"Nos ven como pobrecitos, no como sujetos de derechos"
Por Alba Silva
Admirado por Osvaldo Bayer y Eduardo Galeano, recibido por el Papa, hostigado por el gobierno provincial e incomprendido en los ámbitos nacionales; mediático como ninguno se ganó un lugar a fuerza de exigir tercamente el cumplimiento de derechos de los originarios, cuestión que generó una contracara, que sus reclamos se lean, interesadamente, en clave partidaria. Algo que no está en la lista de prioridades del persistente Díaz, quien otra vez encabeza un acampe en el cruce de las avenidas de Mayo y 9 de Julio. Esta vez por razones menos cruentas -quieren ser informados y consultados por obras en la comunidad, derecho consagrado en tratados internacionales que la Argentina firmó- que a fines del 2010; cuando en un avance policial represivo murió el qom Roberto López y también un uniformado en circunstancias que no terminaron de aclararse. Eso sí, los tobas y en particular Félix Díaz, terminaron procesados.
Contra cualquier pronóstico y por esos clicks que ocurren en la historia, Díaz, salvado de milagro de una balacera, llegó a Buenos Aires envuelto en la solidaridad de organismos de derechos humanos y figuras prominentes de la cultura. Se instaló en el monumento al Quijote y a partir de ahí generó todo tipo de acciones que no cayeron en el vacío y produjeron una grieta, pequeña por la que se colaron adhesiones y el descubrimiento de un ser, desconocido pero constituyente de una identidad todavía en formación, todavía en discusión.
Es el mediodía del martes de carnaval, la ciudad está completamente vacía y los pocos transeúntes que pasan -mujeres y hombres mayores, jóvenes, turistas- se acercan a saludarlo y solidarizarse con una firma. Charlan, le preguntan por su esposa Amanda Asijak y siguen. Félix está sentado y luce relajado y sereno. Le pregunto si cree que más allá de las simpatías permanentes que recibe la sociedad comprende lo que él como indígena está haciendo. Me contesta “la verdad que es un tema muy complejo. Creo que la sociedad toda, no va a apoyar algo que no conoce”.
“Esto es difícil porque por ser indígenas ya nos ven como pobrecitos. Estamos acá y nos preguntan ¿necesitan ropa, necesitan comida? ¿qué quieren que colabore? esa mirada es como minimizar la figura del indígena. No nos ven como sujetos de derecho. Nos ven como pobres, perjudicados, discriminados y no integran los derechos humanos que son universales a nosotros”.
“Por eso vemos muy importante hacer visible esta política. Esto que hacemos no es porque queremos ser importantes ni ser parte de un circo sino que queremos instalar el tema indígena en la sociedad para que nos acompañen y apoyen esta iniciativa para que en algún momento los gobernantes del país lo pongan en la agenda política con nuestra participación y no un mero discurso. Y la justicia también tiene que incorporar las decisiones jurídicas de lo que es la defensa del territorio y de la vida de los pueblos indígenas (ppii)”.
Hay mucho para hablar con el qarashé qom pero la charla se enfoca en qué es ser indígena según la experiencia que atraviesa con la comunidad de la que forma parte, Potae Napocna Navogoh, La Primavera, ubicada en Formosa. Un agudo enfrentamiento con el poder provinciala fines del 2010 lo puso a los pies del monumento al Quijote en el cruce de la Av.de Mayo y la 9de Julio. Allí un acampe con huelga de hambre en reclamo de territorio, documentos, agua y salud, entre otros sigue incumplido dice Díaz. Lo cierto es que en la comunidad hay dos cabezas, una está reconocida por el gobierno provincial y es la que gestiona recursos, la otra es Félix Díaz y es reconocido por el resto del mundo podríamos decir. La pelea que encabeza y es acompañada por organismos como el Cels derivó en una audiencia en la Corte Suprema de Justicia de la Nación. No sólo lo recibió el Papa Francisco sino que habló y participó de la Primera Conferencia Mundial sobre PPII que se realizó en septiembre pasado en las Naciones Unidas en Nueva York.
“El argentino siempre piensa que el indígena era cazador, recolector, nomade, parece como un vagabundo que no tiene un lugar fijo pero nosotros no somos vagabundos ni nómades, somos seres indígenas que rotamos para mantener los recursos naturales en equilibrio con todas las especies que lo rodean. Por eso decimos que tiene que haber una decisión política de poder revertir esta realidad a través de un acercamiento de ambas partes (indígenas y la llamada ‘sociedad envolvente’ por los indigenistas) que no nos convirtamos en figuras de interés partidario sino resaltar el valor que tenemos como seres humanos”.
“Según mi propia forma de pensar y mirar las cosas, los que fueron manipulados por la evangelización son los entregadores de hoy ¿por qué? porque tuvieron mínimo conocimiento de la escritura del español por eso creen que la única manera de desarrollar capacidad del ser humano es a través del trabajo como lo conciben los blancos. Vender una madera cuesta tanto, vender un pedazo de tierra cuesta tanto, alquilar el campo cuesta tanto. Ese no es pensamiento indígena sino pensamiento occidental, el indígena empieza a creer que la solución, el bienestar social pasa por ahí. Termina vendiendo su dignidad a cambio de nada”.
“Y a los líderes y no líderes indígenas que no piensan así los tratan como hijos del demonio, que les gusta el atraso que no les gusta la modernidad de la vida. La misma comunidad indígena mata muchas veces a su propia gente cuando piensa como indígena. No lo deja pensar y actuar como indígena, lo convierte en un enemigo, en un peligro para la sociedad, lo convierte en un salvaje. Es esa mirada negativa desde nosotros mismos lo que genera esta división en los ppii”.
¿Y qué pide Félix Díaz? dicho sea de paso es el vocero del Consejo Plurinacional Indígena y participa de la Asamblea de cuatro pueblos: qom, wichí, pilagá y nivaclé de Formosa. Contesta “creo que no es difícil la respuesta, aplicar lo que dice la Constitución ‘reconocer la preexistencia étnica y cultural de los ppii y garantizar el respeto’. El Estado tiene esa responsabilidad que yo no tengo. El Estado es el que tiene que buscar el mecanismo de acercamiento a ambas partes, no depende de nosotros”.
“Si yo estoy gritando acá es porque tengo arriba una persona que me puede dar una mano cuando lo necesito. No lo estoy mendigando, estoy parándome como un ser preexistente ante el Estado que tiene la obligación de escucharme si aplica esa palabra ‘respeto’. Tenemos que estar al mismo nivel porque la costumbre de las autoridades públicas siempre han dicho que al indigena hay que darle lo que necesita pero como ‘regalos’ y el Estado dice que le está atendiendo”.
“Creo que las autoridades Ejecutivo, Legislativo y Judicial no nos ven como iguales ante los demás. Nos ven minimizados por la misma sociedad. Yo a veces sueño que los mismos indígenas nos organicemos y propongamos qué políticas queremos para nuestros territorios. No es tan difícil porque sabemos. El cazador protector del pueblo observador y atento también sabe pensar en el futuro que para nosotros no está adelante sino detrás nuestro ¿qué quiere decir esto? que si yo no estoy defendiendo la vida de nuestra Madre Tierra es que quiero dejar en herencia a mi familia un mundo sin esperanza, contaminado, desmontado. Entonces ¿cómo puedo heredar un mundo mejor si no estoy haciendo nada?”.