2015: un desierto político densamente poblado

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2015: un desierto político densamente poblado

06 Agosto 2014

Por Ulises Castaño

No sé si alguien en particular, ni quién, pensó y armó la escena que pudo verse el lunes pasado “en lo de Tinelli” (digámoslo así, ya que en cierta forma el trece a esa hora es como el living de su casa) ni con qué verdadera expectativa de resultado, pero si tal planificación existió, el tiro pareciera haber salido por la culata.

Con la excusa del casamiento de Jésica Cirio y Martin Insaurralde, presentes en el estudio, el conductor, ya en el clímax de su habitual show en vivo, realizó llamados telefónicos a diferentes funcionarios con aspiraciones presidenciales para 2015. En primer lugar, acaso como si pidiera permiso, se comunicó nada menos que con la quinta de Olivos. Trunca la fantasía televisada de obtener palabra alguna de la Presidenta, Tinelli contactó y habló con el gobernador de la provincia de Buenos Aires Daniel Scioli, con el jefe de la Ciudad de Buenos Aires Mauricio Macri y por último con el referente opositor Sergio Massa.

Sin embargo, a contramano (o no tanto) de la lógica televisiva, la no intervención de la presidenta no solo la deja “mejor parada” como sugiere Luis Novaresio en su excelente análisis en Infobae el martes pasado, sino que además demuestra que sin siquiera aparecer o hablar la dimensión de su figura tiende a agigantarse e incluso a mitificarse de tal forma que todo aquello que pretenda brillar parasitariamente a su alrededor no hará más que evidenciar el pobre paisaje circundante.

La paradoja de todo esto (la paradoja política acaso) es que parte de ese paisaje desolado está asimismo habitado por ciertas especies que sin ser del todo autóctonas han conseguido sobrevivir en condiciones de extremo antagonismo hasta ser parte del ecosistema.

No hay que ser político, periodista o militante necesariamente, y menos aún en tiempos de inminente sucesión, para dar cuenta de ese espacio a menudo apabullante y alucinatorio que tanto nos depara admiración como terror. Admiración, por lo inefable de la imagen y su poder simbólico, por el contraste escandaloso entre la dimensión de una figura como la de Cristina y todo lo demás por un lado; y horror, -horror vacui dirían los entendidos-, por otro, verdadero escalofrío de solo pensar que de ese vacío surgiría la continuidad política.

Municiones como las del lunes, disparadas en esa dirección y desde esas guaridas, leídas con un mínimo de responsabilidad para con la lógica del dispositivo empleado a tales fines, abonan sobre todo la idea del desierto político y su alcance de cara a 2015. Aun así, y suponiendo que lo visto en Tinelli fuera lo único con verdaderas aspiraciones, bienvenido sea que la cruda visión impacte en la mayor cantidad posible de ojos y en horas pico.

No obstante, cabría preguntar: ¿qué pasa Marce, estás nervioso, que tuviste que disparar munición gruesa a más de un año de distancia y con todos los cañones juntos?