¿Qué hacer (con el goce)?

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¿Qué hacer (con el goce)?

21 Abril 2016

Un peligro que veo en las interpretaciones ensayadas a menudo sobre las elecciones políticas y sus persistencias, es el de cargar demasiado las tintas sobre la remanida cuestión de la "servidumbre voluntaria" y el hacer, en consecuencia, una alusión muy general en lo que concierne al goce como factor explicativo de la repetición de lo peor. Creo que hace falta un poco más de trabajo teórico y práctico para pensar la "servidumbre voluntaria" y el "síndrome de estocolmo" (ver artículo de Foster) como efectos desencadenados (sintomáticos) de la compleja articulación pulsional que constituye al sujeto: deseo-placer-destrucción. Y no sólo a través de la elucidación del operativo mediático sino de las condiciones históricas y los múltiples dispositivos que contribuyen a esta descomposición. En breve, por qué y cómo puede primar la pulsión de muerte por sobre la pulsión de autoconservación y la pulsión sexual, sin desconocer que el sujeto se compone de todas ellas y no es posible, por tanto, apelar a un supuesto sujeto racional depurado de goce (sin aparato pulsional) que acceda a una comprensión inmediata y transparente de la cosa política. Hace falta articular otros saberes, prácticas de sí y modos de abordaje de las relaciones de poder, considerando minuciosamente sus singulares modos de imbricación. Hace falta mostrar la variedad de modos de goce en su rigurosa singularidad y dar lugar a través de la escritura, el pensamiento y la exposición de ellos a que se abra la posibilidad de captar cómo es que no se reducen a una estructura de simple oposición externa.

Antes que nada hay que asumir un punto de implicación singular en lo que concierne al goce dominante, evitando una postura excepcionalista del tipo: “ellos gozan como locos, se someten incomprensiblemente, y nosotros no”, que reforzaría el dualismo circular. El neoliberalismo y la economía libidinal del capitalismo nos atraviesan a todos, sin excepción, lo cual abre paradójicamente un lugar singular para su elaboración. Como dicen las feministas, se trata de asumir que de alguna forma “lo personal es político”. Lo personal es político sólo a condición de que se cuestione su propia forma lógica (particular) y su contenido autoreferencial (biográfico) hasta el punto de poder invocar-interpelar-llamar otras personalidades que, a su vez, también deberán deponer sus particularidades biográficas, de modo tal que se vaya constituyendo una red de singularidades impersonales o genéricas transversales, de modo tal que se vaya tramando así una vida… política. Me preguntarán si creo entonces que la política es todo en la vida (al contrario de la precaución que toman los editores de la revista Panamá al subtitular: "no todo es política") y diré que también creo, como los de la revista señalada, que no-todo es política (y además que la política es no-toda) pero, al revés de los susodichos, no porque haya algo particular que no sea político sino porque hay que afirmar al mismo tiempo que "no hay nada que no sea político", es decir, no hay ninguna excepción a la política (nada que no se vea contaminado por ella, de alguna forma no totalizable), por ende la política concreta-material-efectiva se asume siempre de manera imprevista, sin contornos definidos, en lo que toma, afirma y anuda una vida.

Si me preguntaran entonces qué hacer con el goce, diría pues, en principio aceptarlo: asumir su estructura inercial de repetición y buscar el punto exacto donde se pueda introducir una diferencia. Diferencia ética que responde al trabajo de sí. Algunos pensarán que esto remite a la individualidad, pero cuando uno encuentra el punto de incidencia en la trama de repetición histórico-estructural es porque se ha dividido (ya no es uno) y ha hallado el borde pulsional donde comunica con la multiplicidad insondable que somos, allí las dicotomías típicas (individuo/colectivo, teoría/práctica, vida/muerte, particular/universal, etc.) dejan de funcionar. Luego se trata de llevar adelante una práctica política inmanente que da lugar a lo múltiple indiscernible en cualquiera de sus formas: científicas, artísticas, psicoanalíticas, filosóficas, etc. Cada quien sabe dónde puede operar con el goce irreductible que lo singulariza; no todos podemos con todo. Hace bien saberlo: efecto pacificador del contragolpe de la verdad a la que se accede en el acto. Creo que las propuestas políticas que llaman a “articular heterogeneidades” y a constituir un “frente ciudadano transversal” deben tener en cuenta estas consideraciones ontológico-políticas, si el deseo es que la cosa funcione más acá de cualquier pragmatismo cortoplacista.

RELAMPAGOS. Ensayos crónicos para un instante de peligro. Selección y producción de textos Negra Mala Testa y La bola sin Manija. Para la APU. Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs)