“Es muy bueno para la ciencia nacional que una empresa argentina produzca vacunas de última generación”

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“Es muy bueno para la ciencia nacional que una empresa argentina produzca vacunas de última generación”

01 Septiembre 2020

Por Nuncio Petitto y Santiago Asorey

La bioquímica e investigadora del CONICET, Karina Pasquevich, dialogó con AGENCIA PACO URONDO sobre el desarrolló de vacunas contra el COVID-19. La científica es parte del grupo de investigadores de la UNSAM, integrado por doce integrantes del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB), provenientes de diferentes especialidades, que se encuentran trabajando en el desarrollo de una vacuna para el coronavirus. 

APU: ¿En qué tipo de vacunas trabaja? ¿En relación a la situación actual de pandemia, están realizando investigaciones sobre vacunas para el Covid-19?

Karina Pasquevich: Nuestro tema principal de trabajo son los adyuvantes para diferentes tipos de vacunas. Los  adyuvantes son sustancias que permiten estimular el sistema inmunológico para que este monte una respuesta frente al antígeno que se le da.

En el caso actual de la pandemia, dado que se necesita tanto una vacuna, y que en el instituto de la universidad hay un equipo de virólogos muy bueno con el cual nos asociamos para la parte de la selección de los antígenos, decidimos empezar a trabajar en el desarrollo de una fórmula para el Coronavirus.

El tipo de vacuna en la que estamos trabajando pertenece al grupo de las que llamamos vacunas a subunidades, particularmente las que son a proteína recombinante: Son vacunas que tienen un alto grado de pureza, lo que las hace de bajo riego y muy bien definidas. Pero a su vez, estas vacunas, también por su alta pureza, necesitan justamente el agregado de ayudantes.

APU: ¿Cuáles son las diferencias entre la vacuna que están investigando, y las que fueron anunciadas?

KP:  En la página de la Organización Mundial de la Salud figuran mas de veinticinco que están en fases clínicas de desarrollo y más de ciento treinta, entre ellas la nuestra, en etapas preclínicas.

Si la comparamos con las tres vacunas que se van a probar en fase clínica en Argentina, que tal vez a eso apuntaba tu pregunta, acá se van a producir la vacuna de Pfizer, que es una vacuna de RNA mensajero, de ácido nucleico; la de Oxford, una vacuna a adenovirus, que es un virus vivo no replicativo recombinante, lo que quiere decir que no se expande por el cuerpo; y la vacuna china, que es una vacuna que se basa en el virus mismo del coronavirus, que fue inactivado, por lo tanto ya no es infectivo, y se puede utilizar para inducir una respuesta inmune: Hay muchas vacunas de ese tipo en el calendario, o que se han utilizado históricamente.

La principal diferencia entre la vacuna que estamos desarrollando en la Universidad y la de Pfizer, es que, en el caso de esta última, el antígeno, es decir, la proteína contra la que se monta la respuesta, la sintetizan las mismas células del cuerpo de la persona inmunizada, solo se inyecta el ácido ribonucleico. Son vacunas de fácil producción y de rápido diseño, sin embargo, su desventaja radica en que todavía no existe ninguna que haya sido licenciada, por lo tanto, hay poco conocimiento de sus efectos a largo plazo.

La de Oxford es una vacuna a adenovirus chimpancé, es un adenovirus recombinante al que se le modificó su genoma para que exprese la proteína del coronavirus, y básicamente funciona infectando una célula para que esta produzca la proteína del virus y así inducir a la respuesta inmune.

El caso de la vacuna china es muy diferente: Ya no es un virus modificado, sino que es el mismo virus al que se lo inactiva y finalmente se formula con un ayudante para su inyección. La ventaja de esta vacuna es que tiene todos los antígenos del virus, por lo tanto, es mucho más completa. Entre sus puntos débiles se destacan los riesgos de infección que existen en las etapas producción a la gente que la produce por el manejo de grandes volúmenes del virus, y las complicaciones que pueden existir a la hora de inactivarlo: El proceso de inactivación puede llevar a que se modifiquen sus proteínas, que no sean exactamente iguales y que resulte en una respuesta inmune que no era la adecuada. De todas maneras eso se está estudiando en las etapas de inmunogenicidad y según las publicaciones están funcionando bastante bien, faltan los resultados de la fase tres que todavía está en curso.

APU: Sobre estas vacunas se generaron una serie de polémicas que circularon en redes sociales en relación a la manipulación genética del virus: ¿Qué se puede decir al respecto?

KP: La vacuna de Pfizer no es el virus modificado genéticamente, si puede ser que tenga alguna modificación la secuencia que se utiliza, es una ingeniería genética que se realiza para estabilizar la molécula, para que sea más inmunogénica, más estable. Lo cual me parece muy bueno, aprovechar el conocimiento para mejorar una formula.

En el caso de la vacuna de Oxford si es una modificación genética del virus del chimpancé, tiene por un lado la modificación para que no sea replicativo, y eso es bueno porque la idea seria no generar una infección en las personas, si no emular esa infección en un corto plazo para que se induzca la respuesta, es mucho más seguro que no repique.  Y por otro lado existe la modificación que lo hace expresar una proteína exógena.

Respecto a la seguridad de esas vacunas todavía están en prueba. Lo que puede generar algún tipo de miedo, o duda, es que no existe ninguna vacuna de adenovirus recombinante aprobada para humanos o licenciada. Pero en principio hay que confiar en los ensayos clínicos, que afortunadamente las empresas implicadas en el desarrollo publican regularmente.

APU: ¿Cómo analiza la posición de la ciencia argentina respecto al mundo?

Bueno, es una pregunta mucho más general, obviamente que siempre el problema que tenemos es de inversión. No somos un país con mucha inversión en ciencia y entonces desde el punto de vista del equipamiento y los recursos nos cuesta un poco mas todo, pero la calidad de la ciencia es muy buena y cuando se consiguen esos recursos que tanta falta hacen hay muy buena ciencia en la Argentina.

Respecto a las vacunas tal vez pasa algo parecido, Argentina no es un país donde el desarrollo de vacunas haya llegado muy lejos. Existe una vacuna de hepatitis b que fue licenciada, la del virus Junín, y si bien existen empresas que producen vacunas más clásicas como por ejemplo el toxoide tetánico entre otras, el desarrollo de vacunas necesita mucha inversión y muchísima capacidad productiva. Por eso la alegría de que una empresa argentina, o radicada en argentina como MabScience, produzca vacunas de última generación. Es muy bueno para la ciencia nacional.