El peronismo en Raymundo Gleyzer: entre la lucha y la traición

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El peronismo en Raymundo Gleyzer: entre la lucha y la traición

14 Diciembre 2013

Por Juan Ciucci

“Conocimos en las cárceles de la Dictadura Militar y en el transcurso de la lucha numerosos peronistas revolucionarios y sabemos de su temple y su amor al pueblo y a la patria; confiamos por eso en que gran parte de ellos sabrán seguir con honor el camino que indicara el inolvidable y ejemplar Montonero Mariano Pujadas, héroe popular peronista, cuando dijo en Trelew: “Aquí hay compañeros de tres organizaciones. Esta acción es significativa de nuestra voluntad de unión. Estamos juntos en esto y vamos a luchar juntos por la liberación de nuestro pueblo””.

Mario Roberto Santucho Las definiciones del peronismo y las tareas de los revolucionarios Agosto de 1973

Desde su aparición, en aquella mítica plaza del 17 de octubre de 1945, el peronismo se ha convertido en el actor central de la vida política argentina. Y lo fue especialmente en las décadas del ´60-´70, cuando nuevos aires revolucionarios retomaron su legado, y una joven generación quiso llevar su nombre como bandera a la victoria.

Aquellos que se volcaron a la lucha revolucionaria por lograr la revolución socialista, como fue el caso de miles de militantes del PRT-ERP, tuvieron que analizar las complejidades de ese fenómeno político. En su práctica militante, esa presencia necesitaba ser discutida. El peronismo no era sólo aquel viejo partido que gobernó la Argentina en los ´50, sino que también era el espacio de militancia de miles de jóvenes que luchaban por la patria socialista.

Mario Roberto Santucho dedicó muchas páginas de su producción intelectual y militante para desentrañar ese conflicto latente en el Movimiento Nacional Peronista. Allí confluían la fuerte identificación de los trabajadores con Perón, el intento de muchos sectores por hermanar al marxismo con el peronismo, la elección por la lucha armada, la ideología burguesa que gobernaba el movimiento, la difícil caracterización de Perón, los sectores retrogrados que ganaban lugar en el peronismo, el papel de la burocracia sindical, la tercera posición…

Santucho siempre intentó separar los distintos actores del peronismo, y establecer diálogos con aquellos que identificaba como compañeros en la lucha común. Las denuncias contra Perón y su movimiento intentaban, al mismo tiempo, construir lazos con el peronismo revolucionario. En julio de 1976 seguía peleando por lograr esa unidad…

Estas tensiones y propuestas están presentes en las películas de Raymundo Gleyzer, tanto en su producción personal como en la filmografía del Grupo Cine de la Base. A la par de las denuncias de complicidad y traición contra el peronismo, se rescata el valor de los militantes que luchan heroicamente bajo de esa bandera. El caso de Rodolfo Ortega Peña es clave en ese sentido, ya que la última película filmada por Gleyzer Me matan si no trabajo y si trabajo me matan es también un homenaje a la militancia del abogado asesinado por la Triple A.

Podemos pensar en Ocurrido en Hualfín como una película paradigmática de la concepción del peronismo que tiene Raymundo: bajo la promesa de la justicia social, la realidad de la clase obrera prácticamente no se ha visto modificada, y para peor, los trabajadores siguen esperanzados por aquello que vivieron de un modo efímero. Esa revolución que no fue, por la cual hoy siguen penando, permanece en sus memorias retardando su accionar presente.

De un modo más estructural, México la revolución congelada sigue ese mismo camino. Mucho antes de que se pusiera de moda comparar al peronismo con el PRI, Gleyzer analiza las complejidades de una revolución que no fue. Retomando aquella máxima del Che: la revolución será socialista o será una parodia de revolución.

“Hay necesidad de creer”, dice la voz en off que acompaña las imágenes de la campaña presidencial de Luis Echeverría. En México Gleyzer realiza una recorrido por la revolución mexicana, de donde logra extraer enseñanzas útiles para los nuevos movimientos revolucionarios. “Si las grandes masas no tienen como objetivo la transformación de la sociedad, fracasan en la toma del poder. La burguesía, que sí tiene ideología, espera su turno”.

Lo que pasó con Pancho Villa y Emiliano Zapata pasó también con Lázaro Cárdenas. Sin una ideología propia, los campesinos perdieron la revolución. “La burguesía revolucionaria no resolvió, no resuelve ni puede resolver ninguno de los problemas fundamentales. Para llamarse revolucionario hay que acabar con la explotación del hombre por el hombre”, continua el relato en off de la película. “Hay que nacionalizar las industrias y la banca. Hay que acabar con el privilegio, hay que distribuir la riqueza. Hay que hacer una revolución socialista”.

Dentro del campo popular hay compañeros de lucha que buscan por otros caminos el socialismo. Y que en su propia practica militante, es esa la hipótesis, podrán comprender los límites del peronismo. En ese sentido, Los traidores puede interpretarse como uno de los mejores análisis de la resistencia peronista, y de los diversos caminos que tomaron los militantes del movimiento nacional y popular: la lucha o la traición.

Barrera es un dirigente obrero, que crece desde las bases por su actitud rebelde, pero que claudica de todos sus ideales al llegar al poder. Sin embargo, esa claudicación ya estaba presente en su accionar obrero, al no tener una clara caracterización del enemigo a enfrentar, y de las armas a utilizar en esa batalla.

El peronismo es también ilustrado con fina ironía, y con el dolor de ya no ser. Junto a su padre Barrera recuerda el golpe del ´55 y cómo no alcanzó la reacción de los trabajadores para frenarlo, abandonados por su conducción. “Los gorilas se avivaron que andábamos flojos y nos dieron con todo en la Plaza de Mayo”, le dice su padre. Y recuerdan a Miguel, quien murió durante el bombardeo. “Eso sí que fue rifar la vida”.

Ese apoyo obrero a Perón de nada sirvió, nos dice Gleyzer, pero a la vez rescata esas pequeñas historias de las bases obreras, esas experiencias que van forjando su conciencia. No es una lectura gorila la que realiza del peronismo: intenta exhibirlo en sus claroscuros, diferenciando la conducción de las bases militantes.

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