El Jefe reinventado

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El Jefe reinventado

21 Julio 2019

Por Juan Rapacioli

 

Desde la centralidad de Bob Dylan hasta la rebeldía de Neil Young, pasando por la inquietante Joni Mitchell y el exitoso Tom Petty, la figura del storyteller (contador de historias) tiene tantos estilos como capítulos de la gran novela americana que se escribe a través de diversas voces. ¿Cuál es la voz de Bruce Springsteen en esta tradición? Arquitecto de una nostalgia y una potencia que intenta retener un mundo que desaparece, el joven que salió corriendo de New Jersey construyó a lo largo de 40 años un imaginario social que tiene en el centro a los hombres y mujeres comunes de lo que alguna vez fue el sueño americano: la vida en la fábrica, la vida en la ruta, la vida en familia. Una mitología de los trabajadores que vuelven a casa después de pasar horas en el frío, de los solitarios que buscan algo en la noche, de los quebrados que se pierden en una autopista sin fin.

Lejos de los caminos alternativos de Lou Reed o David Bowie y de las experiencias delirantes de Grateful Dead o Frank Zappa, Springsteen configuró una poética sólida que se puede leer en clave de road movie. Desde el iniciático Born to Run (1975) hasta el errático High Hopes (2014), pasando por el sombrío Nebraska (1982) y el emblemático Born in the USA (1984), Springsteen -conocido como El Jefe- ha tocado los puntos claves de la narrativa estadounidense contemporánea: las familias rotas por la falta de dinero, los efectos de la guerra, los vínculos amorosos en un mundo cambiante, la violencia de la ciudad y la melancolía de un sueño que, casi siempre, tiene la forma de viaje solitario en auto por la ruta. Aunque no se trata de un artista experimental, Springsteen sabe moverse con eficacia dentro de la tradición del folk, desde la balada country hasta el rock eléctrico.

En los últimos años, Springsteen publicó Born to Run (2016), un libro autobiográfico que se puede leer en espejo con Springsteen on Broadway, una suerte de concierto teatral sobre su propia vida a través de canciones fundamentales de su obra. Estas reflexivas producciones ahondan en las inquietudes más íntimas del artista pero también en la importancia de la imaginación. En algún punto del concierto (que se puede ver en Netflix), el músico confiesa que nunca conoció el interior de una fábrica y, sin embargo, sólo escribió sobre eso. Desde esta perspectiva se puede entender su nuevo álbum, Western Stars, un conjunto de canciones con arreglos orquestales que conforman un imaginario cinematográfico. Algo del pop californiano de los 70 se mezcla con la banda sonora de un western donde los hombres esperan, recuerdan, escapan y tratan de olvidar. La nostalgia funciona como estética pero también hay destellos de esperanza. La voz del Jefe, a los 69 años, suena distinta. Hay una rabia que se fue diluyendo en comprensión y un dolor que se transformó en sabiduría. Entre autos, caballos y hoteles, el álbum es una saludable reinvención de un artista con voz propia. Después de “The Promised Land”, “The River”, “The Ghost of Tom Joad” y tantas canciones emblemáticas, no deja de sorprender la potencia emotiva de “Moonlight Motel”, tema que cierra el álbum pero sigue resonando en el aire.