Cine: “Aftersun”, una oda al recuerdo

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CARTELERA DE CINE

Cine: “Aftersun”, una oda al recuerdo

12 Febrero 2023

Cuánto pesa la nostalgia es una buena pregunta: en Aftersun (2022), la película dirigida por Charlotte Wells, es omnipresente y transversal. Aparece como un hilo que enhebra cada uno de los recuerdos de aquellas últimas vacaciones que Sophie (Francesca Corio) disfrutó con su padre cuando tenía tan solo once años. Lo hace a través de un estilo muy particular, similar al de una poesía de amor.

Su progenitor, Calum (Paul Mescal), es un hombre misterioso y algo silencioso, pero presente cada vez que habla, cuya historia se caracteriza por ser bastante enigmática a lo largo de todo el film. Con él Sophie comparte una relación cálida y cercana, y hasta intimidades como el hecho de contarle acerca de su primer beso. Suceso que ocurre en el hotel en el que vacacionan.

Ella es una niña llena de inocencia, no obstante, de preguntas, que sabe disfrutar de la espontaneidad de su padre, a quien muchas veces acompaña en sus silencios (los cuales suelen ser bastante recurrentes). Poco se conoce de Calum, sin embargo hay algunos datos que aparecen como ciertos hitos imposibles de esquivar. La ansiedad es un problema persistente en su día a día, atraviesa algunos momentos de angustia extrema y llanto, y hasta ha tenido algunos intentos de suicidio.

De alguna manera se traza un paralelismo existencial: Sophie es una niña llena de futuro y de reflexiones, a quien le parece que la vida está colmada de lo eterno, mientras que Calum pareciera no poder apreciar lo que vendrá. La depresión que manifiesta, junto a algunas de sus acciones y su ansiedad, sólo le permiten atesorar parpadeos de unas vacaciones que terminan siendo la promesa de lo que ya no volverá a ser.

Aftersun es algo así como un racconto de filmaciones que ellos mismos inmortalizan con su grabadora de videos, en aquel hotel en donde disfrutaron de sus últimas vacaciones. De la pileta y los días de sol, entre juegos y algunas anécdotas.

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Una característica inexorable de esta obra es lo pausado que parece ser el cine, aunque de él se desprende una poesía permanente que sin merodear ocupa toda la pantalla. Asimismo las miradas y complicidades entre padre e hija permiten que la sensibilidad ocurra todo el tiempo, casi sin proponérselo, y se cuele filmación tras filmación.

Entre recuerdo y recuerdo, la película transcurre en un presente que termina siendo pasado y vislumbra cómo el recuerdo, y la construcción del recuerdo como tal, es el presente de Sophie, a quien hoy únicamente le quedan los videos caseros de las últimas vacaciones que pasó junto a Calum.  

La película es una oda al recuerdo, como última opción, como aquello que se atesora cuando ya no queda nada.

Incluso puede hasta parecer confuso que la directora haya montado todo el film en el pasado, pero hay algo que le brinda sentido de manera repentina. Una Sophie adulta recuerda a su padre gracias a aquellas filmaciones. Por eso la película es una oda al recuerdo, como última opción, como aquello que se atesora cuando ya no queda nada.

Las conversaciones que mantienen padre e hija llegan a ser muy cercanas. Hablan de la cotidianeidad, pero también del futuro. Un futuro que se va perdiendo con el correr de las escenas y termina pendiendo de un hilo, con un último baile y un adiós. Escenas entrañables, repletas de dulzura, es lo que queda de su padre para su hija, ese recuerdo tan nítido, y ese abrazo que sólo Aftersun hace posible, con lo borroso y lo necesario de lo ya ocurrido.

La pregunta que es imposible no hacerse es cuánto de selectivo tiene ese recuerdo. ¿Acaso que en el transcurso de la película no se expliquen muchas de las acciones de Calum tiene un por qué? ¿Hay parte de idolatración a un padre ya ausente? ¿Sigue siendo el recuerdo lo único que queda cuando el amor solo se nutre del pasado?