Cooke, Favio y las definiciones ideológicas del peronismo

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Cooke, Favio y las definiciones ideológicas del peronismo

21 Diciembre 2013

Por Santiago Asorey

A esta altura de la historia seria un infantilismo dar definiciones cerradas y totales sobre el Peronismo. Por lo pronto, lo que une a Leonardo Favio y a John William Cooke es entender la imposibilidad de dar esa definición ideológica total. Cooke entiende que las verdades individuales están subordinadas a las verdades colectivas en sus distintos contextos históricos. “Casualmente una ideología revolucionaria no solamente es una ideología a la que se llega en la acción y en el conocimiento, sino que el de nosotros esté acertado y vea más nítidamente, solamente puede reivindicar la precariedad de su superioridad de concreción, porque ante una realidad cambiante nadie tiene verdades definitivas, sino verdades provisorias que en cualquier momento puede quedar atrasadas”, nos dice Cooke.

El trasfondo del Peronismo es entonces pura negatividad, en el sentido en que es pura posibilidad histórica. Porque el Peronismo interviene no sobre la abstracción sino sobre la historia y su devenir complejo, heterogéneo y contradictorio. Por ende las definiciones ideológicas son construidas en el accionar de las fuerzas populares que lo llevan adelante. El Peronismo como lenguaje de las clases populares no tiene un predestinado ideológico.

Esto que Cooke comprende profundamente fue expresado también en el cine de Leonardo Favio, donde el artificio se expone constantemente. Una luna hecha de papel en su última película “Aniceto”, un plano del General intervenido como collage en “Perón, sinfonía del sentimiento”. Lo que Favio hace es exponer la materialidad del imaginario popular del cual el Peronismo es parte. Por ende, lo que muestra es la imposibilidad de ir más allá de la materialidad y del artificio del lenguaje. Lo que queda claro en Favio, es que el Peronismo es un lenguaje con las limitaciones históricas de todo lenguaje. No hay más allá de la representación. No hay justificación metafísica. Cuenta Leonardo Favio que una vez el padre Múgica le pregunto “¿Para qué te pasas el día rezando el Dios te salve María? Te pensas que Dios es tarambana que le tenes que repetir… Le explique que yo lo hacia porque antes lo habían hecho mis abuelos, que repetía sonidos que habían estado en boca de mis abuelos y de los abuelos de mis abuelos, que ese sonido, de tanto repetirse a través de cientos de años, alimentaba la fe… Yo puedo dudar de muchas cosas que se hayan dicho antes, pero de lo que no tengo dudas es de que cientos de miles se aferraron a ese sonido.” A Favio le interesaba el sonido de rezo, no el rezo en si, es decir le interesaba su materialidad, porque para él la potencia del signo se encuentra en esta practica material que es siempre histórica.

El horizonte de toda practica ideológica esta en los límites del lenguaje y el contexto histórico que el lenguaje disputa. El Peronismo como medio de representación se encuentra en el devenir de la historia y su apertura.  Para Favio el Peronismo no es una construcción cerrada y total sobre si misma, porque es permeable a la duración del tiempo y a la forma en que el tiempo resignifica los signos de lo social. El misticismo y la religiosidad construida por el movimiento no se fundamentan en el fondo de las cosas, sino en su materialidad y en la necesidad política de la invención de un signo que alimente la fe popular.

Para Cooke tampoco hay un fondo de las cosas, sino una historia con sus particularidades lingüísticas y contradicciones que necesitan ser interpretadas colectivamente. Esa forma de accionar en la práctica política que no se monta sobre un predestinado es el secreto de su potencia de masas. Lo que la izquierda antiperonista acusa como limitante por el vacío ideológico, es en realidad la potencia extraordinaria de una política abierta a la complejidad del devenir. El día que el pueblo no necesite mas del Peronismo, será el día que su lenguaje ya no represente sus aspiraciones político-históricas y será solamente a partir de que encuentre un nuevo lenguaje superador. En ese camino se encuentra la disputa cultural del kirchnerismo, con todas sus limitaciones, poder convertirse definitivamente en el lenguaje político de los que aun no tiene voz.