Mañana será historia, Diario urgente de Venezuela

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Mañana será historia, Diario urgente de Venezuela

11 Noviembre 2018

Por Miguel Martínez Naón

 

El libro es un estimonio imprescindible para comprender de cerca el proceso politico y social de la república bolivariana de Venezuela. Aquí compartimos un fragmento del prólogo escrito por Atilio Borón, y el comienzo de este diario, su primer día.

El subsuelo de la Revolución Bolivariana (por Atilio Boron)

Cronistas y estudiosos de las revoluciones, casi invariablemente, concentran el foco de sus análisis en los movimientos, tensiones y conflictos que se producen en las alturas del estado: el gobierno, el partido gobernante, los opositores, el imperialismo, “la embajada”, los grandes medios concentrados, las organizaciones corporativas de la burguesía, etcétera. Pocos son los que se internan en las profundidades de los procesos revolucionarios, explorando el sustrato popular que los sostiene, yendo a la búsqueda de actores anónimos que se encuentran en el subsuelo profundo, escuchando sus quejas pero también tomando nota de las razones por las que con sus afanes y luchas cotidianas hacen que la revolución no se venga abajo. Si un mérito tiene –aparte de muchos otros– este libro del sociólogo y militante revolucionario argentino Marco Teruggi es precisamente ese. Ser un diario, una bitácora del día a día de una revolución. Decir, como lo hace en el remate del día 89 de su larga travesía, “lo que no se cuenta en las historias de las revoluciones, los acontecimientos que cambian el curso de la historia”. Justamente, ese decir que viene “desde abajo” es lo que convierte a su libro en una obra excepcional y fascinante, que ilumina no sólo aspectos por largo tiempo ocultos en la sombra de la experiencia bolivariana sino también cuestiones que, con distintos matices, se han presentado en muchos otros países. Aporta un vívido retrato de la vida cotidiana en la Venezuela Bolivariana sometida al ataque implacable del imperio y también a la ineptitud de muchos de sus burócratas y al cáncer de la corrupción. Se trata de una crónica escrita desde la necesidad de preservar las conquistas de la revolución y narrada con una inusual maestría y, por momentos, con mucha poesía. A través de sus páginas la lectora o el lector se internarán en las raíces del proceso iniciado por el Comandante Chávez interpelando, como éste lo hizo en vida, a las mujeres y hombres del pueblo, a la masa plebeya tradicionalmente explotada, oprimida y despreciada por la cual Chávez ofrendó su vida.

 

DIA 1

Venezuela comenzó con forma de mar. Luego vino el aire espeso caribe y la luz que persiguen los locos. Llevaba conmigo una mochila, la valija de mi bisabuela, tres libros que pensaba indispensables, la certeza de estar en el exacto lugar donde debía estar. Iba en búsqueda de una mujer, un país, una forma de vencer el tiempo. Era enero de 2013, dos meses antes de que muriera Hugo Chávez. Desde esos días hasta hoy, mayo de 2016, viví en dos casas, tres hoteles y perdí el apego a las cosas materiales, incluso los libros. Sólo se salva el mate. Ahora vivo en una casa con diez personas, muchos internacionalistas, los pocos que no nos fuimos. Desde que llegué, mi oficio ha sido el de cronista; lo aprendí texto a texto, en la urgencia de contar tanta realidad que nunca se detiene, que se escapa, que logramos retener en partes, pequeñas en relación a la furia y la magia con que se suceden los días. Es tanto lo que no entra en un libro. Es el momento más difícil de la revolución. Siempre se dice lo mismo, siempre es cierto. Nunca estuvimos tan cerca de pensar que podríamos perder el gobierno. Llevamos tres años con insurrecciones, sicariatos, paramilitares, contrabando, escasez y la derrota legislativa de diciembre de 2015. Un año venezolano parecen tres de otro país. Las colas son una imagen de cada día, desde el alba hasta el final de la tarde. Son para conseguir comida, remedios, artículos de higiene, cualquier producto a precio regulado. Voy cada semana a diferentes colas; vuelvo, como todos, con lo que consiga. Se compra según el último número de cédula, el mío termina en tres: puedo ir martes y sábados. Nunca pensé que sentiría tanta felicidad por comprar pollo, café, pasta, aceite. Se ha instalado una cola permanente en la puerta del supermercado de la esquina de casa. Los vecinos esperan que lleguen camiones con alimentos a precio regulado por el gobierno. Es una pequeña sociedad con sus reglas, organizadores, miserias, y risas. –¿Qué hay? –pregunta un viejo ante la cola que no se mueve. –Aquí lo que hay es ilusión y esperanza, chico –contestan dos viejas. Se ríen. Antes, en esa esquina había un toldo rojo que instalaba el chavismo para las elecciones. Se debatía sobre el socialismo. Ahora, cada vez más, se habla sobre el precio del arroz, la mantequilla, la pasta. En enero de 2013 era imposible pensar que estaríamos así. *** No soy objetivo. Nadie pretende serlo en Venezuela, esté del lado en el que esté. Vine a ser parte de una historia y la defiendo. A veces recibo crosses, golpes al estómago, mastico piedras. Es parte de la apuesta, de jugarse. Tal vez algún día crea que ya no deba hacerlo. Ese día todavía 16 no asoma. Asoman otras cosas, como preocupaciones por los asesinatos de chavistas. Ayer, por ejemplo, mataron de tres tiros a un camarógrafo de Ávila Tv, un canal nuestro. Hace pocas semanas fue el turno de un alcalde del chavismo. Esas muertes suceden de manera semanal, son políticas. Pocos saben que ocurren, tanto dentro como fuera del país. Son el tiempo subterráneo. Existe otro tiempo, de propaganda, declaraciones, amenazas públicas. En estos días el asunto es el referéndum revocatorio que la oposición busca activar contra el presidente Nicolás Maduro. El vicepresidente declaró que la derecha sabe que no le darán los tiempos para llevarlo adelante, que miente a sus seguidores. Capriles Radonski, dirigente opositor, twitteó que marcharán hasta las puertas del Consejo Nacional Electoral (CNE) en caso de no tener respuesta. La última vez que llamó a marchar, y fue escuchado, once chavistas resultaron asesinados. Fue el 15 de abril de 2013, cuando desconoció la victoria de Maduro como presidente. Resulta difícil saber qué pasará esta vez. Probablemente nada. Vivir en Venezuela es tener la certeza de que algo grande, casi catastrófico, puede desencadenarse en cualquier momento. Uno se acostumbra, como a las colas, los horarios tempranos donde las nueve de la noche parecen las tres de la mañana, queda poca gente en las calles, y poca luz en muchas zonas por la emergencia energética. Esto de la costumbre es poderoso. Como el orden en el caos, los cotidianos que se rearman. Hoy lunes, por ejemplo, vuelvo del mercado cerca de casa. Compré frutas y verduras por cuatro mil bolívares. Eso costaba un pasaje de avión ida y vuelta a Argentina el año en que llegué. Preparo un jugo de sandía sin agregar azúcar, ya no se consigue. Lo bueno de la crisis es que se come sano.

 

PRESENTACIÓN:

Miércoles 14 de Noviembre, 20,30 hs

Bar Cultural Cusca Risun, Pasaje San Lorenzo 365.

Contará con la presencia del autor y los poetas Julian Axat y Miguel Martinez Naón