Sobre Grabois y sus dichos sobre la corrupción

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Sobre Grabois y sus dichos sobre la corrupción

05 Noviembre 2018

Por Micaela Rodríguez* 

Hace unos tres años con mis compañeras de militancia pusimos un cartel en la puerta de nuestro local del barrio Samoré en Merlo que convocaba a una charla sobre violencia de género. No sabíamos bien de qué íbamos a hablar, sinceramente, pero queríamos y sentíamos la necesidad de llevar la discusión sobre la desigualdad entre hombres y mujeres al barrio. La convocatoria no fue masiva, al contrario - tampoco la idea era que lo fuese - sino poder identificar los casos más graves o los que llegaran a nuestro conocimiento para ver de qué manera podíamos iniciar el debate y dar una mano. Entre las mujeres que se acercaron llegaron dos que hoy son, no sólo mis compañeras de militancia, sino mis amigas; dos hermanas que no superaban los 30 años. Nos contaron que vinieron porque su hermana menor estaba siendo víctima de violencia por parte de su marido, que además es el "tranza" del barrio. Ya habían intentado muchas veces sacarla del círculo de violencia pero no habían podido. La adicción de ella no ayudaba a convencerla que no le convenía estar con un tipo que la violentaba de las formas más crueles: ella necesitaba consumir y él le facilitaba la droga. ¿Cómo se hace? ¿Desde qué lugar empezar a ayudar? ¿Hacer la denuncia? El tipo está "entongado" con la policía. En la comisaría no te dan bola o no te creen. ¿Internarla a ella por su adicción? Tampoco. Les dicen que es mayor de edad, que excepto que ella lo decida no se la puede obligar a nada. El Estado, ausente. Los hijos de ella se crían con su mamá o sus hermanas, y a pesar de todo, son niños felices, porque el amor de esa familia de origen santiagueña y merlense por elección es infinita.

A más de tres años de ese primer encuentro no logramos todavía sacar a la menor de las hermanas de esa situación. Pero la del medio, esa que se acercó sin conocernos desesperada a buscar eso que no llegaba desde el Estado, hoy es nuestra referente del barrio. Ese mismo día le contamos que estábamos por abrir una comisión de Fines en el local, comisión que después la gobernadora Vidal nos cerró como tantas otras. Se anotó y hoy está por terminar el secundario. En el camino del medio abrimos un local más grande y un centro cultural, y ella todos los días lo abría, le informaba a los vecinos de los talleres, del apoyo escolar; los hacía sentir parte de algo. También coordinaba al resto de las compañeras que colaboraban. La organización popular la habia empoderada. Hace un tiempo me contó que cuando termine el secundario va a meterse en la policía, al igual que varias de sus compañeras. Al principio no lo entendí, confieso que hasta intenté persuadirla de que haga otra cosa. Después entendí que desde mi comodidad clasemediera hay un montón de cosas que no comprendía, y que a veces hay que escuchar más y hablar menos. Durante el debate por la interrupción legal del embarazo y la famosa Ola Verde entendí también que, si bien el reclamo era masivo, no era popular, y no representaba a la mayoría de las mujeres, no al menos a las de los sectores populares. El día de la votación yo estaba con mis compañeras de un lado de la plaza con los pañuelos verdes, y ella, mi compañera, de la que aprendo día a día el significado del esfuerzo frente a todas las adversidades, con su pañuelo celeste del otro lado. Lo charlamos, y logramos algo hermoso que fue respetar nuestras miradas sobre un mismo tema sin pensar en ningún momento que había una grieta entre nosotras. Hoy nuestro vínculo personal y militante sigue creciendo.

Hace un año conocí a Juan Grabois, un compañero a quien ya consideraba un referente político sin conocerlo, pero a quien luego empecé a considerar un referente desde lo humano. Juan es un pibe que no tolera las injusticias, se indigna ante cualquier hecho de desigualdad, incluso frente al machismo y la misoginia que reina aún hoy en muchos sectores de la política y los partidos tradicionales. A Juan muchos sectores del feminismo burgués y blanco lo tildan de "machirulo", y ante eso no me queda más que reírme o indignarme, ¿por qué? Porque lo vi y escuché pelearse con más de un machirulo real por defender a una compañera que estaba siendo víctima de violencia, mientras muchos y muchas que se resguardan en la lógica del "mejor no hablar de ciertas cosas" de los partidos tradicionales miraban para otro lado. Esa misma lógica es la que opera a la hora de hablar de la corrupción hacia "adentro". Hoy muchos que le envidian su rol y su vínculo no subordinado con Cristina, lo tildan de vigilante por decir algo que todos y todas sabemos: la corrupción existe, existió y seguirá existiendo mientras el sistema político siga operando con la lógica de "mejor no hablar de ciertas cosas".

Cuando Juan hablo de corrupción en el Lanzamiento del Frente Patria Grande en Mar del Plata, del que participe como parte de Tres Banderas-la pata del frente vinculada al peronismo de base con anclaje en lo territorial- no hablo sólo de los sectores más altos del poder, de hecho no dio nombres, porque la discusion en torno a la corrupcion no se trata de nombres y personas sino de lógicas y manejos que todos los que laburamos alguna vez en la gestión vimos y sufrimos de cerca. La logica de los "compañeros" que se llenan la boca hablando de los pobres pero que no son capaces de llevar una vida de austeridad y entrega, y que cuando pudieron mudarse a Avenida Libertador después de pegar un carguito piola en el Estado no la dudaron ni un minuto; la logica de los que usaban la caja del Estado para cambiar el auto cada seis meses, o de los que definían su rumbo político de acuerdo a la conveniencia de la billetera. Hoy veo compañeros que puteaban contra eso todos los días, putear a Juan por haberse animado a decirlo. Por haberse animado a decir lo que muchos susurraban y preferían callar. ¿Cuál es la relación entre mis compañeras del barrio que están en contra del aborto, su historia, las mujeres que ven en la posibilidad de meterse a la policía un atisbo de empoderamiento y una mínima posibilidad de estabilidad económica por primera vez en sus vidas, y Juan? Algo que un señor que se llamaba Perón decía muy fácil: la única verdad es la realidad- aunque muchos la quieran seguir negando-. Juan dijo algo que es una realidad, y que cualquiera que no vive en una burbuja militante sabe. Realidad número 1: el debate por el aborto no está saldado y las compañeras que están en contra son tan dignas de "sororidad" como las pibas que andan con el pañuelo verde por Capital, y son dignas también de ser escuchadas, respetadas e incluso de ser parte del debate hacia adentro del feminismo. Hoy Juan pidiendo que las escuchemos ejerce más solidaridad para con ellas que muchas ultra feministas.

Realidad número 2: en el kirchnerismo existió la corrupción y el caudal enorme de poder acumulado por algunos sectores sin experiencia facilitó eso, porque ser corrupto no es sólo robar guita, ser corrupto es usar el "porongueo" como forma de acumulación política. Ser corrupto es repartir cargos entre familiares. Ser corruptos es jugar con el poder que les dio a algunos la lapicera de una Dirección o Secretaría Nacional. "A estos dales todo porque son del palo"; "a estos no les bajes nada porque son de otra orga" ¿De verdad vamos a negar ahora que eso sucedía? Vamos compañeros, compañeras, ¡lo discutíamos todos los días! Hoy un compañero lo dice públicamente, ¿y nos enojamos? El problema parece ser entonces nuestro vínculo con la realidad. Parece mejor seguir fomentando discursos que no tienen sustento en lo cotidiano, ni en la vida de las mayorías. Cuando hablamos de "deconstrucción" ¿no hablamos de sacar a la luz lógicas que se naturalizan y dañan? ¿Qué tal si nos deconstruímos de la lógica esa que nos hace creer que sólo es posible "la política de lo posible"? ¿Qué tal si nos animamos a disentir y cuestionar como nos pedía Néstor? ¿Qué tal si dejamos de darle asco a Evita con nuestra tibieza? Si nos vamos a deconstruir que sea en todos los sentidos. Si nos vamos a deconstruir que sea también de las mentiras que nos inventamos a nosotros mismos para sobrevivir. Criticar al enemigo siempre es más fácil, pero el enemigo no cambia, el enemigo es lo que es. El desafío será entonces cambiar la estrategia para que deje de ganarnos, y para que pensemos de verdad de una vez qué hombres y mujeres queremos ser y construir para el mañana.

 *Referente de Tres Banderas en el Frente Patria Grande.