“Queremos políticas de drogas más justas, más humanas, más eficaces”

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“Queremos políticas de drogas más justas, más humanas, más eficaces”

03 Mayo 2013

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APU: En principio, cuál es la importancia de estas Primeras Jornadas. ¿Cuál era la propuesta, la idea que tenían al hacerlo?

Sebastián Basalo: Básicamente, la idea del encuentro es -creo yo- lo que más subyace a la vista, compartir información. Estamos viviendo una época realmente histórica, no sé si histórica porque lo hubiéramos elegido así, sino por el paradigma respecto a lo que claramente es y va a ser el fenómeno socio-cultural más importante de este siglo: el consumo de drogas. Todos consumimos drogas todos los días, así nos demos cuenta o no, lo querramos o no, lo aceptemos o no. Drogas son cocaína, marihuana, pero también es alcohol, tabaco, el café o la aspirina, que si tomas diez te mata y si tomas dos te puede hacer abortar. Ninguna sustancia es inocua.

En este contexto, de un modelo que después de 70 años fracasó, que lo único que hizo fue crear y profundizar los males que decía querer perseguir,  no solamente no los solucionó, los creó y los amplió, porque antes de la prohibición no había problemas con el uso de drogas. Reducir no fue un intento de solucionar un problema, la prohibición generó el problema. Durante cinco mil años el hombre se relacionó de forma natural con las sustancias que lo rodeaban, con las plantas, con las medicinas y hasta con los venenos.

Hubo un momento en el que el capitalismo se estructuró de tal manera que las drogas dejaron de ser lo que eran por su fin, dejaron de ser algo que se usa para curar, para esto o para lo otro, como primera opción -porque no dejaron de servir para eso- y pasaron a tener un valor, un valor social, pasaron a ser una mercancía y así fue cómo se originó la prohibición. Como una manera de darle forma a esa mercancía, vaya si le salió bien el cálculo de la mercancía, en la división que hicieron de decir: bueno, estas drogas las vamos a dejar en un mercado legal y la vamos a repartir entre un supermercado, en una farmacia; y a éstas las vamos a dejar ilegal, la vamos a regular porque el Estado regula el narcotráfico, pero de otra manera, con otras reglas y con otras posibilidades, por ejemplo, duplica  tus ganancias indefinidamente a través del lavado. Y no hay control, no hay explicaciones de por qué hacés o dejas de hacer, o dejas o no dejas estar un tipo vendiendo droga en algún lugar. Lo controlas, pero no tenés que explicar nada de eso. Y el negocio vaya si fue fabuloso que el narcotráfico hoy es el negocio que más recauda a nivel mundial, más que la venta de armas, más que la venta de órganos, más que cualquier cosa. Y el segundo, es la venta legal de drogas de venta en farmacias.

Te decía, en ese contexto, donde lo único que paso fue que se ampliaron los males que se decían querer perseguir, el narcotráfico nació, no es que se expandió, nació, creció, se instaló y se expandió gracias a la prohibición. Las muertes vinculadas con la violencia sistemática que produce este sistema produjo tantísimas otras muertes más. En México murieron cincuenta mil personas en seis años, cincuenta mil personas en seis años asesinadas. Además de crear y expandir el narcotráfico, expandió como nunca el consumo de drogas; nunca antes en la historia se consumió tanta droga como en la actualidad, nunca. Expandió los daños hacia el uso de drogas, porque este consumo masivo que no se registró nunca, encima se da en un contexto donde está mal habla de drogas (ésta es otra razón por la que te contaba se hacen estas jornadas). La ley prohíbe hablar de drogas aquí en Argentina. Entonces, en este contexto donde tenes el narcotráfico que es un sistema que básicamente fabrica sustancias que nadie las controla, adulteradas, nadie sabe si lo que vas a tomar tiene veneno de ratas o lo que vos buscar tomar. Te compras una lata en el supermercado y es una ruleta rusa, la abrís y a la hora de comerla tenés que ver si tenía tomate o tenés cianuro.

Esas sustancias adulteradas se consumen en un contexto de desinformación al estar restringida esa información. Nadie sabe cuánto, cómo, porque se cree, por suerte cada vez menos, se cree y se llegó a creer mucho, por ejemplo, explicarle a una persona la dosis con la que se genera una sustancia es promover su uso. Una locura más perversa aún que aquella de la Iglesia cuando decía que enseñar a usar un forro era expandir el sida, expandir el sexo. Aquí, en Argentina, nos pasó algo similar en los ’90 con esa lógica, ante el surgimiento de problemas de salud vinculados al uso de cocaína inyectable que fue un furor sobre todo a fines de los ’80. El gobierno de Menem no tuvo mejor idea que prohibir  la venta de jeringas, solo a médicos. Y qué hacía la gente cuando no tenía jeringas, ¿dejaba de consumir?  No, las compartía. Generó una epidemia, más de dos mil personas, mínimo, entre –no recuerdo bien la franja ahora- pero entre 40 y 45 años de hoy murieron contagiadas de Sida, y otras tantas se enteraron después.

Entonces, hay sustancias adulteradas, el consumo es desinformado y encima en un contexto de criminalidad. Incluso, vos sos un criminal por hacer eso. Y en consecuencia, lo último que vas a hacer en tu vida va a ser pedir ayuda si la necesitas porque vas preso. Porque vas a pedir ayuda para no morirte pero en vez de recibirte un tipo en delantal, te recibe un chabón con esposas. Entonces, en esa lógica lo único que ibas a poder hacer era, ya no expandir, multiplicar indefinidamente el problema de salud asociado al consumo de drogas, que la gente se muera por consumir sustancias adulteradas, que la gente se muera por sobredosis, que la gente padezca, por ejemplo, el problema de adicción por no saber cómo usar una determinada sustancia, que la gente se contagie enfermedades por el mal uso de sustancias compartiendo elementos de consumo y una larga lista de etc.

Pero además de expandir el narcotráfico, de crearlo y expandirlo, además de generar una epidemia de salud, lo que hizo la prohibición creo que, y es una reflexión que más vale a esta altura, es que violó sistemáticamente los derechos humanos de poblaciones enteras. Entonces, uno lo planteaba hace  cuarenta años bueno, por ahí como argumento te lo ponían al final. Hoy el moderador de la primera charla decía de modo irónico “Pucha qué suerte que se generó este desastre para que de una vez por todas puedan entender algo”. Que desde el principio estaba claro algo que estaba destinado ya no a fracasar, sino a generar un caos. Que en un país como Argentina, que ha hecho de los Derechos Humanos una bandera, una construcción política directamente, que desde el retorno de la democracia a esta parte, donde solo hay un valor fundamental, por suerte lo que tanto nos esforzamos en juzgar a quienes los han violado, que violar sistemáticamente los DDHH de 1989 a esta parte 400.000 personas hoy calculan distintas ONGs dedicadas al tema, 400.000 argentinos, ya uno sería una barbaridad, ya que una persona sea vejada en sus derechos humanos. De la sanción de esta ley a esta parte 400.000 argentinos vieron violados sus derechos humanos, y cuántos fueron presos a cambio de eso por año, cuántos fueron presos por año de los 12.000 que se encarcelaban, el uno por ciento, reconocido por el propio Estado, por su Poder Judicial, el uno por ciento.

Yo creo que mínimamente, más allá de cualquier  cuestión ideológica y con una frialdad absoluta, la cuenta no te cierra. Entonces, en este contexto histórico, como te decía, un contexto de caos, de desastre donde todos convenimos que esto no sirve y si convenimos que no sirve, me sigo preguntando cómo es que alguien puede convenir que hoy hay un desastre y negarse  a que esto cambie. Eso directamente ya es el discurso más asombroso, el que te dice no, nunca vi tanto narco como ahora, nunca se consume tanta droga, pero que no se despenalice. ¿Qué me estás diciendo? Cuando de hecho los países que despenalizaron en distintas formas, porque son experiencias que se dieron de distintas maneras, en los últimos diez años, cuando no detuvieron los índices de consumo, los disminuyeron relativamente con el resto de los países. Por ejemplo, Portugal que tenía un ranking altísimo de consumo de marihuana y cocaína, después de haber despenalizado hace doce años ya, se transformó, le llevó su tiempo, pero hoy es uno de los dos países con menor índice de consumo de drogas en todo el mundo.

La criminalidad social del uso de drogas no solo trae todas esas consecuencias en la salud o en los derechos humanos,  no solo promueve el narcotráfico, sino que promueve directamente el uso de drogas. Hay una fantasía social en el uso de drogas. Vos fijate que loco que hasta antes de la prohibición, todas las sustancias  eran consideradas un bien de uso, se iban a buscar por una razón especifica, la marihuana se iba a buscar para calmarte el dolor, para sentirse mejor, para mejorar el bienestar, para calmar los vómitos, no sé. El whisky también, la morfina también, las aspirinas también. Hoy, con suerte, haces eso con las drogas que dejaron en las farmacias, con las sustancias ilegales está comprobado que lo que más moviliza a una persona a consumirla, aun conociendo los efectos que tiene, no son esos efectos que provoca, sino todo el imaginario simbólico que tiene depositado en esa sustancia. “Ah, me quiero matar porque me dejo mi novia entonces como el que se droga es un tipo que se está matando voy a elegir ese camino”.

Entonces en este contexto actual de desastre y en un momento y en un lugar como Latinoamérica donde a partir de la posibilidad que tiene de esa crisis, esa gorda consecuencia nefasta de la guerra de las drogas se terminaron generando cambios que también van acompañados, porque nada ocurre aisladamente, van acompañando los cambios políticos en toda la región. Toda una concepción que básicamente tiene que ver con un concepto de si no nos unimos nosotros vamos a terminar bastante mal. Y eso que se está haciendo de distintas formas en lo político empezó a darse en el tema drogas y me parece que se están reuniendo y respetando en una autonomía, la verdad que ejemplar, los distintos caminos de cada uno. Bolivia eligió su camino y muy bien le fue, Uruguay está siguiendo otro camino diferente un poco similar al de Holanda pero perfeccionado, Chile está luchando por elegir su camino. En Argentina se está discutiendo otra cosa que es mucho anterior a lo que están discutiendo ellos que es dejar de meter presos por consumo. En Colombia y en México se está eligiendo legalizar la producción de todas las sustancias como una manera de terminar con un narcotráfico del cual se dieron cuenta después de mucha, mucha fiambrería humana que no se soluciona pegando tiros. Que se trata de una disputa económica, por una mercancía, y que la única manera de tomar control de una mercancía es apropiándotela, no disparándole tiros al que se la apropió, es un western sino.

En ese contexto de crisis y de países planteando y animándose a plantear alternativas y ejecutándolas de modo novedoso, tomando ejemplos de  bastantes países del mundo que ya lo vienen haciendo es que, vuelvo al comienzo de mi respuesta, me parece fundamental que esa información se difunda. Porque si hay algo que tenemos que comprender es que, a pesar de tener claro, cada vez más, que esas políticas prohibicionistas fracasaron en todo y a pesar de tener claro el camino hacia donde uno quiere ir a partir de eso, que es básicamente políticas de droga más justas, más humanas, más eficaces. Sobre todo que sirvan para lo que todos queremos ¿qué queremos, acabar con el narcotráfico? Bueno, hagamos algo que por lo menos sirva, no es que el que quiere que la gente deje de ir presa por consumir está a favor del narcotráfico, todo lo contrario. Pero además de justas, humanas y eficaces yo creo agregaría una palabra que escuchaba recién en la última charla antes de venir a la entrevista, que es “soberana”. Nosotros tuvimos la oportunidad histórica de tener básicamente, con todo el riesgo de equivocarnos, políticas de drogas como la tenemos en cualquier aspecto hechas por nosotros. Argentina no diseñó su propia política de drogas, aplicó en la década del ´70 las políticas que impuso EEUU en una época muy puntual, las perfecciono después a pedido de EEUU, las consolidó en los albores del menemato, pero nunca se replantearon, nunca se discutieron. Se trabajó en la misma lógica y se fue arreglando a medida que se intentó tapar los desastres que iba generando y, obviamente, no se lo logró.

Yo creo que es histórico el momento en ese sentido porque estamos hablando de una muy importante, no la elegimos pero que va a ser así porque este desastre ya no va a aguantar mucho tiempo más, está explotando en todo el mundo de tal manera que en las entrañas del propio prohibicionismo empiezan a darse los focos más extremos de cambio. Que son por ejemplo los dos últimos estados que en EEUU legalizaron la venta totalmente libre de marihuana. Totalmente libre, podes pasear en un auto y regalársela a la gente, para ver hasta dónde explotó. En este contexto, diseñar esa política nueva de droga, mas allá de criticar lo qué pasó, es un compromiso y es una responsabilidad de todos nosotros. En ese sentido nos parecía fundamental poder juntar a estos especialistas  que son una parte del gran universo de gente que tiene un montón para venir a  aportarnos y tiene muchas ganas de escuchar también lo que la gente tiene para opinar de eso. Porque insisto, entre todos vamos a construir, pero fundamentalmente tenemos la convicción de que estamos en una época donde lo que necesitamos es información,  porque estamos en una  época donde la disputa política se traslado más allá del llano, donde las posibilidades de ejecutar cambios están más en manos nuestras. Tardará más o menos en llegar dependiendo de un montón de factores por difícil que sea la lucha, pero está la oportunidad de hacerlo. Y para hacerlo necesitamos información y después hará falta la gente capacitada para políticamente llevarlo adelante. Creo que estamos un momento donde la formación es fundamental y ese es básicamente el objetivo de estas jornadas.

Legalización y clubes de cultivo

APU: En eso, por un lado está la información jurídica, por otra parte está también lo medicinal, después están las cuestiones con la policía. Un poco nos puedas hacer un paneo, qué les interesaba marcar con esto.

SB: A ver, intentamos hacer un eje en el primer día, sobre todo, centrado en las políticas de drogas. Obviamente que no podemos hablar de todo el mundo, estamos en un problema en Latinoamérica por lo cual el primer panel básicamente dio un panorama sobre la historia de la situación de la política de drogas en Latinoamérica, qué está pasando, cómo fuimos adoptando estos paradigmas, cómo llegamos a estos problemas y estas nuevas alternativas que están surgiendo. Después hay otro panel especializado puntualmente en el caso del Río de la Plata, donde se están dando dos reformas muy paradigmáticas y con grandes diferencias: en Uruguay la regulación total del mercado de cannabis con la lógica de separación de mercado, en Argentina una discusión muy anterior  en torno a descriminalizar el uso, la tenencia y el cultivo para poder centrar el accionar de la policía en el tráfico.

Después, en la tercera mesa, se va a profundizar en nuestro país. Van a disertar especialistas en distintas áreas que tienen que ver sobre todo, cuáles son los caminos que atraviesa el usuario a través de la criminalización.  En el siguiente panel, donde van a disertar desde la Procuraduría de la Nación para  explicar qué pasa con el usuario de droga cuándo está dentro de la cárcel. En realidad te diría al revés, qué pasa con cuando es detenido por la policía, esa va a ser una sola charla. Porque hay todo un mundo: porque se lo detiene, para qué, cómo son esas situaciones, cómo llegamos a la cifra de que el 60% de los detenidos por la Ley de Drogas son pobres y de estratos sociales bajos. ¿No será que estamos ante una ley que además de violar derechos, además de perpetuar las cosas, criminaliza la pobreza? Después de la detención, el proceso judicial bien kafkiano, se va a analizar eso; se va a analizar la situación en la cárcel de la persona, y obviamente los problemas de salud que vienen en las personas después de atravesar todos ese proceso que, si encima estaba con problemas de salud por el consumo de drogas, lo único que hiciste fue explotárselos.

Y por último, en el día de hoy, se va a dar, para completar el panorama de la política de drogas y en este caso especialmente centrado en el cannabis, se va a profundizar en lo que se está transformando en la alternativa a la prohibición que surgió en España y se empezó a hacer mucho foco en Europa que son los clubes de cultivo. Muchas veces me dicen en charlas, pero bueno, ¿pero qué, cuando se legaliza, se van los narcos y viene Amalita Fortabat a controlarnos? No, hay otras formas de poder pensar, bueno, los clubes de cultivo son eso. Es una regulación comunitaria sin ganancia capitalista de la producción de cannabis. Se juntan personas, se inscriben en un club, cuánto van a consumir, cuánto necesitan consumir durante todo el año, se cultivan las plantas para hacerlo en un lugar cerrado, en el cual el Estado tiene control de ese lugar para verificar que estén esas plantas al momento de la cosecha y que sean las personas mayores de edad, usuarios, etc. Se le paga a un jardinero en blanco, se da trabajo pero no se obtiene dinero, no se conforma la marihuana en una mercancía, sino que se la terminan repartiendo al final entre los que la cultivaron. Eso es un boom en España que hizo bajar los niveles de venta ilegal de marihuana de una manera drástica. La gente no es tonta, que vas a ir a consumir algo adulterado en el mercado negro o se va a juntar en un lugar donde se sabe encima que no le están robando plata sino que es casi una apuesta en común; este concepto de lo comunitario del que podríamos hablar horas. Se pueden discutir un montón de cuestiones, creo que este nuevo siglo nos invita a pensar la política en estos aspectos. Se puede regular un montón de cosas comunitariamente, otras no pero es posible hacerlo, es posible. Si no lo podemos echar, porque sería iluso, es posible si nos ponemos de acuerdo en ponerle algunos límites a este capitalismo salvaje, incluso a la hora de consumir. El consumo no necesariamente es el consumo que nos plantea un sistema capitalista, se puede consumir algo de una manera –más allá de que me haga daño o no a la salud- el consumismo no tiene que estar asociado necesariamente al negocio.

Y al día siguiente, sobre todo se va a profundizar en todos los aspectos relacionados al cannabis, qué es, donde ya no es ni siquiera una droga, sino una planta con infinitas posibilidades, la planta que mayor uso industrial tuvo durante toda la historia de la humanidad hasta que fue prohibida, usada para hacer velas de barco, papel e infinidad de cuestiones y hoy está empezando a hacer un boom en la construcción de ladrillos en Europa, ropa, telas, etc. Es una marihuana que no tiene efectos psicoactivos, un tipo de marihuana muy puntual que tiene un tallo y una fibra muy fuertes. Los aspectos medicinales de la marihuana, la ciencia misma la reconoció. Por suerte, tiene algo bueno que son los más de veinte usos demostrados de la marihuana, tres de los cuales reconocido por la ciencia, es el mejor y la única solución, la que más sirve para ese problema puntual. Está prohibida y sumamos una cosa más a la lista: encima privamos a la gente, a alguien que padece de dolor de dejar de padecer ese dolor. Es lo perverso de este sistema.

Y finalmente va a haber una mesa que, pienso yo, es una de las más interesantes, que es ahondar en esto, en las cuestiones científicas, que no solo nos sirven para analizar los poderes medicinales de una planta, sino para hablar seriamente qué hace la sustancia, qué efecto tiene, qué nos hace en el cerebro, qué nos produce. Pero no solo para hacer leyes sino conocerla a fondo. Porque una vez que conocemos qué nos hace todo lo que nos rodea, cómo no vamos a profundizar en algo que se está transformando en lo que más nos rodea. Entonces va a haber una mesa científica organizada por un docente de acá de la facultad, un especialista en la materia que es Diego Golombek, donde va a venir el director del Instituto del Cerebro de Brasil, el director del Departamento de Neurociencia de la UBA; gente muy grosa a hablarnos de que pasa en el cerebro cuando usamos marihuana. Un poco ese es el camino que van a tener estos paneles que, a mi criterio, son más que interesantes y los que van a venir a disertar son gente muy, muy grosa en su materia.

APU: Me decías esa idea de compartir información. Ustedes ya hace varios años que vienen trabajando con la revista THC. ¿Cómo analizas no solo lo que ustedes lograron sino también en el marco social, cómo se está discutiendo el tema?

SB: A ver, yo creo que con la revista logramos como allanar un poco el camino, abrir un poco las puertas y poner la información sobre la mesa. Realmente nos parece fundamental la información en todo sentido, nos hace libre. Cuanto más elegir libremente no es solo, y muchas veces se creyó eso, no es solo una cuestión desde lo negativo, de no tener una coacción. Libertad no es solo no estar encerrado, libertad es tener todo lo que yo necesito para poder tomar la mejor elección que yo considere en cada momento de la vida, que determina básicamente la vida o la muerte.

Creo que con la información en la mano lo que se produjo, que ya no depende de THC, por eso quise limitar las posibilidades de THC, nosotros participamos de un montón de cosas, de las marchas de la despenalización de la marihuana organizándola al comienzo, ahora junto a un montón de gente, participando de los debates, sí hicimos un montón de cosas pero creo que lo más fascinante fue lo que socialmente se produjo a partir de una existencia de información que fue que se caigan prejuicios, algunos más tarde y otros más rápido, que se construya una conciencia de clase, que el que fuma se dé cuenta que hay otros montones de personas que comparten ese placer para unos, pasión para otros, remedios para otros. Y que todos se ven criminalizados por lo mismo. Casi como cuando Marx le decía a los proletarios, démonos cuenta que a cada uno le gustan distintas cosas, pero a todos nos explota la misma persona.

A partir de ahí se construyó algo fascinante, por ejemplo la marcha de la marihuana, pasar de quinientas personas con 40 detenidos hace cinco años, donde realmente cuando anochecía en el Planetario era bravo. A que el año pasado sea una marcha con 60.000 personas en 23 lugares del país, políticos encabezando esa marcha, con 7 proyectos de ley en el Congreso, con un consenso político que no se dio en diez años del kirchnerismo en ninguna otra política. Que tres políticos sonriendo, los tres representantes del partido se saquen una foto diciendo “nos pusimos de acuerdo ahora” en un tema que en teoría es uno de los más, lo venden como uno de los más conflictivos de todos. Así se llegó a ese acuerdo, y por primera vez en el Congreso después de 400.000 víctimas y veintipico de años de este horror, haya estado la voz de un usuario como víctima, un pibe que estuvo preso por varios meses se puso a hablar delante de los diputados en un audiencia pública, explicando lo que estaba haciendo esa ley con su persona y porque era necesario cambiar esa ley.

Salir a la calle hoy y ver, no te digo los balcones llenos porque es una exageración, pero ver plantas de marihuana en los balcones o vas a ver gente fumándose un porro en la calle. No se lo va a fumar en la cara del policía, no se lo va a fumar afuera.  Nos dimos cuenta que necesariamente libertad no implica libertinaje. Se puede ejercer una libertad con respeto, no hay escándalo porque la gente lo hace y hoy todos vemos gente fumando sin miedo en la calle. Algunos les va mejor, a otros peor dependiendo del lugar y cuan mala sea la situación porque en teoría vos tenes que ir preso por estar fumando marihuana. La gente perdió el miedo y eso es sorprendente en tan poco tiempo. No sé si ha pasado, en la historia pasó un montón de veces, pero no sé si con tanta rapidez. Que pase realmente de estar escondido por tener miedo a ir preso a ejercer tu consumo, insisto, sin provocar a nadie pero con libertad, sintiéndote libro, sintiendo que tenes la información para explicarle a alguien porque estás haciendo eso.

Siento que se abrió una posibilidad para que se discuta, para que un juez te escuche, si un juez no te escucha, ir a los medios y en los medios te escuchan y la sociedad te escucha y gran parte de ella te entiende, a pesar de que la ley te siga metiendo preso. Eso, para mí, es emocionante, es poder ver ese grado de compromiso que tuvo la gente a partir de tener información en la mano y poder comunicarse entre ellas. Creo que el gran valor de THC; además de la información, es poner en comunicación a gente totalmente diversa que confluye en un medio, se comunica a través de un medio. El Club de Lectores de THC es fascinante para mí, es lo que más me gusta de la revista. Eso y la sección de fotos que manda la gente con su planta.  Uno puede ir preso por esa planta y la gente manda su foto diciendo “acá estoy yo”. Digo, esa construcción de ciudadanía en todo sentido en torno a los derechos que uno tiene, la forma de verlo, el compromiso con ponerte a cultivar tu propia marihuana si la fumas para dejar de ir a comprarla.

Las ganas de expandir eso, de contar que eso hace bien, las ganas de contar por qué lo otro hace mal. El animarte a hacerlo en tu casa, en el trabajo, con tus amigos, eso creo que es lo más groso. Las leyes cambian solas, tarde o temprano las leyes cambian. Ojalá más temprano para que no tengamos que seguir lamentando víctimas porque mientras nosotros estamos aquí hablando Fernando (Gustavo Colombi) está en Saladillo preso en una cárcel, en un calabozo por cultivar ocho plantas de marihuana para no ir a comprarle al narco. Hace tres meses ese chabón en la cárcel, entonces de algún modo si bien tarde o temprano la ley va a cambiar y lo que no cambian nunca son los cambios culturales cuando se dan de una manera muy profunda por eso creo, como te lo estaba diciendo, tampoco nos olvidemos de eso. Es un horror, no pueden pasar más días con esta ley, no es un chiste, no es que tengamos que cambiar una ley económica, no es un chiste, no puede haber más presos por no querer bancar el narcotráfico. No podemos llegar a ese clima, es un Estado que está avalando el narcotráfico. El problema del siglo es clarísimo, el Estado argentino que no es este gobierno ni el otro, es el Estado como construcción; el gobierno es el encargado de poder diagramarlo de una manera, pero el Estado argentino promueve el narcotráfico. ¿Cómo?, obligando a sus ciudadanos a ir a comprar. Eso tiene que cambiar ya y creo que estamos bastante, bastante cerca, pero depende de nosotros, como te digo, somos los encargados de generar ese consenso, militando el tema, charlándolo, poniéndolo en la mesa familiar, difundiéndolo. Si  necesitamos una Argentina que esto cambie, esto va a cambiar y no estamos muy lejos, será un 45%, antes era mucho más, pero ahora quedan cinco puntos, quedan seis personas en la mesa. ¿No vamos a salir a dar el debate?