Partido judicial: la verdadera asociación ilícita

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Partido judicial: la verdadera asociación ilícita

18 Agosto 2016

 

Por Juan Cruz Guido

Tal como anticipamos en este mismo medio, en una nota publicada el 3 de agosto, los fiscales Gerardo Pollicita e Ignacio Mahiques, pidieron que se llame a indagatoria a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner por supuestos sobreprecios en la obra pública. Esta acusación toma fuerza dentro de la agenda mediática porque gira en torno, aunque no lo tipifica, de la asociación ilícita. Esa figura que tanto Elisa Carrió, como Margarita Stolbizer denunciaron en sus habituales giras por la grilla televisiva.

La idea totalizadora que busca generar la figura de la “asociación ilícita”, es la deslegitimar, ante la sociedad el proceso político de los últimos doce años. Es instalar la idea de que el gobierno que inició Néstor Kirchner y continuo Cristina Fernández no fue más que una banda de “delincuentes” que buscaron desfalcar al Estado a través de la obra pública.

El asunto es que tanto los medios de comunicación, como estos baluartes del Partido Judicial, parecieran recién conocer el problema, real por cierto, que representa el negocio de la obra pública. Efectivamente la corrupción es moneda corriente en las licitaciones y adjudicaciones de obras. Esto es innegable y es un fenómeno que se repite en muchos países “en vías de desarrollo” (usamos este término para referirnos a países que todavía tienen un gran déficit en lo que corresponde a infraestructura, más en un país como el nuestro, o Brasil por poner otro ejemplo cercano, donde el extenso territorio vuelve las obras fundamentales para el desarrollo-. Es justamente un problema que podríamos referir como estructural y que, como tal, viene de larga data. La reconocida riqueza de nuestro presidente, Mauricio Macri, proviene precisamente de esta actividad que, como referimos, es tan permeable a la corrupción.

Es cierto que una regla básica del capitalismo, y más que confirmada empíricamente, es la tendencia hacia la concentración. Obviamente, la globalización del capitalismo aceleró profundamente este proceso. La obra pública no fue la excepción a la regla y acá, en la Argentina, se dio un fenómeno que han denominado como la “cartelización” de la misma. Esto quiere decir que los actores principales de este negocio, Paolo Rocca, Osvaldo Acosta y Gerardo Ferreyra, Ángelo Calcaterra, Nicolás Caputo, Lázaro Báez, Aldo y Benito Roggio, Marcelo Odebretch –preso en Brasil-, Eduardo Eurnekian, Enrique Wagner, por nombrar algunos, arreglaban en una mesa quien se presentaba -y ganaba- cada obra, volviendo obviamente obsoleto el mecanismo de licitación. Seguramente, en esa mesa también se acordaban los retornos para con los funcionarios. Estamos hablando de las reuniones de lo que el mismo Báez definió como “El Club de la Obra Pública”.

Lo actuado 

Hasta aquí pareciera lógico que la Justicia actué, que audité realmente los contratos de obra pública de los últimos doce años, como reclamó la ex presidenta luego de la detención del ex secretario de Obras Públicas, José Francisco López. Como denunciamos en la nota anterior, estamos muy lejos de eso. A pesar de que Báez, en la causa por “lavado de activos” ante el juez federal Sebastián Casanello, dio nombres de los miembros activos de este “club”. Allí denunció a Wagner, presidente de la Cámara de la Construcción, y a su ex socio en varias licitaciones, Ángelo Calcaterra, presidente de IESCA y primo hermano de Mauricio Macri.

Según Báez, lo que opero aquí fue un claro intento de terminar la cadena en él. Medios de comunicación, y la misma Justicia a partir de la excarcelación de Fariña, lo presionaron para que “hablara”. Buscaban de esa manera un jugoso titular del preso común en el penal de Ezeiza. Pero contrario a eso, el empresario salió a denunciar que lo usaron de “forro”, de chivo expiatorio para evitar la purga entre los empresarios beneficiarios del negocio de la obra pública, la verdadera asociación ilícita.

El show del PJ (Partido Judicial) 

Se vuelve inevitable hablar de la “Justicia”, o como excelentemente lo definió Cristina Fernández de Kirchner, el Partido Judicial. El mismo ministro de Justicia Germán Garavano, enemigo acérrimo de Daniel Angelici en la interna por el manejo judicial, cuestionó a los jueces federales refiriendo a que "hay una simbiosis entre política, prensa y Comodoro Py en la que se retroalimentan unos con otros". Saben en el gobierno que si empoderan al monstruo, en algún momento, vendrá por ellos. Por este motivo el presidente Macri confía más en el presidente de Boca para sus gestiones y aprietes judiciales, sabe que en Comodoro Py gobierna la máxima: “es la política, estúpido”.

Justamente Gerardo Pollicita, organizador de la marcha por Alberto Nisman denominada 18F e impulsor de la denuncia del difunto fiscal ante el juez federal Daniel Rafecas, fue uno de los fiscales que se juntó en diciembre con Angelici en Puerto Madero, consumado ya el triunfo de Macri. La estrecha relación entre el actual vicepresidente del Colegio de Abogados de Buenos Aires y el fiscal, no se limita a los expedientes y no es nueva. En 2007, el fiscal fue designado miembro integrante de la Comisión Asesora de Seguridad Deportiva de la Presidencia del Club Boca Juniors. Fútbol, asado y más de una sobremesa.

La denuncia de Pollicita contra la ex presidenta busca aunar todas las causas y darle el marco de “asociación ilícita” que finalmente lograría la posibilidad de prisión efectiva, volver posible el “ver a Cristina presa” -frase tan repetida, y requerida, en algunos canales de televisión-. Lo que realmente demuestra que es este el objetivo, es la burda maniobra jurídica de atribuirle a ella la responsabilidad y no citar a indagatoria a sus ministros. ¿Cómo es posible que la presidenta estuviera al tanto de todos los contratos de obra pública? Justamente para evitar esta imposible tarea esta diseñado el esquema administrativo estatal.

Termina siendo inevitable encuadrar esta denuncia en un plan mayor, una batalla real que se esta dando en el ámbito judicial. Saben los jueces sobre la latente posibilidad de una vuelta del kirchnerismo al Ejecutivo y temen. Como viejos lobos que han resistido varios gobiernos democráticos, saben que este momento de debilidad por haber perdido el poder del Estado es el mejor momento para golpear. Dependerá entonces de la fuerza con la que puedan la ex presidenta y los simpatizantes de su gobierno resistir esta nueva embestida que amenaza con, inclusive, meterla presa.