Elecciones en La Pampa: nuevas olas en el viejo mar

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Elecciones en La Pampa: nuevas olas en el viejo mar

19 Mayo 2019

Ilustraciones: Sergio Ibaceta (publicadas en la sección "Entre Pocillos" de El Diario de La Pampa)

Fotos en cuerpo de nota: Dagna Faidutti

Por  Juan Pablo Gavazza

 

“La Pampa es un viejo mar donde navega el silencio”, supo escribir Juan Ricardo Nervi. Es parte de lo que a veces parece una obsesión provincial: definirse de acuerdo a la geografía. Durante la dictadura nos quisieron contar que La Pampa fue “una isla”, una figura que también tomó el peronismo para jactarse de las diferencias con otras provincias más atrasadas, más injustas, más violentas y empobrecidas. La falta de políticas culturales o de ideas renovadoras a veces se explica en una comparación con el desierto, del mismo modo que los estancamientos productivos y económicos, y algunas otras chaturas, encuentran su metáfora en la llanura.

 

El invicto en juego

El justicialismo cumple 36 años en el gobierno y la elección de este domingo 19 de mayo determinará si tiene un nuevo respaldo popular. Las ansias de cuidar el invicto vienen de la mano con algunas novedades, forzadas, circunstanciales, quizá hasta azarosas, pero que no dejan de ser parte de las nuevas olas que aparecen en ese viejo mar del peronismo. El peronismo pampeano fue siempre conservador y ortodoxo. Y sin embargo en los últimos tiempos dio algunos pasos a contramano de su tradición. En su afán de confrontar con el macrismo en desgracia, tejió nuevas alianzas, impensadas hasta ayer nomás. Además de contener a todas sus líneas internas, algo que nadie aventuraba como sencillo, unió el nombre del PJ pampeano al de sellos como el del Partido Comunista, Nuevo Encuentro, el Partido Humanista y Patria Grande. En esa gran unidad que pretende ser ejemplo para el país, también confluyó el Frente Renovador.

Todos esos sectores no fueron solo incorporados “para la gilada”, sino que si el desempeño electoral es acorde a las expectativas tendrán representación real y genuina. Pero quizá más importante para la definición de un nuevo perfil de la identidad política del peronismo pampeano, es lo que decidió sacarse de encima: se obturó la carrera de Juan Carlos Tierno, líder de un proyecto fascistoide al que se pretende dejar en los márgenes; tampoco hubo lugar en las listas para la representación del partido evangélico.

dibujo2El peronismo pampeano fue impacto nacional cuando en la Cámara de Diputados de la Nación permitió la media sanción del aborto legal. Fue una decisión política y estratégica, incluso a contramano de lo que desde su “fuero íntimo” pensaban votar dos legisladores. Y así como en ese instante se atendió la demanda del movimiento feminista, otras olas van confluyendo en su relación con un Estado provincial que tiene gestos amigables hacia organizaciones populares, que reivindica en poses y contratos su diálogo con las cooperativas y que alza la voz y las causas judiciales contra viejas corporaciones, o en defensa de los recursos hídricos, o contra el poder central aporteñizado, al que ni siquiera le firmó el Pacto Fiscal.

Cualquiera que mire la historia de los protagonistas dirigenciales encontrará la paradoja: Verna fue cara visible y herramienta imprescindible de la Banda del Senado de los ‘90, un representante del neoliberalismo y de la corporación política asociada a la macrocorrupción, referente sustancial del capitalismo financiero, una piedra en el zapato de ciertas políticas nacionales y populares que intentó el kirchnerismo. Pero ahora, como lo chicanean los enemigos que fueron sus amigos, habla como si se sintiera el Che Guevara y como si La Pampa, de verdad, fuera esa isla.

 

El miedo es político

Como el miedo es político, para que esa transformación ocurriera la estantería tuvo que ponerse en riesgo: en las PASO del año 2017 -cuando el PJ pampeano iba y venía en su relación con el macrismo, después de facilitarle la luna de miel y tender puentes excesivamente amigables- los candidatos de Cambiemos sacaron más votos que los del peronismo. Esa tendencia se revirtió con lo justo para la legislativa general: el PJ remontó más de 20 mil votos y ganó por apenas 54 sufragios. elecciones-2017Pero reorientó su identidad y entonces empezaron a mirarse más amenamente con sectores con los que antes no se daban ni la hora. El colmo de esa circunstancia ocurrió en las internas del 17 de febrero, cuando en lo que fue una escena literalmente extraordinaria la sede del PJ fue avanzada por banderas y militantes de fuerzas de “centroizquierda” al ritmo del “oooh… vamos a volver…”

El fruto de ese proceso, más acelerado de lo que podría suponerse: En La Pampa es la primera vez desde el regreso de la democracia que la oposición corre por derecha al peronismo. La alianza de macristas y radicales desmembró una coalición que antes incorporaba a sectores socialistas, progresistas, independientes e incluso peronistas.

Daniel Kroneberger, un radical tradicional, salió electo candidato a gobernador tras darle una paliza en la interna a delfín del macrismo, el “Colo” Carlos Mac Allister, que se comió la goleada de su vida. Lo que vino después fue la Operación Camuflaje: la UCR intentó por todos los medios de despegarse de su socio, pinchó los globos amarillos y hasta –detalle bizarro- sacó de los afiches la inscripción “Cambiemos” para poner “Avancemos”.

 

La biología es política

La biología también es un asunto político: el cáncer del gobernador Carlos Verna, que lo obligó a salirse del intento reeleccionista, derivó en la candidatura de Sergio Ziliotto, que pertenece a una generación más joven, pero que además no podrá, al menos en los inicios de su hipotética gestión, practicar el modo caudillesco que caracterizó a todos los demás gobiernos. Si es por caras nuevas, el panorama que sueña el peronismo se completa con Luciano Di Nápoli –joven abogado de La Cámpora- gobernando la capital provincial y Fernanda Alonso (otra sub-50) como la primera mujer de la historia a cargo de la Intendencia de General Pico. Si todo eso ocurre, los grandes popes del viejo PJ no estarán completamente fuera de escena, pero tendrán menos incidencia que nunca. Esa será, también, una nueva ola en el viejo mar del peronismo. Ese océano incluye hechos de corrupción, obra pública deficitaria, aspectos institucionales poco transparentes, falta de infraestructura en algunas áreas, la marcada necesidad de mejorar la calidad de la educación y fundamentalmente la ausencia de un proyecto que permita cierto despegue económico que haga base en la actividad privada como generadora de empleo.La contracara de esa realidad es la innegable presencia estatal, sobre todo en épocas como la actual en que los sectores más vulnerables necesitan del auxilio estatal porque el mercado solo les va a tender una mano para hundirlos.

 

Estado, presente, ahora, ¿y siempre?

Esta segunda gran ofensiva neoliberal terminó de demostrar que si algo hizo el peronismo fue marcar la presencia del Estado en su vida cotidiana y en su mirada estratégica. Posiblemente como en ningún otro lugar del país, en La Pampa esa idea –y esa práctica- quedó instalada, con defectos y virtudes, como característica del territorio

No hay ningún peronismo argentino que sea más provincial que el PJ pampeano. A veces pareció cerrar las fronteras, como si se tratara de una especie de república independentista: el actual período está cargado de gestos de ese tipo. Y otra vez, rondando en el inconsciente, la figura de la isla. En la mayoría de las ocasiones, ese peronismo pampeano supo tener gestos simpáticos y hasta de sumisión con las tendencias nacionales, pero cuidando la quintita.

eleccio-n-general-IIEl gobernador de los ’90, Rubén Marín, fue servil con los deseos del menemismo y acompañó al caudillo riojano –al que idolatraba- en las peores decisiones (en La Pampa como nunca crecieron la pobreza, la desocupación y la marginalidad), pero por presiones sociales y conveniencias políticas propias evitó la privatización del banco provincial, se negó a transferir la caja previsional, invirtió en la educación pública aunque aplaudiera a rabiar la Ley Federal. Forzado por múltiples circunstancias y para zafar de las denuncias por una escandalosa corrupción que tendía a la privatización del sistema eléctrico, ese gobierno de los ’90 finalmente dejó ese servicio en manos del movimiento cooperativo, que en La Pampa siempre fue robusto, masivo y representativo. Garantizó la prestación por más de seis décadas.

La alianza con las cooperativas se renueva en esta hora: también marcando un camino para el país, se proyecta la creación de EMPATEL, una empresa provincial de telecomunicaciones, con mayoría estatal y fuerte peso de las economías solidarias, para dar la pelea contra las corporaciones en Internet, televisión por cable y telefonía celular. Sólo el futuro dirá si le toca otra vez al peronismo, y si las sensaciones de nuevas olas en su viejo mar se convierten en una realidad que le permita hacerse cargo de sus reales cuentas pendientes, que no son pocas y sí son graves: desde la generación de empleo para que no se sigan abarrotando las oficinas públicas hasta una lucha real contra la violencia institucional (la Policía se rige aun por una ley orgánica de la dictadura), pasando por la extensión de derechos en ámbitos como la Salud Mental, la juventud, las mujeres.

Ni hablar de la necesidad de enfrentar el déficit habitacional y las mochilas que se cargan a los sectores empobrecidos cuando se les dificulta el acceso al transporte, a la educación, a la salud y a la justicia. Porque tampoco en esas cuestiones La Pampa es una isla.

 

*Juan Pablo Gavazza es Periodista de Radio Kermés 106.1 y www.radiokermes.com