Anello se disculpó pero no ante Riquelme: el riesgo filonazi
Un anhelo discriminador
El relator de fútbol Gabriel Anello se disculpó vaya a saber con quién, luego de insultar y degradar al presidente de Boca Juniors, al expresarle por Radio Mitre: “Muchachos, ya terminamos con el curro del INADI. A los negros se los llama negros, a los marrones se los llama marrones y a los ignorantes se los llama ignorantes”, a lo que agregó en estilo de degradación del otro: “Todo eso es un cúmulo de Riquelme. Yo tengo una cultura en donde los que no van al colegio como Riquelme son unos negros ignorantes”. El nivel de racismo de las expresiones, tiene aparente relación con el desprecio que se ejerce desde algunos ámbitos del poder, donde el propio presidente lo ha hecho contra ciudadanos y colectivos argentinos. No parecen ajenas, entonces, estas palabras a una línea de postulados políticos del partido de gobierno, al que adhiere el mentado difusor deportivo.
Anello ensayó una disculpa ante el periodista Jorge Rial, sin identificar expresamente a quien se refería, y profundizó su posible racismo al intentar desdecirse y señalar que se había “extralimitado” en su desprecio al presidente de Boca, Juan Román Riquelme a quien, en otros tiempos, había elogiado actitud que remite nuevamente el gobierno. Por lo tanto, no se disculpó ante Riquelme. El presidente tuvo una actitud semejante con el Papa Francisco. Luego Anello, extendió disculpas a alguien innominado expresando a “quien haya ofendido”. Dijo también el periodista blanco que “Claramente me extralimité. Me fui un cambio más. No es una excusa, pero no me sentía bien y me tendría que haber ido”. Lo cual, además, lleva a pensar que el difusor del fútbol, se torna racista cuando se siente mal, aunque, en realidad, parecería ser que ese “síntoma” hace a su persona en general. “Me sentía como el traste, me dolían los riñones. A los que ofendí, les pido disculpas”, agregó sin definir a quien indicaba con sus palabras. O sea que, en realidad, no pidió disculpas a quien había hecho referencia con sus dichos de carácter filonazi.
Aquí hay que hacer un algo y avisar a la medicina, que estudie la posibilidad de que los dolores de riñones, alienten a la negación de los otros. Puede ser un aviso de existencia de posibles cálculos racistas en los riñones. En este caso, puede inferirse, hay un “cálculo” evidente: se trató de una disculpa que no identifica al interlocutor de referencia.
Ahí vienen los nazis
El historiador Robbie Aitken, de la Universidad Sheffield Hallam, en Gran Bretaña Unido, analizó las comunidades negras de Alemania y estableció las pautas con que el nazismo trató a los afrodescendientes que formaron parte de Alemania desde fines del siglo XIX. Ellos eran también, los “negros” a los que parecía referirse en analista Anello, en su puesta en escena frente a Román Riquelme. Es más: con el término “ario” los nazis describían una presunta raza “blanca” que consideraban superior a que correspondían a sus víctimas, los judíos y otros colectivos que subrayaban como “inferiores”. Wilhelm Frick, entonces ministro del Interior, lo amplió para incluir también a hombres y mujeres considerados negros.
Niños de origen afro habitantes de Renania, fueron perseguidos por la policía secreta, o Gestapo, e incluso esterilizados por el régimen nazi. Así, el historiador Aitken sostuvo que había en esos actos una “intención genocida”. Sin duda, no es esta la situación de Anello, pero, sus palabras, llevan a una revisión del significado profundo de sus exabruptos en momentos en que el régimen que ostenta el poder en la Argentina, propende a la negación y el desprecio por zonas de la población del país. Conviene recordar que Wilhelm Frick, ministro del interior del Tercer Reich amplió los usos del racismo e incluyó a hombres y mujeres de origen afro. Lo cual, de algún modo, puede emparentarse con la significación que se da en este caso sucedido en Argentina de estos días. Si bien no puede haber una afirmación definitiva, cabe extender la preocupación ante hechos que habilitan a suponer derivaciones peligrosas de actitudes que deben interesar a la ciudadanía.
En años recientes, el estadounidense James Watson premio Noble 1962, científico de la genética moderna, afirmaba en 2007 que las personas de raza blanca eran más inteligentes que las de raza negra, algo semejante a lo que deja deslizar el mencionado Anello y que no obedece a comprobaciones científicas de ningún tipo, es puro racismo. Por esa razón, Watson fue despojado de varios de sus títulos.
Observemos, retomando los dichos de Anello, que la palabra extralimitarse se emplea para expresar la acción de sobrepasar los límites establecidos o “pasarse de rosca” en una acción o un hecho. Se indica que alguien se extralimita, al trasladar su comportamiento fuera de lo aceptable en normas de uso común. La Real Academia Española que rige en lenguaje, establece que “extralimitarse” es “Excederse en el uso de facultades o atribuciones”. Y en una segunda definición expresa que es: “Abusar de la benevolencia ajena”. Todo esto tiene sentido cuando Anello, que intentó ser habilidoso, no pidió disculpas a Riquelme, sino que hizo una suerte de rodeo para evitar, en realidad, una reparación a quien despreció en modo absoluto y quien no pidió disculpas de modo directo y expreso.
Conviene remarcar, que no se trata de subrayar que en este suceso hay nazis. Se procura establecer lazos de relaciones entre conceptos vertidos en medios de comunicación corporativos, que pueden aludir a la existencia de un filonazismo creciente y riesgoso, contenido incluso en expresiones vertidas desde el poder político. No en vano, la Argentina convive por primera vez en su historia, con un gobierno pro británico dotado de una agresividad frente a trabajadores, estudiantes, agentes de la cultura y jubilados, entre otros. Lo de Anello en ese sentido, no ajeno a ese clima. Fue muy claro el difusor al exponer que “Yo tengo una cultura en donde los que no van al colegio como Riquelme son unos negros ignorantes”. Eso suena a racismo y difusión del odio, aunque se haya eliminado el INADI. Lo que suena a extraño, es que de pronto, una persona haya expresado su admiración casi suprema por la figura deportiva de quien fuera un notable jugador de fútbol a escala mundial, Juan Román Riquelme, ahora prácticamente lo odie. Habría que volver a ver la serie “Envidiosa” y establecer si hay una relación entre este caso y los síntomas de ese sentimiento controvertido. De ser así, habría que eliminar lo relativo a la presunta discriminación y racismo a los que parece aludir este caso.