Israel, supremacismo y psicoanálisis, por Santiago Gómez

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    Soldados israelíes y chicos palestinos

Israel, supremacismo y psicoanálisis, por Santiago Gómez

25 Octubre 2023

Las facultades de Psicología del mundo se tienen que sentar a conversar. ¿Cómo explica la psicología lo que Israel hace con el pueblo de Gaza? ¿Qué está dejando la guerra a la vista? Las guerras son fuente y muestra del desarrollo científico de las naciones. ¿Cómo negar que las guerras fueron fuente de conocimiento y fuente de inversión para el desarrollo de la psicología y el psicoanálisis? Los tests psicológicos fueron desarrollados por el gobierno estadounidense para argumentar quién, después de haber ido a la guerra, no recibiría pensión y estaba en condiciones de trabajar. Freud cambió la teoría del trauma después que los hijos fueron a la guerra. Cuando volvieron, despertaban en las noches soñando siempre lo mismo y el padre del psicoanálisis pasó a hablar de un trauma no sexual. De un trauma no sexual fue el título que di a un libro de psicoanálisis en Argentina, para la primera institución psicoanalítica de la que participé, Centro Trama, que se dedicaba a investigar lo traumático, con víctimas del Holocausto, del terrorismo de Estado, de la guerra de Malvinas, de violencia sexual. La reforma psiquiátrica también es hija de la guerra, nació después que se difundieron imágenes de Auschwitz y otros campos de concentración. Después de ver aquellas imágenes algunas personas dentro de los manicomios europeos dijeron: se parecen bastante ¿No?.

La psicología latinoamericana tiene que dar una respuesta: ¿Cómo es posible que una persona haga eso con otra? ¿Cómo es posible que personas judías, que saben lo que sufre un pueblo cercado por alambre, hoy somete a criaturas palestinas a vivir en esas condiciones? ¿La psicología puede explicar cómo es que una persona quiera que una criatura le pague por lo que le hicieron? ¿Es “ojo por ojo”? Es. Infelizmente es. Para millones de personas judías, después de lo que hicieron con su pueblo, no hay otra manera, o te llenás de armas, intentás meter miedo, para que a nunca más a alguien se le ocurra hacer de nuevo lo que hicieron, o lo harán de nuevo. Freud decía que lo sufrido pasivamente se repite activamente.

Freud, judío, sufrió el antisemitismo siendo chico. Él vio a su padre no responder a una agresión, de un hombre que por la fuerza impuso su voluntad, y golpeó el sombrero del padre, que cayó al suelo. Freud escribió sobre esa humillación. Crecí en barrio judío en Buenos Aires y se lo que es el antisemitismo. Recuerdo las caras de mis amigos porque yo iba a los bailes del Scholem Aleijem o cuando acompañaba a mi noviecita a la sinagoga. Quedé impresionado cuando supe que en Brasil tienen el verbo “judiar”, significa “escarnecer, hacer sufrir, atormentar, maltratar”. Los católicos también hicieron eso en Brasil. Y también es lo que está haciendo el gobierno de Israel con el pueblo palestino. Un general israelí, de los que comandan operaciones militares, dijo que trataría al pueblo palestino como animales. Eso es supremacismo, racismo, no hay cómo negarlo. No hay cómo negar los ataques terroristas de Hamas, pero tampoco hay cómo negar lo que hace el gobierno de Israel. Como en toda república, la extrema derecha que gobierna Israel no representa a la totalidad de los israelíes, ni la totalidad de los israelíes es judía. Como en cualquier país, existen diferencias de clase.

La psicología latinoamericana, que ya tuvo genocidios, podría contribuir con el mundo e intentar contribuir en la explicación de ¿Cómo es que eso llega a suceder? ¿Cómo es que una persona llega a apropiarse del cuerpo de otra persona? ¿Qué sucede en la cabeza de una persona que se cree en el derecho de ocupar tierras de otras personas, mientras grita que defiende la propiedad privada? ¿Cómo funciona la cabeza de una persona que hace vivir a personas cercadas por alambre, con hombres armados vigilándolas, agrediéndolas? ¿Cómo funciona la mente de alguien que siendo civil anda armado por la calle, con una Biblia en la mano, diciendo que fue Dios que le dio la tierra? ¿Vale más la propiedad? Lo que está mostrando el mundo es el tipo de psicología que produce la lógica de “tener o no tener es la cuestión”. Y quien no tiene, aparenta… La psicología estadunidense está mostrando que la lógica discursiva en la cual nuestros pueblos están alienados, lleva a que las personas valoricen la propiedad por encima de cualquier otra cosa: el derecho a la libre acumulación y con el tiempo eso nos trae hasta aquí. Lo que la psicología de Estados Unidos viene probando es que las personas eligen por emociones, no por la razón.

Cuando Freud estaba cerca de morir escribió “Moisés y la religión monoteísta”. Conciente del riesgo que estaba asumiendo, y los ataques que podría sufrir, Freud comenzó el texto diciendo “Quitarle a un pueblo el hombre a quien honra como al más grande de sus hijos no es algo que se emprenda con gusto o a la ligera, y menos todavía si uno mismo pertenece a ese pueblo”. Vean el coraje de ese hombre. En ese texto Freud colocó en duda la veracidad de la historia de Moisés. Freud, que hizo parte de la logia B’nai B’rith tuvo el coraje de poner en duda la historia de Moisés. La logia nació en 1843, en Estados Unidos, el nombre significa “Hijos de Covenant”, fue fundada por inmigrantes alemanes, que educaban a las personas en el espíritu del humanismo y el liberalismo estadounidense, según investigación de Hugo Knoepfmache, que estudió la relación del padre del psicoanálisis con esa sociedad. En el texto que Freud envió a los miembros de B’nai B’rith en el día de su 70 cumpleaños, Freud les reconoce que fueron su primer auditorio. En el texto sobre Moisés, a continuación de la frase anteriormente citada, Freud escribió: “Mas ninguna ejecutoria podrá movernos a relegar la verdad en beneficio de unos presuntos intereses nacionales, tanto menos cuando del esclarecimiento de un estado de cosas se pueda esperar ganancia para nuestra intelección”.

Freud, un estudioso de la historia del judaísmo, sostiene la tesis de que Moisés era egipcio. Y que Moisés le dio al pueblo judío su propia religión, una religión egipcia, entre otras. Freud cuenta que alrededor del 1.375 a.C., un faraón impuso su religión, “una religión nueva que contrariaba sus milenarias tradiciones y todos sus familiares hábitos de vida. Era un monoteísmo riguroso, el primer ensayo de este tipo en la historia universal hasta donde nuestro conocimiento alcanza; y con la fe en un dios único nació, inevitablemente, la intolerancia religiosa que fuera ajena a la Antigüedad antes y hasta mucho tiempo más tarde”. Para el padre del psicoanálisis, el monoteísmo judío tiene origen en un monoteísmo egipcio.

En el ensayo Freud dice que el judaísmo nació de la intolerancia religiosa de un faraón en Egipto. Que él no sabe de la existencia de otra religión en la historia que niegue la existencia de otros dioses. En este continente existían otras lecturas sobre las divinidades. Freud, que es occidental, piensa el origen en Egipto. Y en verdad, el origen de él está allá. Objetivamente, el origen de todo el mundo está en África. Pero las lecturas de Dios de Medio Oriente, son unas lecturas entre otras lecturas en África, Asia, América, Oceanía. Freud, un hombre de un coraje asombroso, no evitó la pregunta de si Moisés fue “una personalidad histórica o una creación de la saga”. Imaginen lo que representó traer ese planteo cuando aún no existía el Estado de Israel. “Y no obstante carecer así de una certeza definitiva para decidirse, la inmensa mayoría de los historiadores se han declarado en favor de su real existencia y de la realidad del éxodo de Egipto que a él se anuda. Con buen derecho, se afirma que la posterior historia del pueblo de Israel sería ininteligible si no admitiésemos esa premisa”. Para hacernos una idea de lo que Freud señaló en 1937, pensemos que en 1994 Netanyahu hizo campaña con la Biblia en la mano, diciendo que ese era el título de propiedad. Felizmente, hoy el mundo defiende la existencia del Estado de Israel. Sólo los extremistas árabes no quieren la existencia del Estado de Israel, pero el Estado existe y continuará existiendo. El pueblo de Israel debería sentirse seguro con ello.

Los pueblos de África, de América, de Asia, de Oceanía, saben que la intolerancia religiosa no es propiedad de Oriente Medio. Los europeos llegaron en nuestros continentes negando nuestras religiosidades. Hernán Cortés contó en sus cartas de la colonización de México que entraban en las casas religiosas, destruían lo que había, y colocaban una imagen de Nuestra Señora. En las Constituciones Primeras del Arzobispado de Bahía, se estableció que las personas no podían ordenarse “si tienen parte de nación hebrea, o de cualquier otra infecta, o de negro, o de mulato”. Freud destacó el problema del supremacismo en personas que creen que el único Dios es el suyo, y que ese único Dios, entre todos los pueblos del mundo, eligió ese pueblo como propio, como el pueblo de Dios.

“Esto puede sugerirnos indagar si la religión de Moisés no había proporcionado al pueblo otra cosa que un acrecentado sentimiento de sí por la conciencia de su condición de elegido. Y, en realidad, es fácil descubrir un factor adicional. La religión también proporcionó a los judíos una representación de Dios mucho más grandiosa o, como se podría decir con mayor sobriedad, la representación de un Dios más grandioso. Quien creía en ese Dios participaba en cierta medida de su grandeza, tenía derecho a sentirse él mismo enaltecido”, escribió Freud. Luego agrega, que para un incrédulo, eso puede no ser del todo evidente, y hace una comparación con el sentimiento nacional de un británico. “Y es que el británico da por sentado que su Government enviará un buque de guerra si a él le tocan un pelo, y que los extranjeros lo saben muy bien, mientras que la pequeña ciudad no posee barco de guerra alguno. El orgullo por la grandeza del British Empire tiene también una raíz, por tanto, en la conciencia de la mayor seguridad, de la protección de que goza el británico individual. Quizá suceda algo semejante a raíz de la representación de un Dios grandioso, y como es bien raro ser requerido para asistir a Dios en la administración del universo, el orgullo por la grandeza de Dios confluye con el de ser el elegido”, escribió  Freud cuando el Reino Unido aún colonizaba lo que hoy es Palestina e Israel. Da para imaginarse donde fue que Israel aprendió la desproporción en las respuestas al ataque de un pueblo oprimido.

El ensayo Moisés y la religión monoteísta, fue publicado en tres partes, las dos primeras en 1937 y la última en 1938, un año antes de la muerte de Freud, cuando vivía en Londres después de huir de Viena por el nazismo. En es momento, Freud alertó de los peligros del mundo. “Vivimos en una época muy curiosa. Descubrimos con asombro que el progreso ha sellado un pacto con la barbarie”, escribió Freud, luego reconoció que la Rusia soviética elevó la calidad de vida de cien millones de personas, pero luego agregó “pero en cambio, los sometió a la compulsión más cruel, y se les arrebató toda posibilidad de pensar libremente. Con parecida violencia, el pueblo italiano es educado para el orden y el sentimiento del deber. Uno se siente casi aliviado de una aprehensión oprimente viendo, en el caso del pueblo alemán, que la recaída en una barbarie poco menos que prehistórica puede producirse sin apuntalamiento en ideas progresistas. Comoquiera que fuese, las cosas se han plasmado de tal suerte que hoy las democracias conservadoras se han convertido en guardianas del progreso cultural y, curiosamente, la institución de la Iglesia Católica opone una vigorosa defensa contra la difusión de aquel peligro cultural. ¡Ella, hasta ahora la acérrima enemiga de la libertad de pensamiento y del progreso hacia el discernimiento de la verdad!”.

El padre del psicoanálisis escribió, en la parte que habla del pueblo de Israel, que “Es lícito partir de un rasgo de carácter de los judíos que gobierna su relación con los demás. No hay duda de que tienen de sí mismo una opinión particularmente elevada, se consideran más nobles, de más alto nivel, superiores a los otros, de quienes se han segregado, además, por muchas de sus costumbres. Y a raíz de ello los anima una particular seguridad en la vida, como la que proporcionaría la secreta posesión de un bien precioso, una suerte de optimismo; las personas piadosas lo denominarían ‘confianza en Dios’”. No se puede estar de acuerdo en que características de ese tipo sean propias de los judíos. ¿O no fue así que llegaron los europeos católicos en América? El problema no es religioso, el problema es el supremacismo, alguien creerse superior al otro.

El supremacismo religioso también existe en los evangelistas que levantan la bandera de Israel. El supremacismo religioso también existe en el catolicismo. El hecho de que una persona se considere superior a otra no tiene que ver con la religión. Estados Unidos es supremacista. Los europeos son supremacistas. Y hoy existen personas en el mundo que creen que tienen el derecho de imponer sus voluntades porque se consideran superiores. Milei en Argentina habla de “superioridad moral”. El Consejo de Seguridad de Estados Unidos considera que la mayor amenaza terrorista a su seguridad interna es el supremacismo blanco de extrema derecha. Y sabiendo que el pueblo en Oriente Medio no es blanco, no se puede decir que el supremacismo sea sólo del hombre blanco. Los japoneses también se creen superior a los chinos, la historia tiene guerras para probar ello.

No hay cómo negar que el pueblo judío es muy bueno contando historias. “La conversación” es el nombre de un encuentro entre el historiador israelí, Yoval Harari, y la actriz israelí, Natalie Portman, también psicóloga de Harvard, en el que hablaron del poder de la ficción. Harari le dijo a Portman “nacimos en la fábrica de mitos del mundo, un lugar especializado en la introducción de historias extremadamente poderosas, para el bien y para el mal”. No hay cómo negar la participación de capitalistas judíos en el desarrollo de Hollywood y las campañas de propaganda de Estados Unidos. Pero no lo hicieron por judíos, lo hicieron por capitalistas. No hay cómo negar la participación de Paul Singer, financista judío, que participó del Lawfare contra Cristina Fernández de Kirchner, pero tampoco hay cómo negar la participación de la comunidad judía en la construcción del Partido Comunista en Argentina. La cultura judía es muy rica culturalmente, es una cultura que hace culto de la inteligencia, la intelectualidad, y existen algunos que venden ese conocimiento para el mal, pero el mal no es la religión. Los pueblos creen, se trata de respetar las creencias de los otros.

Es necesario decir que así como el gobierno de Israel no quiere el Estado palestino, en Palestina existen personas que no quieren la existencia de un Estado israelí. Si alguien no quiere la existencia del Estado de Israel ¿Cómo negar la afirmación de Israel de que existe quien no quiere la existencia de israelíes? En la tierra de las negociaciones, llegar de afuera creyendo que uno sabe más, no da buen resultado. Está a la vista. Estados Unidos no heredó de su padre inglés la diplomacia. Es un hijo de rico que impone las cosas por la fuerza. Oriente Medio es tierra de conversaciones. Por la violencia quedó claro que ese problema no está consiguiendo ser resuelto.

Estamos viviendo un momento en el cual la psicología del mundo, interesada en el cuidado de su población, tiene que sentarse en una mesa para explicarle al mundo ¿Cómo es que lo hacen? ¿Cómo es que consiguen que la población apoye lo que Israel hace con el pueblo palestino? La psicología en América Latina está enfocada en el cuidado de las consecuencias de la lógica colonial, pero no en combatir la lógica colonial que hace sufrir a nuestra población. Nuestras mayores universidades están discutiendo psicoanálisis, mientras nuestra población es estimulada a elegir contra si misma, a comportarse de una forma que no le hace bien. Alcanza con elegir los datos del organismo internacional que sea, para ver las condiciones de salud de la población de los países colonizados. Una vez más, sacando a China. Antes del último golpe militar en Argentina, en la facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, en la materia Psicología del Trabajo daban para leer El libro rojo de Mao Tsé-Tung. Cuando cursé la materia, me decían que los empleados de una empresa producen más y mejor, cuando trabajan en una sala vidriada, porque se siente valorizados, porque sienten que alguien le da atención a lo que hacen...

La psicología de los países colonizados, que sabe de las consecuencias de que alguien se crea superior al otro, necesita alertar al mundo de los riesgos de ello. El mundo está sufriendo la fuerza del supremacismo de unos pocos hombres, en varios países del mundo, blancos en su mayoría, o no negros, porque ni todo israelí supremacista de extrema derecha es blanco. La mayoría de los israelíes no tienen el color de piel de Netanyahu. El mundo está sufriendo el supremacismo de unas pocas personas, que se relacionan entre sí, y se creen en el derecho de imponer por la fuerza su voluntad, por el derecho a la libre acumulación. Las facultades de psicología del mundo se tienen que sentar en una mesa para intentar dar una respuesta sobre cómo combatir el supremacismo.

* Artículo originalmente publicado en Instituto para Reforma das Relações entre Estado e Empresa. Traducción: Santiago Gómez