Gerardo Romano: “Esta tragedia neoliberal es la misma que tuvimos con Menem y antes con Martínez de Hoz"

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Gerardo Romano: “Esta tragedia neoliberal es la misma que tuvimos con Menem y antes con Martínez de Hoz"

21 Julio 2019

Fotos: Natalia Pasquino

Por Ezequiel Palacio

Gerardo Romano, reconocido actor argentino, nos recibió en su casa luego de la presentación de "Un judío común y corriente".

Historia, política y militancia.

AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué te atrapó de “Un judío común y corriente”, para traer la cuestión judía a discusión?

GERARDO ROMANO: Cualquier obra donde se tratan las relaciones de poder y los vínculos sociales históricos y qué lleva a producirse el o los holocaustos, porque no es el único. El Holocausto judío es el más comunicado y donde hubo el mayor índice de morbilidad. Pero la práctica social genocida no es propia de la modernidad. Los cruzados la utilizaban permanentemente. El nazismo me produce curiosidad. Como un mecanismo de autodefensa en ver cómo se llega a un individuo mesiánico. Como se llega a que una sociedad con una cultura creativa y culta. Una de las cunas del conocimiento, la que heredó la filosofía griega. La que tiene un índice jubilatorio de los mejores del mundo, cómo desencadenan en un hecho tan monstruoso.

La necesidad de una referencia histórica vinculada a la justicia de las relaciones de poder y al ejercicio del Estado. La mirada del autor me interesó. Pero me interesó antes de leerlo, sinceramente. Cuando me dijeron de qué iba, acepté. Sin haberla leído. Y cuando la leí era poco teatral. Aunque el unipersonal es poco teatral. Pero ésta era particularmente poco teatral, porque incluso siendo unipersonal, había una cuarta pared y en general los unipersonales derriban la cuarta pared y establecen un vinculo interactivo con el público, tipo al estilo Café Concert o estandepero, hoy en día.

En el judío común y corriente no hay vínculo ida y vuelta. Es como si estuvieran espiando por la cerradura a alguien que llega a su casa, escucha un mensaje grabado en el contestador y se pone a escribir lo que va a responderle. Está bien resuelta la obra, la adaptamos a los tiempos de hoy pero ambientada a la antigua. Lo hicimos así porque el original era un bodrio, la verdad (risas). Fuimos deconstruyendo el original, que es una película que vi una vez. Traté de buscarle un vínculo político a la obra con la actualidad. La cuestión del nazismo es lo que me interesa. Cómo ocurre el nazismo justo en esa sociedad y no en otra, un hecho tan brutal.

APU: ¿Me quedo con eso que decís sobre el “hecho brutal” y salvando las enormes distancias históricas y particulares, qué paso con Argentina políticamente hablando?

GR: Es el mismo. Tengo la sala llena estando en un barrio periférico. El boca en boca llena la sala. Hay algo que da curiosidad de la obra, mas allá de que circunscribiera al episodio del holocausto o post holocausto.Hay un puente comunicacional en el tiempo entre el totalitarismo nazi, o cualquier totalitarismo: el fascismo, el estalinismo, y el totalitarismo neoliberal argentino o el totalitarismo dictatorial del terrorismo de Estado, en el cual se reproducen las circunstancias. Primo Levi dice: “podemos no comprender la locura de estos comportamientos violentos pero estamos obligados a reflexionar sobre las condiciones que permitieron la aparición de estos personajes”.

APU: ¿Cuál es la imagen que tiene la gente sobre vos? ¿Como la percibís?

GR: Uno existe en el imaginario colectivo y va variando la mirada, va variando uno o lo que uno transmite. Supongo que mucha gente me relaciona a esa categoría que la revista “Gente” medio que inauguró conmigo qué es la imagen del Sex Symbol. Antes existían los “galanes” al estilo Hollywoodense y más o menos en esa misma época donde aparecí en revista Gente, aparecen los actores americanos que escapan a esos estándares de belleza de Hollywood. Y yo me colé en esa camada de actores como Al Pacino, De Niro, Dustin Hoffman…

APU: Claro, los que no son lindos…

GR: No son lindos los que son cualquiera que pasa por la calle. Y en una época de mucho éxito, me quisieron llevar a trabajar allá, me ofrecieron trabajo allá y fui a la William Morris a principios de los 90 y quise demostrar que podía ser un gran actor, con posibilidades de identificación e interpretación física, como si fuera un valor en sí mismo. Como si un actor pudiera descomponerse o componer de tantas maneras diferentes.Pero ya era tarde. Ya había vuelto a cambiar la historia de los parámetros fisonómicos de Broadway, entonces lo que se buscaba era de nuevo un actor lindo con personalidad y que trabajara desde ese lugar siempre. Norman Brisky dice siempre: “cuando no sepas qué hacer, hace como Andy García”. En ese momento era muy deportista. Tenía un cuerpo distinto a los “galanes” anteriores a mí. Lo que se decía era: “estos galanes no se pueden sacar la camiseta”. La musculatura que se pone de moda en la década de los 80. Antes no había gimnasios. Había en los clubes un sector pesas, pero nada más.Como siempre hice mucho deporte y durante 20 años hice baile, una técnica que se llama Graham. Una coreógrafa norteamericana que se llamaba Martha Graham. Donde hay cierto esfuerzo muscular, distinto del baile que trabaja sobre el estiramiento. También hice rugby casi 10 años en la primera de Olivos. Por eso quedé asociado al rugby para siempre. Fui testigo de la fundación de Los Pumas, cuando tenía 19 años.

APU: También estás vinculado a la política.

GR: Sí. Fui a la universidad del Estado y teniendo formación católica, parece contradictorio, pero… fui a clases con el Padre Carlos Mugica. Esa pertenencia setentista fue determinante. Sobre todo, porque yo era un chico que venía de malas juntas, de desencantos de la religión, me había vuelto ateo, leía mucha filosofía. Así que me sentía desamparado y solo. La filosofía te deja solo. Ahí aparecieron los meloneadores como se llamaban en esa época a los que tenían la misión de conquistarte para la causa. Formé parte de una organización peronista que formaba parte de la Juventud Universitaria Peronista, que a su vez formaba parte de la Juventud Peronista Argentina.

El otro día fui a despedir al Congreso al jefe de la Juventud Peronista Argentina, que era el Canca Gullo (Juan Carlos Dante Gullo). Y a la salida del congreso de Macri, mientras sacaban el cajón gritaban “Montoneros, Carajo… Montoneros, Carajo”, fue fuerte. Me agarró un cagazo.

APU: Escuchar esa frase tiene un peso fuerte.

GR: Estaba en la cancha de Independiente, año 71 más o menos, alguien me dio un bombo enorme con una manguera, yo estaba con un estado físico inagotable y cuando agarrabas el bombo era “Montoneros, Carajo” desde que bajabas del camión o del micro hasta que nos íbamos todos. Imaginate 600 bombos y un estadio lleno cantando “Montoneros, Carajos”. Se te pone la piel de gallina. En la formación patriarcal, misógina, que teníamos todos los que formamos parte de esta sociedad en esa generación, la militancia había incorporado, como el “todes” hoy, el “compañero compañera”.

Entonces la mujer no era una boluda, una puta, que me la cojo qué sé yo… era impensado en esa época la incorporación de la mujer a la militancia. En la cancha existía el “sector femenino”. Estaban aisladas. Y me asombraba el respeto que generó la mujer en la militancia. Había algo precoz en todo eso. Era como el FLH que fue la primera organización militante gay: Había que salir a marchar siendo puto, porque no existía el “gay” en esa época. Eran 4 ó 5 tipos desfilando con la bandera del Frente de Liberación Homosexual. Había que ser puto y desfilar en esa época, porque te llevaban en cana por puto y te lo decían en la cara.

Tuve una relación con el Canca Gullo en el Movimiento Universitario. Militábamos con Chacho Álvarez. El ostracismo de Chacho Álvarez me mata, porque yo supe de su capacidad. Nos conocemos de pibes y después la vida nos fue reuniendo.El Canca estuvo preso 12 años y 6 meses. Además de la muerte (la chupada), de la madre y de la hermana. Toda la familia me trató con agradecimiento y un cariño muy grande. En el sector en que militaba yo, el líder era Alberto Iribarne, que fue Ministro de Justicia de Néstor Kirchner. Con otro con el que trabajé fue Rafael Bielsa, como abogado trabajé con él. Era jefe mío, en realidad y fue el que me echó a la mierda. Bueno, no me echó, yo vivía faltando al laburo, ya era actor.

APU: ¿Además de actor tenías tu laburo “formal” por decirlo de algún modo?

GR: Yo era jefe de la división sumaria del Ministerio de Justicia de la Nación, designado por decreto de Perón. Sobreviví durante toda la dictadura y me fui con el alfonsinismo en el 84, siendo mi jefe Rafael Bielsa. Un día me dijo: “andate por favor”. Pero era un sueldo para no despreciar y también era un lugar interesante. El otro día, cuando apareció Stornelli en el acto del Día del Ejercito, me agarró una indignación tan grande que me fui a Dolores a ver y charlar con Ramos Padilla, a quien no conocía. Y me había me producido una repugnancia tan grande el gesto tan antirrepublicano de Mauricio Macri, tan “yo hago lo que quiero”, de bancar al fiscal, como la doctrina Chocobar, pero en el plano jurídico.

Charlamos con Padilla sobre varios temas. Se le cayó la mandíbula al enterarse sobre el acto con la presencia del fiscal Stornelli sentado a dos sillas de Macri… Nos fuimos para cualquier lado, pero donde estábamos era en los totalitarismos, el que sea. El totalitarismo del neoliberalismo, que aparece como un dispositivo de acceso al poder o de perpetuación en el poder, dada una concentración inédita de los diferentes poderes que componen la estructura de poder de una sociedad: el poder mediático, judicial, político, militar y el económico. Esto genera una hegemonía y un invencibilismo que pone en peligro los parámetros de la democracia. Por ejemplo, la separación de poderes.

El círculo rojo

APU: Sabemos que los medios de comunicación modifican la opinión pública. Pero, así y todo, cuando vamos a votar pareciera que atentamos incluso contra la realidad, que es el verdadero indicador. O sea, empeoramos como sociedad. ¿Por qué crees que votamos a la derecha?

GR: Supongo que fundamentalmente por el monopolio de los medios de comunicación. Antes de que exista la televisión, la realidad era la que veíamos en directo. Permanentemente. Perón no tuvo enfrente a la televisión, ni existía Clarín.

Clarín nació con el peronismo en el 45, de la mano del Dr. Roberto Noble.

En el famoso acto nazi del Luna Park en 1938, allí estaban presentes Roberto Noble y Manuel Fresco, que era gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Siete años después se inauguraba Clarín. Y el día del acto en el Luna Park, la FUA hizo un contra-acto en contra del acto nazi y mataron a dos estudiantes en Plaza San Martín. Conocer la historia me impulsa mucho. Porque viví muy en contacto con el judaísmo siempre y en contacto con las contradicciones del catolicismo. Vi la historia totalmente antisemita de la sociedad argentina.

El acto del 38, ni hablar de la AMIA y la Embajada de Israel. La semana trágica, que fue el mayor pogrom (linchamiento multitudinario, espontáneo o premeditado, de un grupo particular, étnico, religioso u otro, acompañado de la destrucción o el expolio de sus bienes), fuera de Alemania que haya habido en la historia. De la represión del reclamo salarial que se hizo en Avellaneda y que dio origen a la semana trágica. El ejército reprimiendo con la Liga Patriótica, que era oligárquica y la oligarquía es profundamente antisemita. Marcharon desde los Establecimientos Vasena en Avellaneda, al Once derecho. Y los comisarios en los caballos, arrastraban judíos de las barbas. Hay gente que no tiene la más puta idea de esto.

Por eso la evocación de Marx en la obra que hago, sobre el conocimiento de la historia, para poder superarla. La frase que dice “la historia se repite, primero como tragedia y luego como farsa”, en la obra digo que la historia se repite primero como tragedia y luego como tragedia de nuevo, porque esta tragedia neoliberal es la misma que tuvimos con Menem y antes con Martínez de Hoz. Y con variables es la misma que venimos repitiendo en nuestra historia.

El neoliberalismo vuelve garca a la gente. Una cadena de cagadores. Como si fuera la parte corrosiva, venenosa del capitalismo. Porque en realidad quien nos caga por izquierda es el Estado: nos baja las jubilaciones, no genera trabajo, destroza el sistema de salud. No nos da educación y aprendemos a hacer lo que nos hacen.

Peronismos

APU: ¿Cómo peronista, le encontraste contradicciones al peronismo?

GR: Obvio. Todas, porque al ser policlasista, abierto y abarcativo… el menemismo es la mayor contradicción del peronismo. Soy profundamente antimenemista. Tuve el honor de que Menem y Cafiero, cando tenía vestigios menemistas, me querellaran. Viví la Primavera de Cámpora también. Un momento increíble. Tengo un recuerdo imborrable el 11 de marzo del 73 en Plaza de Mayo. Montoneros y el ERP colmando la plaza y los monumentos: “Vamos  a abrir las cárceles y se abrieron las cárceles. Pero estaban los presos comunes, entonces que salgan todos porque son víctimas de la represión de los conservadores”. Y Cámpora llegó con un conservador en la vice presidencia, buscando lo abarcativo. Así que tiene esa cosa franquista abarcativa el peronismo. Y ahora de vuelta.

APU: ¿Que análisis haces sobre la candidatura Fernández-Fernández?

GR: Yo lo aprecio profundamente a Alberto Fernández, y ese aprecio es inversamente proporcional al desprecio que siento por Macri. Entonces no me importa que haya sido legislador de Cavallo o que viva en Puerto Madero. Me reservo las críticas que pueda hacerle a él, frente al horror y a lo que puede significar que redoble el macrismo. Sobre todo porque yo percibo una patología psicopática, sin ser analista pero tengo 30 años de análisis encima y he leído mucho psicoanálisis y he tenido un gran amigo con el que conversaba mucho de psicoanálisis: Tato Pavlovsky. Este gobierno tiene un nivel de perversión altísimo.

El goce máximo no está frente a la posibilidad del consumo desmedido en una sociedad capitalista, sino frente al sometimiento del otro en una sociedad libre. Lo que mortificó del peronismo a la oligarquía, no fueron las cuestiones sociales, sino que un peón pueda mirar de frente a un patrón en un reclamo y que le diga: “¿y, me vas a pagar el aguinaldo la puta que te pario?” De esto fue autor el peronismo. Y ni hablar de la industrialización y sindicalización.

El teatro es el otro

APU: ¿Sentís que el público se identifica con vos?

GR: Mirá mencionamos Avellaneda hace un rato, me dijiste que vos sos del barrio. Una vez en Avellaneda, en el Teatro Roma, la gente me dio tanto cariño. Yo había llevado a mi hija y quedó entre cajas a un costado del escenario. Yo estaba del otro lado tirándole besos, música, luz, acción, qué sé yo y cuando aparezco en escena estallido de aplausos. Ovación. El público de pie no me dejó decir una sola palabra, teatro de pie durante minuto y medio. Imaginate… mi hija ahí, toda esa demostración de cariño. Me temblaban las piernas. Me largué a llorar. Mirar eso del público, mirar a tu hija, muy fuerte. La verdad fue un gustazo.

APU: Los públicos son distintos, claramente. ¿Notás la incomodidad de la gente cuando nombrás a alguien de la política? El día que vimos la obra, al finalizar dijiste que entre el público estaba Stornelli…

GR: ¿Fuiste ese día? (risas). Sí, genera incomodidad. Vi que la gente se dio vuelta. Siempre hablo. Excedo el hecho teatral. Siempre reflexiono sobre este puente comunicacional entre el totalitarismo nazi y la re-significación que generó la vuelta a la democracia del Terrorismo de Estado. Porque ahí el Holocausto nazi se convierte en modelo de identificación de nuestra propia tragedia. Es muy difícil aceptar que nuestros propios padres fueron asesinos genocidas, formaban parte de esa sociedad que generó todo eso. Más complejo que el Holocausto de los judíos es incluso. Porque te llevo porque andás con una kipá y tenes la pija cortada: sos judío. El colectivo a suprimir es racial-étnico-religioso. Pero si te digo a vos que sos subversivo… ¿subversivo de qué? Sos un militante pero no sos un cuadro armado. No sos violento. Sos amigo de alguien que tenía tu número agendado. Yo me salvé, supongo que, porque no fui un cuadro armado. Y eso me alivió bastante lo que se llama la “culpa del sobreviviente”.

Romano de sangre

APU: ¿Cuando mirás tu propia historia, lo hacés con decepción?

GR: No, la miro con admiración. Soy muy compasivo, porque es muy fácil nacer de padres abiertos, de izquierda, analizados, cultos, como es mi caso. Mi madre, que es la mejor madre del mundo y la mejor persona, pero con una formación católica, me dio una educación pupila primaria y secundaria, y al Papa Pacelli, al Papa nazi, le rezaban todos los días. O a mi padre que, frente a circunstancias puntuales de su vida, no pudo comprender el peronismo. Entonces se apegaba al radicalismo, que no había podido lavar sus culpas frente a lo que le pasó a Irigoyen. No sé cuántas causas y denuncias tenia Irigoyen. Y cuando fueron a darle vuelta la casa, vivía en una pensión, lo único de valor que le encontraron fue una cama de una plaza con respaldo de bronce.  O como Illia, que tenía los tacos de los zapatos gastados y las hombreras del saco caídas. Y lo tenía a Juan, su hermano que era profesor de historia, como secretario (no una secretaria divina rubia tetona), el momento de reflexión era caminando por la plaza, dándole de comer a las palomas, allí analizaban el futuro político del país. Y otra cosa que frente a este hijo de empresario, que no labura nunca, Illia trabajaba los sábados y los domingos. Y dormía en la Casa Rosada, porque era de Cruz del Eje. No se iba hasta Olivos.

¿Vos sabés lo que es la Casa Rosada un domingo a las 5 de la tarde, primer piso frente a Paseo Colón donde estaba el cuarto presidencial, ver entrar la luz en esa soledad? Era paralizante. Una soledad absoluta.

APU: Que singular ¿no? Que un hijo de empresario hable de cultura del trabajo siendo el presidente que se tomó más días de vacaciones en la historia de los presidentes argentinos

GR: Es porque el trabajo es fundamentalmente manual… tiene que ver con las manos y el valor agregado que le da la manipulación de la materia que se transforma. Los papeles tienen más que ver con los números y las decisiones: los empresarios saben bien eso.

APU: ¿Pensás en la muerte?

GR: Sí. Y eso me impulsa a pelear por un mundo mejor y más justo. Siempre me inspiro en los anarquistas españoles que luchaban contra el franquismo, donaban sus huesos para que los sobrevivientes pudieran hacer guisos, alimentarse y poder seguir la lucha. Era como un pito catalán a la muerte: “Tomá!! La lucha continúa”.

Desde ese lugar, intergeneracional, uno va pasando la posta de la lucha, creo que se trata de eso.