Campanella y el Goya: METEGOL (en contra)

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Campanella y el Goya: METEGOL (en contra)

14 Febrero 2014

Por Ulises Castaño

Roland Barthes cuenta una curiosa anécdota de Maupassant, quien desayunaba habitualmente en el café de la torre Eiffel por una razón bastante particular: era el único lugar de París desde donde ésta no se veía. Una variante de la metáfora del árbol y el bosque podríamos decir. A veces la realidad, en sus horas mas agitadas, parece jugarse toda en metáforas así.

Días atrás se llevó a cabo la 28º entrega de los premios Goya. Y en esta ocasión, el film de animación en coproduccion con España METEGOL, dirigido por Juan José Campanella y basado en el cuento de Roberto Fontanarrosa Memorias de un wing derecho, obtuvo el máximo galardón en su terna. Sin embargo, para algunos medios argentinos, quienes elaboraron sus respectivas notas escritas a partir de las entrevistas del director a radio Mitre y Rock & Pop, todas son pálidas.

Bajo este verdadero signo de los tiempos mediáticos que nos tocan vivir, uno se enteró de la misma noticia, salvando ínfimas variantes, a través de titulares como "Hay una bola de violencia emocional, me da miedo" ¿Como? Pensé que había ganado el Goya por una película que fue un excelente trabajo de realización, que batió récords de audiencia, resultando de esta manera un verdadero logro profesional, tanto a nivel personal como a nivel de la industria nacional, entre otros aspectos verdaderamente destacables. Al parecer no.

Extraña manera de comunicar la de Perfil, Clarín, La Nación, Infobae (los consultados), e inmejorable ocasión para transformar, cual alquimistas, una noticia feliz en un lamento utilizable con fines políticos. Nada se pierde...

Pero tal vez nos apuramos. Porque en la “otra cara” de la nota, más abajo, no, un poquito más abajo, un poquito más, ahí...se hace mención al reconocimiento obtenido, aunque esta vez para destacar que se contó con el 10% del presupuesto necesario; que se tardó el triple de tiempo y hasta se pensó que seria imposible terminarla. Ahí también uno se entera que el director no asiste a entregas de premios, menos aun si la producción no le paga el pasaje. Por lo tanto nos perdimos la oportunidad de verlo/oírlo como cabeza del proyecto en representación de nuestro país. Pensándolo bien, y teniendo en cuenta lo dicho a Lanata y Tenembaun, tal vez haya que agradecer esto último. Vaya uno a saber si la academia española no terminaba arrepintiéndose del otorgamiento. Como sea, pálidas desde donde se mire. ¿O no? ¿O acaso la entrevista radial dice una cosa y la escrita otra? No puede ser...

De las entrevistas radiales concedidas por Campanella a los periodistas opositores, sin embargo, no llaman la atención, valga la redundancia, los “llamados de atención” sobre la realidad nacional, para ser breves. Y no por desestimar su opinión, simplemente porque esta ya ha sido explicitada en otras ocasiones. Lo que sí se advierte, mas allá de su finalmente flexible renuencia a hacer pronunciamientos políticos, es un pequeño desajuste que me gustaría marcar.

Este pequeño desajuste (muchas veces exacerbado en el rubro artistas) se da entre lo que Campanella asume como un pronunciamiento político (al cual en principio parece reacio dadas las circunstancias vividas con anterioridad a raíz de algún comentario suyo), y lo que finalmente (con mucha ayuda de quienes debieran ayudarlo, pero en serio) termina por configurar apenas un apunte perceptivo. Un apunte perceptivo, por otra parte, siempre susceptible de corroborarse en la realidad, desde luego, pero que indefectible y contrariamente a lo que Campanella esboza discursivamente, es poco más que materia inflamable arrojada al incendio nacional.

Un testamento de los años ´70

En otro pasaje, el director menciona estar leyendo el libro Un testamento de los años ´70, del ex militante montonero Héctor Leis, editado por Katz, propiedad de Alejandro Katz, comensal habitual a las mesas de TN. A continuación, anuncia la intención de trabajar en un proyecto audiovisual basado en el libro, que él mismo define como un análisis del odio en la argentina desde sus orígenes. Y rubrica: "Tenemos que parar esta pelota de alguna manera. Creo que la Argentina necesita una refundación, porque el odio está instalado desde su fundación, y bueno... Qué se yo.. Yo me expreso con diálogos y guiones". La asociación ya está planteada.

A propósito del libro, cito un fragmento significativo de la contundente y extensa reseña titulada Tema del traidor y del héroe escrita por Horacio González: “Veo allí un sentido totalmente ajustado al debate actual, el sorprendente error de vaciar la historia argentina de sus clásicos enfrentamientos, no por haber sido violentos, sino por haber contado con un tipo de decisión armada por parte de los grupos insurreccionales de la época que no habrían poseído habilitación ética de ninguna especie. Esto no es así. Una cosa es condenar la violencia, sobre todo la que emana de órganos políticos que de alguna manera se burocratizan en torno de un lenguaje militar que anula la autorreflexión, y otra cosa es trocar en el alma del hablante el signo que lo hacía ser un joven militante armado (con críticas incluso muy drásticas a esas organizaciones) y asumir hoy la equívoca santidad de hablar desde el punto de vista de los otros”.

El ejemplo de Maupassant es engañoso, no puede verse tan solo como la simple elección entre una cosa y otra, entre ver o no ver, como en este caso escuchar o leer, e incluso leer esto o leer aquello, aunque se trate del mismo acontecimiento, en definitiva. Por estos días, el tratamiento del ya de por sí torrencial caudal informativo y la consecuente manipulación que esto genera, al calor de horas convulsas, parecieran empujar a un reduccionismo igual de engañoso. Volviendo a Horacio González en la parte final de su reseña: “Ni Borges equiparó en su famoso cuento la aparente complementariedad del traidor y del héroe”.