“El relato sobre Malvinas siempre se queda atorado en el 82 y se conoce poco de lo que ha pasado después en las islas”

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“El relato sobre Malvinas siempre se queda atorado en el 82 y se conoce poco de lo que ha pasado después en las islas”

11 Octubre 2020

Por Nicolás Adet Larcher

Ernesto Picco es periodista, docente e investigador de la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE). En el 2019 ganó la Beca Michael Jacobs de Crónica Viajera, otorgada por la Fundación Gabo y escribió el libro Soñar con las Islas: Una crónica de Malvinas más allá de la guerra que cuenta con el prólogo del periodista Jon Lee Anderson (periodista de The New Yorker y autor de Che Guevara: Una Vida Revolucionaria). Soñar con las Islas es una extensa crónica periodística de 200 páginas que interpela al lector y propone ejercitar y complejizar la mirada que siempre tuvimos sobre Malvinas. Para eso, Picco viajó a las islas, fue a Inglaterra, volvió y fue del norte hasta el sur de nuestro país. Entrevistó a marineros, residentes, políticos, ex combatientes, periodistas, accedió a documentos y archivos de todo tipo. El resultado es un libro movilizante, que despierta nuestra curiosidad y que nos transporta a una aventura casi cinematográfica con una atmósfera lynchiana. En diálogo con APU nos contó detalles sobre su libro.

Ernesto Picco |

AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo surge el libro Soñar con las Islas y por qué el interés de escribir sobre Malvinas?

Ernesto Picco: El interés de escribir sobre Malvinas tiene que ver con algo que ha pasado cuando trabajaba en la redacción del diario El Liberal. Todos los años uno tenía que hacer las notas de efemérides por Malvinas y todos los años era lo mismo, entrevistas a ex combatientes, anécdotas de la guerra, notas históricas. Durante tres años seguidos hice esas mismas notas y, en un momento, para tratar de buscarle la vuelta y pensar qué otra cosa se podía hacer para salir de lo circular alrededor de la guerra y el 82, me he puesto a pensar en otras voces que no se estaban escuchando al hablar sobre Malvinas. Y la voz que no escuchábamos era la de los isleños. Entonces - en el 2008 o 2009 - escribí un par de mails antes del 2 de abril para ver si me contestaban y me contestaron varios días después. Eso me abrió una puerta para pensar que ahí podía haber un hilo para tirar y contar sobre los personajes que habitan las islas. En general el relato siempre queda atorado en el 82 y conocemos poco de lo que ha pasado después.

A partir de eso me ha quedado la idea de viajar, intenté hacerlo en 2010 pero quedé a mitad de camino y luego he tenido una segunda oportunidad en 2018, reuniendo dinero y acomodando los tiempos para viajar. De ese viaje salió una crónica en Anfibia llamada "Un pequeño país aparte" donde yo abordaba algunos de estos temas para tratar de conocer a los isleños, pero volví con muchas más cosas que para una sola crónica y ahí empecé a pensar en la idea de escribir un libro en esa línea. Fue cuando me postulé - sin muchas expectativas - para la beca Michael Jacobs que gané en 2019. Se abrió esa posibilidad de volver a Malvinas, ya no planificando solo una crónica sino la intención de hacer un libro con investigación y trabajo de archivo, recorriendo algunas ciudades de Inglaterra y Argentina para ir en la línea de contar Malvinas más allá de la guerra, con el eje en el territorio y en el presente.

APU: El libro va y vuelve entre esos dos viajes que has hecho entre 2018 y 2019. En el primer viaje se nota el impacto de todo lo destacable de la vida en las islas y ya en el segundo empiezas a profundizar en los lugares más oscuros.

E.P.: Esto que voy a decir siempre lo destaco. Yo he mandado una serie de mails a la Oficina de Prensa del gobierno local de las islas y me han preguntado con quién quería hablar, me han ayudado a armar una lista de personas con una agenda para hacer allá y me dieron toda la libertad para moverme y hacer entrevistas con quién yo quisiera después. Esa es una de las primeras cosas que me impresionó, porque uno se imagina que te van a atender con algún recelo, no te van a dar bola o te la van a hacer difícil. Entonces ya entré con ese primer asombro de pensar en que, a pesar de que uno fuera argentino, estaba la posibilidad de llegar. Sumado a eso, yo fui como freelance, sin ningún medio atrás.

Entonces, claro, me sorprendí con toda esa apertura y la verdad que en el primer viaje he comprado. No es que hice una lectura acrítica, sino que toda la primera ola de noticias, datos y papeles que ellos me daban me sorprendieron. Cuestiones que tenían que ver con el nivel económico, la calidad de vida, las formas de organización política que habían construído, con el Estado de bienestar construido para los isleños que garantiza educación primaria, secundaria, de grado y de posgrado en Europa para ellos. Con la cabeza de las generaciones que nacieron después de la guerra. Todo eso me pegó fuerte la primera vez.

La segunda visita me permitió ir ya conociendo eso y con la posibilidad de prestar atención a otras cosas que cuento en el libro. Ellos te dicen que las islas tienen dos grandes ventajas: que no hay desempleo y que no hay criminalidad. La policía tiene pocos casos de violencia, el robo casi que no existe; pero tienen un gran problema que es el acoso sexual infantil. Hay todo un tema sobre eso que no está desarrollado en el libro pero si en una crónica que escribí para Tucumán Zeta. Otro tema es las capas sociales que se van armando con los inmigrantes que llegan a las islas y, por supuesto, el tema de la pesca. Es central para pensar Malvinas. Todo el nivel de desarrollo económico que tienen hoy lo tienen gracias a la pesca, no porque pesquen ellos sino porque hay licencias que cobran a barcos de todo el mundo para pescar en las aguas alrededor de las islas (que vale aclarar que son recursos naturales en disputa). Y eso tiene la otra cara que es la situación de los marineros que pescan desde esos barcos. Aquí encontramos trabajo precario, con muchas denuncias por violaciones a los derechos humanos. Todos los años hay marineros que se tiran por la borda para escapar. A mí me ha tocado conversar con varios de ellos que me contaron sus historias y ahí hay un lado oscuro que también es interesante.

APU: En Argentina tenemos esa visión congelada en el 82 que mencionas, pero qué pasa con los isleños. ¿Cuál es la memoria de la guerra que sostienen y cómo ha sido el después de la guerra para las islas?

E.P.: A mí me ha impresionado mucho ver en el museo de las islas - que es un museo muy chiquito que está ahí - cosas de principios del siglo XIX como herramientas, cuadros, papeles. Y me ha impresionado mucho ver un video que dice "This is our story" que cuenta con las voces de quienes eran niños al momento de la guerra, 30 años después. Cuenta en la voz de los niños isleños cómo se había vivido la llegada de las tropas argentinas. Ahí dicen ellos que siempre se escuchó el relato de los soldados argentinos, pero que nunca se les permitió a ellos contar su historia. Es un video espeluznante porque te obliga a pensar en una inversión del punto de vista. De hecho, parte del libro intenta contar la guerra desde el punto de vista de los isleños. Lo cual - y esto lo aclaro - no significa salir a defender a los isleños, ni hacer un alegato a favor de ellos. Esto sirve para tratar de conocer su punto de vista y ver qué es lo que ha pasado ahí.

Después el libro tiene una parte de investigación histórica donde cuento en el registro de la crónica qué es lo que pasa en Malvinas desde 1982 hasta la década del noventa. Quiénes son los principales personajes, quiénes se encargan de la reconstrucción, cómo son las relaciones con el gobierno de Gran Bretaña, cómo transcurre ese período entre el 83 y el 87 en el que se dan las disputas internas para que se logren algunas cosas: primero, el reconocimiento que los isleños no tenían del gobierno británico. Era algo que venían reclamando hace décadas. En segundo lugar, la reconstrucción. En tercer lugar, la puesta en marcha de un plan de desarrollo económico que ya se había intentado llevar adelante en la década del 70, pero al final no marchó. Eso involucraba la creación de caminos, la construcción de viviendas, la implantación de la base militar más grande de Sudamérica y la creación de lo que ellos llaman zona de conservación que son las 200 millas alrededor del estrecho de San Carlos. Ahí empiezan a cobrar y a asociarse con algunos barcos pesqueros. Esa es una de las reservas más grandes del mundo, sobre todo de calamar. Un producto que se exporta a Europa en condición de producto premium. Las licencias y los impuestos les permiten hacer ese gran despegue en la década del ochenta y ahí es donde empieza a cambiar drásticamente la realidad económica y social de las islas.

APU: Además de que el libro se pudo publicar gracias a la beca, también me parece interesante destacar que se le otorgó a un periodista de provincia, en este caso Santiago del Estero. ¿Qué importancia le das a eso a nivel periodístico?

E.P.: Parece que los periodistas de provincia siempre tenemos que escribir, contar o investigar solo las cosas que pasan en nuestras provincias por una cuestión de proximidad y solo para nuestras pequeñas audiencias locales. Salvo cuando se trata de un tema importante o relevante y los periodistas de Buenos Aires no pueden venir, escribimos para que se lea a nivel nacional, quizás dos o tres veces al año. Pero la realidad es que hay un cerco que romper y tiene que ver con la necesidad de que los periodistas de provincias también podamos meternos con los grandes temas nacionales e internacionales y hacer aportes para que se lean, se conozcan y se difundan más allá de las provincias. La verdad es que yo no podría haberlo hecho sin la beca porque para esto hace falta financiamiento. Más cuando estás en una provincia y te tienes que mover para investigar. La realidad es que era un desafío hacer un trabajo que pudiera demostrar eso, que los periodistas de provincia podemos hacer buenos trabajos periodísticos para lectores de públicos más amplios que vayan más allá de nuestras pequeñas comunidades.