A 14 años del asesinato de Ezequiel Demonty

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A 14 años del asesinato de Ezequiel Demonty

14 Septiembre 2016

Por Leonardo Demonty

Un día como hoy, pero en 2002, a esta hora nos estábamos preparando para ir a bailar.  Fui con mis hermanos Emanuel Suarez y Ezequiel Demonty, amigos del barrio Illia y de Ciudad Oculta. Cuando Ezequiel salió del boliche junto a dos amigos fueron detenidos.  Ezequiel fue torturado y arrojado al riachuelo hasta morir por parte de la policía federal de la comisaría 34. Los 2 amigos (Claudio y Pelado de Ciudad Oculta) pudieron salir y Ezequiel fue encontrado sin vida una semana después. Recuerdo como si fuera hoy. Ezequiel Demonty Presente.

Los hechos

Los tres amigos regresaban de la bailanta Panambí, de Constitución. Los efectivos los detuvieron en la remisería de la avenida Cruz y el pasaje La Constancia, ante la denuncia, según ellos, de una persona que dijo que le habían robado la bicicleta. Los pusieron boca abajo en el piso, separados, y comenzaron a darles trompadas.

En un momento decidieron introducir uno en cada patrullero y en caravana llegaron a la orilla del Riachuelo, a la altura del puente Uriburu. Durante el viaje, los policías que iban con Paz le preguntaron: "¿Sabés nadar?". Ante su respuesta negativa, le dijeron: "Bueno, ahora vas a aprender", según declararon las víctimas.

Cuando los bajaron, todos los policías hicieron una ronda a su alrededor y continuaron pegándoles, mientras les gritaban "ahora van a sufrir" y "ahora los vamos a matar". Eran las 5.40 y aún no había amanecido.

Entonces, los fueron empujando uno por uno al agua, comenzando por Ezequiel, a quien le gritaban, cuando estaba en medio del río: "Nadá o te pego un tiro en la cabeza, mientras uno de los policías le apuntaba con su arma". Ezequiel fue hacia el puente y uno de sus amigos lo vio, alzando el brazo, dándole la sensación de que se hundía.

Luego, empujaron a Claudio, que pudo cruzar a nado y, por último, a Paz, al grito de "Dale negro, metete". Pero éste pudo aferrarse a una rama y quedarse en la orilla, a pesar de que los policías le ordenaban desde el borde que nadara hacia el interior del Riachuelo. Los dos chicos que sobrevivieron coincidieron en una apreciación: a ambos les pareció que los policías estaban demasiado excitados, como drogados, dijeron.