La nueva revolución cubana: ya aplicó al personal médico una vacuna propia

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La nueva revolución cubana: ya aplicó al personal médico una vacuna propia

19 Abril 2021

Por Daniel Garmendia

Las filas avanzan paulatinamente. Todos los movimientos se hacen al son de un protocolo riguroso y de la disciplina cultivada. Las imágenes de las jeringas penetrando la piel descubierta, la sustancia viajando por el torrente sanguíneo y “que pase el siguiente” constituyen el mensaje. Un símbolo que perdura, el de la salud como derecho humano, no como mercancía.

El mundo se muestra, cada día más, desbordado por el avance de la pandemia y la insuficiencia de los sistemas de salud públicos y privados; por la especulación en cuanto a la distribución de vacunas; por la prevalencia de los valores individuales. En ese contexto, la actitud de Cuba se afirma sobre la voluntad de un espíritu poético, de puño apretado y vida ante todo, espinosa y florecida, pero vida siempre, como la lucha hasta la victoria.

En cada brazo inoculado con Soberana o Abdala, penetran también los versos de José Martí. “El verso ha de ser como una espada reluciente, que deja a los espectadores la memoria de un guerrero que va camino al cielo, y al envainarla en el Sol, se rompe en alas.

Según comunicó el Ministerio de Salud Pública el pasado 10 de abril, 75 mil trabajadoras y trabajadores de la salud ya fueron vacunados con la primera dosis. Asimismo, el 5 de este mes se comenzó a administrar la segunda dosis. El objetivo es que para fines de abril se empiece a vacunar a toda la población de La Habana (1,6 millones de personas) y se estima, según ha informado la directora de Ciencia e Innovación Tecnológica del Ministerio, Ileana Morales, que para agosto 6 millones de personas reciban la vacuna, a fin de terminar el año con los 11 millones de cubanas y cubanos vacunados.

Vacunas propias

Cuba cuenta en la actualidad con cinco candidatos vacunales que han sido desarrollados íntegramente en la isla. Se trata de Soberana 01, Soberana 02, Soberana Plus, Abdala y Mambisa, todas producidas por la articulación entre Instituto Finlay de Vacunas (IFV), el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) y el grupo empresarial de las industrias biotecnológica y farmacéutica (BioCubaFarma). Soberana 02 y Abdala se encuentran en la última fase de ensayos clínicos, con resultados satisfactorios hasta el momento –son las que se están aplicando al personal de salud-. De concluir exitosamente los ensayos, se transformarán en las primeras vacunas desarrolladas en América Latina.

Por su parte, Soberana Plus está en la segunda fase de ensayos clínicos. Según se ha comunicado a través de la cuenta de Twitter del IFV, se trata de la única vacuna en el mundo para convalecientes de Covid-19. “Se estima que la población mundial ya cuenta con más de 133 millones de convalecientes, de ahí la importancia de contar con alternativas para ese grupo”. A su vez, el candidato vacunal Mambisa figura en el selecto grupo de las cinco vacunas creadas hasta inicios de abril a nivel global que se administran por vía nasal y que han llegado a la etapa de estudios clínicos contra la Covid-19, tal como ha manifestado la Doctora en Ciencias Marta Ayala Ávila, directora general del CIGB.

La velocidad con que se desarrollaron las vacunas despertó el asombro de una parte del mundo que sigue sin percibir aquella voluntad poética, inclaudicable frente a los sueños o desafíos. El trabajo mancomunado de una colectividad hecho bandera flameante frente a los ciclones del boicot, la palabra de Fidel Castro cubriendo el silencio y llegando en forma de brisa marina o cauce de río a cada cama de hospital. “Si se quiere salvar a la humanidad de la autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra […] Cesen los egoísmos, cesen los hegemonismos, cesen la insensibilidad, la irresponsabilidad y el engaño. Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo”.

El país caribeño cuenta con una larga trayectoria en la producción de vacunas. Gracias a esa política de Estado se consiguió inmunizar a la población, sin distinciones de bolsillo, contra la poliomielitis, la hepatitis B, la meningitis, y se han desarrollado tratamientos contra el cáncer de pulmón. Hoy en día se suman las vacunas contra la Covid-19. Como afirmó Eduardo Martínez Díaz, presidente de BioCubaFarma, todo ello se ha basado en cuatro pilares fundamentales: “el alto nivel alcanzado por la Industria Biofarmacéutica, con gran experiencia en la investigación y producción de vacunas; la fortaleza del sistema nacional de Salud Pública, disponer de científicos y tecnólogos experimentados, comprometidos con la Patria y la Revolución, y la unidad e integración que han caracterizado a todo el proceso”.

La industria farmacológica y las patentes

En el mundo, el sector farmacéutico factura cerca de 1.3 billones de dólares anuales. Se trata de una industria colosal y concentrada, donde las ganancias tutelan las reglas del juego con exclusividad. Más del 70 % de los productos farmacéuticos son fabricados por 15 empresas de países ricos.

Para el inmunólogo Agustín Lage Dávila, director durante más de 25 años del Centro de Inmunología Molecular (CIM), las negociaciones de los grandes laboratorios no son transparentes. “Es la filosofía del capitalismo, el precio no tiene nada que ver con el costo, es lo que el mercado puede pagar. Mientras la demanda no caiga por la subida del precio, se puede seguir subiendo el precio máximo que se soporte. […] Es uno de los absurdos de tener una industria farmacéutica bajo leyes del mercado. Debería ser pública. Entre otras cosas, porque lo que se genera de investigación científica lo paga la sociedad. Las innovaciones tecnológicas son, en su mayor parte, financiadas con fondos públicos. El dinero privado entra al final, si acaso. Y eso es lo que da una industria farmacéutica con unos precios colosales. ¿Qué implica? Que muchos no tengan acceso al medicamento”.

Como se sabe, las consecuencias de la pandemia no han terminado y los efectos nocivos en términos de vidas humanas y recesión económica han impactado fuertemente en Cuba, como en la mayoría del planeta. No obstante, y frente a las limitaciones, las acciones desplegadas para combatir los estragos de la epidemia mundial declaman una intención poética que tiñe de estoicismo los esfuerzos.

A decir del doctor Lage Dávila, las empresas cubanas funcionan como si tuvieran 11 millones de accionistas. Hay cooperación, hay articulación, más que competencia. Y la otra diferencia es su articulación con el sistema de salud pública. “Puedes tener la mejor vacuna del mundo, pero si no tienes un sistema de salud que lleve la vacuna, que la haga accesible, que localice y detecte al enfermo en la atención primaria, que lo trate…es muy difícil que controles la epidemia”.

Mientras Cuba puede llegar a convertirse en el primer productor de vacunas contra la COVID19 de América Latina y de inmunizar a toda su población con recursos propios, otros países no cuentan todavía con dosis de ningún tipo y la gran mayoría depende de la llegada de vacunas extranjeras, otorgadas en cuentagotas.

En febrero pasado, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, alertó que más de 130 países no habían recibido ni una sola dosis de las vacunas y denunció que el 75% de las inmunizaciones aplicadas hasta ese entonces se había concentrado en tan solo 10 naciones, todas ellas desarrolladas. Criticó que el progreso de vacunación fuera tan tremendamente desigual e injusto.

Por su parte, Tedros Ghebreyesus, Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha alertado recientemente sobre el desequilibrio en la distribución mundial de vacunas. “Se han administrado más de 700 millones de dosis de vacunas en todo el mundo, pero más del 87% se han destinado a países de ingresos altos o medianos altos, mientras que los países de ingresos bajos han recibido el 0,2%”. Criticó la actitud egoísta de las naciones más ricas y de la industria farmacológica por negarse a liberar las patentes. Y finalmente sentenció: “Debo ser franco. El mundo está al borde de un catastrófico fracaso moral y el precio de este fracaso será pagado con vidas en los países más pobres del mundo”.

El bloqueo y los sabotajes

El pasado 13 de abril se cumplieron 60 años del atentado terrorista a la tienda El Encanto (La Habana). Como en aquella ocasión, la isla ha debido sobreponerse a los muertos y los daños materiales provocados por los ataques terroristas anticubanos en diferentes ocasiones desde el triunfo de la revolución. Desde la voladura de instalaciones industriales, el ametrallamiento de embarcaciones de pesca, hasta el asesinato de 73 pasajeros –incluido el equipo nacional de esgrima- en un avión de la empresa estatal Cubana de Aviación. Cicatrices suturadas a fuerza de actitudes e intenciones poéticas.

Desde allí brotan los versos de Roberto Fernández Retamar para materializarse en cada mascarilla apretada durante horas, en cada atención médica o cada certificado de vacuna aplicada. “Nosotros, los sobrevivientes,/¿A quiénes debemos la sobrevida?/¿Quién se murió por mí en la ergástula,/Quién recibió la bala mía,/La para mí, en su corazón?/¿Sobre qué muerto estoy yo vivo,/Sus huesos quedando en los míos,/Los ojos que le arrancaron, viendo/Por la mirada de mi cara,/Y la mano que no es su mano,/Que no es ya tampoco la mía,/Escribiendo palabras rotas/Dónde él no está, en la sobrevida?

De la misma manera que con los atentados, la nación antillana también ha debido convivir con el bloqueo económico impuesto por Estados Unidos hace ya 60 años. Otro aliciente para la inspiración.

Como sostiene el politólogo Atilio Borón, luego de más de medio siglo y según los cálculos más conservadores, el bloqueo le ha costado a Cuba cerca de 93.000 millones de dólares, una cifra dos veces superior al Producto Bruto de la isla.

Durante la administración de Donald Trump las sanciones contra Cuba recrudecieron fuertemente. En el ámbito de la salud, se presentaron dificultades para adquirir analgésicos y antibióticos básicos y ya durante la pandemia los obstáculos se han intensificado (más de 50 medidas punitivas aplicadas en 2020).

Como ha señalado el presidente de BioCubaFarma, “No hemos podido disponer de grandes recursos financieros y, debido al férreo bloqueo económico de EE.UU. varios proveedores nos negaron el suministro de materiales y equipos”.

El endurecimiento del bloqueo representa todo un desafío para la economía cubana en tiempos de Covid-19. Conseguir socios comerciales y realizar transacciones financieras son acciones elementales para la economía de cualquier país que en este caso están sujetas a sanciones por parte de Estados Unidos.

El complicado proceso para adquisición de licencias de exportación y reexportación de mercancías a Cuba apunta a dilatar la autorización de las transacciones, lo que impacta directamente en la eficiencia y velocidad con que deben realizarse las compras de medicamentos, equipos médicos y tecnología. Además, no sólo se trata de restricciones burocráticas a la autorización de exportaciones, las listas negras financieras impiden que empresas estadounidenses y de otros países, así también como personas físicas, realicen acuerdos comerciales con cualquier entidad cubana, bajo el apercibimiento de severas sanciones.

En marzo de 2020, un envío de ayuda contra la Covid-19 de Jack Ma, uno de los hombres más ricos de Asia, fue bloqueado como resultado del alcance extraterritorial de las medidas estadounidenses. Un día después la Fundación Ma anunció que había enviado mascarillas, ventiladores auxiliares, guantes y kits de diagnóstico. Lo que sucedió fue que la empresa que debía transportar la carga, Avianca con sede en Colombia, se negó a llevar la ayuda a Cuba porque Sinergy Aerospace Corp, un accionista mayoritario, está constituida en el Estado de Delaware y, por lo tanto, está sujeta a las leyes de Estados Unidos.

Asimismo, en abril de 2020 dos empresas con sede en Suiza, IMT Medical AG y Acutronic Medical Systems AG, se negaron a vender ventiladores a Cuba argumentando que podían sufrir sanciones comerciales y financieras por parte de EE.UU. dado que la empresa Vyaire Medical Inc, de origen estadounidense, había adquirido el paquete mayoritario de acciones de ambas empresas. De tal modo que suspendieron inmediatamente las relaciones comerciales con Cuba.

Por otra parte, tanto Medicuba-Suiza como la Asociación Suiza-Cuba han denunciado que bancos como UBS, Credit Suisse, ZKB, ABS y Migros Bank bloquearon la transferencia de donaciones tales como insumos médicos, reactivos de diagnóstico y equipo de protección para el personal de salud.

En este marco de limitaciones y sabotajes motivados por el bloqueo, la creación de vacunas propias y la cobertura con atención médica para toda la población sin distinciones representa un elevado costo económico y un esfuerzo titánico para Cuba. No obstante, la fila para vacunarse avanza paulatinamente al son de los versos de Martí: “A un banquete se sientan los tiranos,/Pero cuando la mano ensangrentada/Hunden en el manjar, del mártir muerto/surge una luz que les aterra, flores/Grandes como una cruz súbito surgen/Y huyen, rojo el hocico, y pavoridos/a sus negras entrañas los tiranos”.

La respuesta

En Cuba hay 9 médicos por cada mil habitantes, uno de los índices más altos del mundo. La tasa de mortalidad infantil es una de las más bajas de América, sólo comparable con los índices de los países más ricos del planeta. El sistema de salud está basado en la prevención, la atención médica orientadora a nivel comunitario y la preparación para dar respuesta frente a epidemias y desastres naturales, incluso más allá de sus fronteras.

Durante 2020, más de 4.900 colaboradores pertenecientes a las brigadas médicas cubanas Henry Reeve prestaron servicios en 40 países para luchar contra la pandemia. Sumados a los que ya se encontraban en otras partes del mundo, sólo el año pasado Cuba tenía cerca de 30.400 profesionales de la salud trabajando en 66 países.

Todos estos datos, la información que se desprende de la acción, se funden densos, fuego y acero, martillo y escudo, con el espíritu poético que anuncia vida siempre. Como los versos de Nicolás Guillén: “¡Aquí estamos!/La palabra nos viene húmeda de los bosques,/y un sol enérgico nos amanece entre las venas./El puño es fuerte/y tiene el remo. […] Traemos el humo de la mañana,/y el fuego sobre la noche,/y el cuchillo, con un duro pedazo en la luna,/apto para las pieles bárbaras;/traemos los caimanes en el fango,/y el arco que dispara nuestras ansias,/y el cinturón del trópico,/y el espíritu limpio./Traemos/nuestro rasgo al perfil definitivo de América”.