21 años sin Ezequiel Demonty: una lucha contra la impunidad de las fuerzas de seguridad

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UN NUEVO ANIVERSARIO DEL CRIMEN POLICIAL

21 años sin Ezequiel Demonty: una lucha contra la impunidad de las fuerzas de seguridad

15 Septiembre 2023

El 14 de septiembre del 2002, Ezequiel Demonty fue arrojado a orillas del Riachuelo por agentes de la Policía Federal tras haber sido torturado. Unos días después su cuerpo fue encontrando sin vida debajo del Puente Alsina. En un nuevo aniversario del crimen, su hermano Leo Demonty se expresó sobre la memoria de Ezequiel y sostuvo en redes sociales: “A 21 años de su asesinato, su recuerdo convoca a seguir levantando las banderas de la lucha contra el abuso e impunidad de las fuerzas de seguridad que ejercen violencia institucional.”

“La lucha contra la violencia institucional ejercida por fuerzas de seguridad del estado sigue siendo una deuda política. Voy a seguir tu bandera de lucha para que este dolor que tengo en el pecho duela cada ves menos. Te amo hermano”, agregó.

Es de recordar que en octubre de 2004, por el crimen de Ezequiel recibieron la pena de prisión perpetua el subinspector Gastón Somohano, el inspector Gabriel Barrionuevo y el cabo 1° Alfredo Fornasari. Otros seis uniformados fueron condenados con penas de entre 3 y 5 años por omisión de evitar los delitos perpetrados.

En mayo de 2007, la Cámara de Casación Penal dejó firme el fallo. Sin embargo, en 2019,  Barrionuevo y Fornasari recibieron el beneficio de salidas transitorias por “haber pasado más de 15 años y haber tenido una conducta ejemplar”.

En 2015, tras la iniciativa de alumnos de la escuela a la que asistía Ezequiel en el Bajo Flores (Escuela 3 DE 19 Carlos Geniso), se logró el cambio de nombre del Puente José Felix Uriburu, conocido como Alsina, y pasó a llamarse Ezequiel Demonty.

En una entrevista con AGENCIA PACO URONDO, en septiembre del 2020,  el hermano del joven asesinado, sostuvo: “Seguimos sintiendo el mismo dolor del primer día. La invención de causas es una práctica de las fuerzas de seguridad en el tiempo que sea, ya sea dictadura o gobierno neoliberal. A Ezequiel le inventaron que se quiso robar una bicicleta, un taxi, después que le quiso robar a alguien que salía de trabajar. Siempre que hay un pibe de barrio se lo quiere culpar. La realidad es que con Dolly, mi mamá, desde el primer momento dijimos que si mi hermano estaba robando tampoco era la manera para proceder de la policía. Entendemos que son prácticas heredadas de la dictadura, porque conocimos muchos casos antes del de Ezequiel con el mismo procedimiento. Creo que fuimos una de las pocas familias que nos animamos a denunciar el caso.”

Además, había añadido: “Las condenas fueron ejemplares para lo que era el momento. Agradecemos al juzgado, a los abogados y a la familia por la lucha que se tuvo. El tema de las salidas transitorias al principio nos cayó mal. Queremos que se cumpla el total de la condena. Algunos alegan que se reinsertaron, pero la realidad es que son personas que se capacitaron para portar un arma, y son policías, no cualquier persona. Ese derecho se le puede dar a un criminal común, a ellos no. Pero como siempre dice Dolly, nosotros luchamos por los derechos humanos de las personas, incluso de los que mataron a mi hermano. Eso no quita que si ellos no están aptos para reinsertarse a la sociedad nosotros luchemos para que cumplan lo que tengan que cumplir.”

En una crónica escrita en 2017 para este portal; el entonces médico pediatra en el Hospital Durand Oscar Trotta, recordó que a fines del 2001, mientras hacia guardias conoció al joven. 
“Con 18 años y una sonrisa luminosa, se pasaba noches enteras junto a la cama de su hermano y amigo Lucas, quien padecía una leucemia que finalmente lo llevaría a la muerte”, recordaba Trotta.  
Además, Trotta rememoraba su diálogo con Ezequiel sobre sus proyectos y sus gustos. “Quería seguir estudiando, quería un futuro, quería a su novia Jessica y quería tocar la guitarra. Esa noche, de madrugada, Lucas murió, Ezequiel lo tomaba de la mano”. 

“Nueve meses después, el 22 de septiembre del 2002, encontré a Ezequiel, en las tapas de los diarios. Se había ahogado en el Riachuelo, bajo el puente Alsina, en Pompeya.  Lo habían torturado y asesinado cuatro policías federales obligándolo, a punta de pistola, a tirarse y nadar en la turbia espesura de la noche y el río. Lo mataron por negro, por pobre y por joven. Ezequiel iba a ser papá. David Ezequiel no llegó a conocerlo", concluyó el trabajador de la salud.