Un autogolpe exitoso

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Un autogolpe exitoso

03 Marzo 2015

Por Juan Manuel Ciucci

Cuando algunos pronosticaban que saltaría por sobre las leyes, Cristina salta por sobre los decorados de la política, y ahí todos quedan expuestos. Propios y extraños. La conducción política así se expresa, también.

La Conductora del Movimiento Nacional Peronista, ni más ni menos, brindaba su discurso de apertura de la sesión legislativa por 8va vez, próxima a concluir su mandato como Presidenta de la Nación. El movimiento que gestó junto a su compañero de toda la vida, Néstor Carlos Kirchner, cumple 12 años en la primera magistratura del Estado.

Así y todo, su discurso tuvo muy poco de despedida. La imponente movilización popular le dio el marco necesario, también. Y allí arremetió, contra todos y cada uno de los que le pareció necesario.

Cuando le mostraron los carteles que hacían referencia a la AMIA, los sacó a pasear un buen rato, con mucho oficio parlamentario. Dicho sea de paso, un oficio con el que realizó un amague de reflote. Le pasó unas cuantas al Poder Judicial, y varias específicas a la Corte Suprema, que hace unos días decidió no investigar las torturas que sufrieron los excombatientes en Malvinas. Para los medios monopólicos también hubo, junto a la oposición televisada. Tan cómoda ahí, sacándolos del libreto, de la telepolítica, de los asesores, tocando temas espinosos de política internacional, de los que nadie habla. Nos tiene acostumbrados a eso, a no temerle al status quo de la clase política, y eso es algo que vamos a extrañar, demasiado.

En su discurso planteó los ejes del debate a futuro, y presentó un proyecto largamente deseado: los Ferrocarriles Argentinos. Nada de añoranzas, aunque un buen tramo del discurso lo ocupó la obra realizada desde 2003. Pero cuando lo dice así, suena más a recordarnos que esto no sea avasallado y que debemos ir por más. Lo reafirmó en sus últimas frases “yo no dejo un país cómodo para los dirigentes, dejo un país cómoda para la gente. Va a ser muy incomodo después de todo lo que hemos leído que quieren hacer, sobre todo si les piensan sacar derechos a la gente”.

YPF y Aerolíneas, aumento de jubilaciones anuales, AUH, paritarias, tasa baja de desempleo, DDHH, salarios más altos de Latinoamérica. “El país cómodo es para la gente, no para los dirigentes”, dice, y termina su discurso. Ultimas palabras, ni dejo inaugurado ni despedida. Las batallas del futuro, en manos del Pueblo.

Afuera la plaza la recibió gustosa, festejándola, y pidiéndole más. Ella ha dicho más de una vez que sabe que como militante política de toda la vida, hay cosas que debe hacer. Se las impone la Historia y el Pueblo. Como Conductora, su labor no ha cesado. Todos lo sabemos.

Su referencia a sus distracciones, y a la labor permanente de Néstor también lo dice. “No hay que distraerse nunca, perdóneme la digresión, pero voy a decir una cosa que me llega muy de cerca porque esto de la distracción me hace acordar de una cosa que me dijo mi hija Florencia sobre su padre, me hizo reflexionar y reconocer que tenía razón. Florencia un día me dijo vos mamá te distraés, vos por ahí te ponés con el jardín en Calafate o a decorar algo, o te ponés un vestido y te distraés, papá nunca se permitió distraerse, papá nunca estaba distraído. Y mirándolo –porque todavía lo veo- nunca estaba distraído, siempre estaba atento. No sé si fue tan bueno eso para él, pero fue muy bueno para los argentinos”.

Dura la tarea del Conductor, también. Pide mucho más de lo que un hombre y una mujer pueden dar. Será por eso que aparecen cada tanto, y con ellos vienen sus conflictos: el líder popular necesario pero (casi) irremplazable. Tantos años tuvimos que esperar por ellos, siguiendo la  línea San Martín, Rosas, Perón; una estirpe que encontró en este Siglo XXI encarnadura. Algo que a muchos nos parecía no volveríamos a ver, al menos tan pronto.

Nada de retirada, nada de cuarteles de invierno. Sigue la lucha, porque siguen las necesidades del Pueblo y los desafíos de la Historia, que son infinitos. Somos todo esto y debemos ir por más. Tenemos quien nos conduzca.