La Batalla de la Vuelta de Obligado y el día de la Soberanía Nacional

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La Batalla de la Vuelta de Obligado y el día de la Soberanía Nacional

20 Noviembre 2020

Por Mariano Rodolfo Martín*

Estrategia, inteligencia y unidad del frente interno ante la agresión extranjera: lecciones de la Batalla de la Vuelta de Obligado, ocurrida el 20 de noviembre de 1845, recuperadas por uno de los integrantes del Equipo de Coordinación del Instituto Generso Frattasi, en el Día de la Soberanía Nacional.

Las potencias coloniales en expansión: la “libre navegación” de los ríos

Hacia mitad del siglo XIX, Estados Unidos, Francia e Inglaterra se encontraban en plena expansión comercial y territorial en distintas regiones del planeta. Estados Unidos intervino en México anexando parte de su territorio, incluido Texas. Tanto Francia como Inglaterra, por su parte, tenían ambiciones de expansión comercial en esa región de México, objetivos que fueron dejados de lado para no entrar en una confrontación militar con la naciente potencia del norte de América. Ambas naciones confluyeron entonces en una alianza para intervenir militarmente en el sur del mismo continente a fin de imponer sus intereses comerciales. El algodón que no podría cultivar Inglaterra ya en su ex colonia, intentaría ser recuperado en los campos de la Confederación Argentina.

Para ese entonces, Juan Manuel de Rosas era el Gobernador de la provincia de Buenos Aires y el depositario de las relaciones exteriores de la Confederación. En su segunda gobernación, Rosas había empezado a independizar comercialmente a la región promulgando la ley de aduanas, expropiando el Banco Nacional, prohibiendo la exportación de metales e imponiendo fuertes aranceles a la navegación de buques extranjeros en los ríos interiores para proteger las nacientes industrias locales.

En 1840 logró vencer el bloqueo de los franceses en una primera intervención armada y, la experiencia de esa lucha, la sabría aprovechar para vencer a la segunda intervención conjunta de Inglaterra y Francia.

Unida toda la Confederación, expulsados los aliados internos que trabajaban para las potencias agresoras y valiéndose de las contradicciones de ambos imperios la victoria estaría asegurada, sumando a ello la oposición de una fuerte resistencia militar a la invasión haciendo que ésta resultara totalmente improductiva para los interventores.

La Batalla de la Vuelta de Obligado

El 20 de noviembre de 1845, un convoy comercial de noventa navíos mercantes custodiado por buques de guerra ingleses y franceses, intentarían remontar el Río Paraná en demostración de no reconocer soberanía argentina sobre el río, llevando mercaderías a las provincias del litoral, sur de Brasil y al Paraguay. La intención además era ocupar los ríos interiores con sus escuadras, obligar a la “libre navegación” del Plata y sus afluentes y convertir a Montevideo en una factoría comercial para ambas potencias. “Libre comercio” en su máxima expresión.

Con patriotismo, inteligencia y astucia, Rosas preparó la defensa cerrando el Paraná con baterías escalonadas a lo largo de sus costas para librar batalla contra sus agresores. La principal defensa se encontraba en la Vuelta de Obligado al norte de la ciudad de San Pedro. Allí, el General Lucio V. Mansilla hizo tender de costa a costa sobre 24 lanchones tres gruesas cadenas para impedir el paso de las embarcaciones y ocupó con dos mil hombres las trincheras y baterías emplazadas en el lugar.

Cuando los extranjeros avanzaron, Mansilla ordenó la defensa y proclamó a la tropa: “¡Allá los tenéis! Considerad el insulto que hacen a la soberanía de nuestra Patria al navegar, sin más título que la fuerza, las aguas de un río que recorre por el territorio de nuestro país. ¡Pero no lo conseguirán impunemente! ¡Tremola en el Paraná el pabellón azul y blanco y debemos morir todos antes que verlo bajar de donde flamea!”.

Las bajas de los argentinos resultaron muchas por el heroísmo en la defensa de la posición y por la desproporción en el armamento, pero el hecho, demostraría a los interventores que no podrían vencer, pues la guerra de resistencia sería franca e implacable.

Negociaciones fracasadas y reconocimiento de la Soberanía

Las noticias de las pérdidas comerciales sufridas por el convoy y los relatos de la bravura de los argentinos llegaron a Londres, los comerciantes reclamaban el fin de la intervención.

Las grandes potencias enviaron sus mejores diplomáticos, que retornaron fracasados, sin doblegar a Rosas.

A posteriori, en 1849, el Premier Palmerston envió a Buenos Aires a Henry Southern con de especiales instrucciones, quien tras arduas negociaciones anuncio que su país aceptaba la posición defendida por nuestro gobierno.

Concluyeron las deliberaciones con los tratados Southern-Arana (24 de Noviembre de 1849) y Arana-Lepredour (31 de agosto de 1850) cuyos puntos análogos establecían: suspensión de hostilidades en Uruguay, devolución de Martín García y barcos apresados, reconocimiento de la exclusiva jurisdicción y control argentino sobre sus ríos interiores, consideración del general Oribe en su investidura legal.

Desagravio del pabellón argentino

El pabellón argentino seria solemnemente desagraviado. La victoria estaba totalmente consumada. Los cañones de la fragata Southampton, saludaron con 21 disparos de desagravio.

La victoria Argentina demostró que los triunfos no dependen de quien tenga más soldados y mayor poder de fuego, sino, de quien tenga la más inteligente y ordenada estrategia, sin divisiones en el frente interno y llevando una excelente política exterior que explote las contradicciones del adversario.

* Integrante del Instituto de Políticas Públicas para la Inclusión Social Generso Frattasi: https://institutofrattasi.com.ar