francisco Gentile

A la manera del Erdosain arltiano, Germán Baraja, el protagonista de Que todo se detenga, la novela debut de Gonzalo Unamuno, es un desclasado. Esto no implica que no pertenezca a clase social alguna, sino que la propia noción de clase no lo lo contiene ni interpela. Una miseria emocional y afectiva, un sentimiento de fobia social, bañan los ojos con los que mira todos los espacios que habita y transita. El único camino que Baraja concibe es la profundización de su propia miseria: por eso, se dedica con persistencia a la coca (siempre tiene espacio y tiempo para otra raya) y a recorrer la ciudad como un flâneur cargado de ironía y desprecio, que todo lo mira desde una distancia suficiente para no sentir atisbo alguno de cercanía con el sufrimiento ajeno. Incluso su familia, inmersa en problemas de salud, resulta para el protagonista más un estorbo que un espacio de pertenencia. La patria, la familia, la ciudad, el barrio, la política: todos temas menores para un Germán Baraja que ya está de vuelta de la vida.

Que todo se detenga es una novela que levanta polvo por varias cuestiones. Por un lado, el hecho de que un escritor como Unamuno, ligado a la política y al peronismo, retrate a un muchacho quebrado, otrora kirchnerista, devenido nihilista, colonizado por una filosofía no future. Incluso, en la contratapa de la novela, el editor de Garlerna Gonzalo Garcés señala que se trata de “la primera novela del postkirchnerismo”, afirmación que da por sentado que el kirchnerismo tiene fecha de defunción establecida. Pero además, el texto dialoga irónicamente con muchos de los discursos sociales que circulan a través de las redes sociales, principalmente en la juventud, sus estereotipos, sus formas de ser rebelde, sus maneras de distinguirse frente al otro, los preceptos del feminismo, el folklore militante y la épica kirchnerista. En diálogo con la Agencia Paco Urondo, el escritor se refirió a la génesis del libro, y no esquiva el pelotazo cuando se le pregunta por algunos de sus efectos de lectura.

Agencia Paco Urondo: ¿Cómo fue el proceso de escritura de Que todo se detenga?

Gonzalo Unamuno: El proceso de escritura fue agotador. La fui puliendo palabra por palabra, incluso la grabé en voz alta y más de una vez la dejaba sonar mientras dormía. Es exagerado decir que demoré siete años, porque hice y publiqué otras cosas en ese tiempo, pero lo cierto es que la novela me demandó siete años. No la concebí tal como se publicó. Tenía el doble de páginas, que finalmente saqué porque no aportaban nada a la historia, se perdían en personajes y recursos que hacían de atenuantes para la gran denuncia de Germán, pero entendí que la historia no podía ser otra que la que está en el libro: Germán Baraja, en primera persona, disparando contra el mundo.

Agencia Paco Urondo: En la novela se observa un personaje muy alejado de cualquier noción colectiva, enfocado en sí mismo, peleado con la cualquier idea o situación que implique comunidad. ¿Qué buscaste al hacer de Baraja, un resignado, el sujeto central de la historia? Esto sin dudas habilita lecturas, comparaciones, contrastes con una realidad en la que mucha gente compró esa filosofía del no future que se instaló junto con el neoliberalismo.

G. U.: Exacto. El personaje está imposibilitado para formar parte de cualquier tipo de colectivo. Es un a-social, un frustrado del Yo, un autodesplazado que encuentra en la victimización la última carta que jugar, justamente porque es un deshecho de los 90, del neoliberalismo como se lo vivió acá.

Agencia Paco Urondo: ¿Por qué elegiste construir un personaje tan antipolítico, siendo vos, el autor, un tipo vinculado a la política?

G. U.: Por salir de la comodidad que me implica hablar desde donde yo estoy parado y porque veo que hay una exacerbación de “personajes políticos” en nuestro tiempo. Pero sobre todo porque buscaba que tuviese las características de alguien invulnerable. Una persona que quiere algo, que se involucra afectiva o emocionalmente, ya es vulnerable. Y yo hice un perfecto hijo de puta. Por eso no es únicamente anti político; es anti madre, anti amor, anti vos.

Agencia Paco Urondo: También se puede leer mucha ironía por parte de Beraja respecto de una serie de discursos que circulan actualmente, principalmente a través de las redes sociales. ¿Hay una crítica a tu propia generación ahí?

G. U.: Más que una crítica es una provocación que sí trae aparejada la crítica. Él toma los discursos dominantes y desde ellos señaliza.

Agencia Paco Urondo: ¿Cuánto hay de Gonzalo Unamuno en Germán Baraja?

G. U.: Eso es difícil de responder. Parafraseando a una filósofa contemporánea como es Karina Jelinek, te digo: lo dejo a tu criterio. Hace poco dije en una entrevista que yo soy el principal agredido por Germán Baraja. Soy peronista, amo a mi madre, a mi mujer y a mi familia, soy muy amiguero. Todas cuestiones que Baraja repudia y ataca. Sí hay una coincidencia no menor respecto al equipo de fútbol: ambos somos de Independiente. La camiseta no se cambia ni en ficción. Es así.

Agencia Paco Urondo: Solés decir que “el peronismo es el gran acontecimiento literario argentino”. ¿Podés explicarnos un poco esta idea? A su vez, ¿hay una forma “peronista” de escribir, hacer y pensar la literatura?

G, U.: Sí, es una idea que sostengo. El peronismo se convirtió en una literatura argentina, en un acontecimiento literario. Es un mito. Cuando Perón aterriza al centro de la escena en el 45, lo hace en clave mitológica, cuya tradición y construcción, como todos sabemos, es oral. Él totaliza, es una suerte de semi dios que supone para el país una gran explosión que en lo literario rompe con las instituciones, las jerarquías, los prestigios de esa “República de las letras” que pretendieron Echeverría, Mármol, Mansilla, Sarmiento, Lugones. Y lo hace no solamente porque incorpora a los desclasados, los invisibles, sino porque con esa incorporación reformula para siempre el lenguaje, la matriz comunicacional de los argentinos. De ahí se desprende la idea. Jauretche decía “El pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria” El peronismo es quien recoge todas esas botellas. Y por último, no creo que haya una forma peronista de escribir, y si la hay, carece de luz propia, es solo un acto reflejo.

Agencia Paco Urondo: En algún lado alguien dice que la tuya es “la primera novela del postkirchnerismo”. ¿Vos compartís esa idea?

G. U.: Es una idea que está circulando. Está en la contratapa del libro. Creo que es una declamación valiente, arriesgada, pero hay que esperar unos meses todavía para saber cuán acertada o equivocada es.

Agencia Paco Urondo: En los últimos años se multiplicó la aparición de textos y autores de narrativa. ¿Tenés algún tipo de análisis del estado de la narrativa actual argentina? ¿Leés novedades? ¿Qué relación tenés con lo que desde algunos lugares se denominó “nueva narrativa”?

G, U.; Creo que lo que se multiplicó, más que la aparición de textos, es la visibilidad de la obra de esos autores, porque se está escribiendo bien y, un dato no menor, la literatura argentina contemporánea encontró su lugar en el mercado, lo que viene a decir que hay muchos lectores. El análisis del estado de la narrativa actual lo dejo para cuando sea el momento de hacerlo, todavía es temprano. Ahora hay que escribir. Novedades leo permanentemente y tengo una relación muy fluida con lo que se denomina Nueva Narrativa, sobre todo con quienes encabezan ese fenómeno, como Enzo Maqueira, Luis Mey, Iosi Havilio, Juan Sklar y varios colegas más.