Asumió Macri: un elefante blanco de tres colmillos

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Asumió Macri: un elefante blanco de tres colmillos

11 Diciembre 2015

Por Conrado Yasenza*

El discurso que el electo presidente de los argentinos, Mauricio Macri, leyó ayer luego de jurar – no lo hizo por la Patria – en la asamblea legislativa, puede ser interpretado como el reflejo de la imagen desangelada, sin pasión, que el ingeniero proyecta.  Con el mismo tono que el utilizado en la campaña, una mezcla de frases de sentido común y literatura de autoayuda, Macri le habló a ese ser individual “desideologizado”, que pugna por escuchar el disparo seco de largada para emprender la carrera hacia el éxito personal. Competencia que desplaza al sentido colectivo y solidario de una Nación guiada por políticas de Estado. Ese ser anterior que convivió con los doce años de kirchnerismo, que está solo y no espera más que un lugar en la grilla de partida para iniciar su carrera hacia el logro individual.

Sin embargo, ese primer discurso presidencial integra una cadena de significantes en los cuales es interesante detenerse. Comencemos con la idea de unidad, que pronunciada en abstracto, no nos dice nada. ¿Quién no desea la unidad de un país, de una familia, de un grupo de amigos, de un equipo de fútbol?  Profundizando un poco hallamos, por un lado, la intencionalidad de despolitizar el discurso, quitarle tensión a la palabra, erradicar la noción de conflicto, concepto inherente a la política. “Hay que desideologizar la política” dijo el presidente días atrás. Susana Malcorra, ministra de Relaciones Exteriores, lo emuló (o quizá fue al revés) y manifestó: “Vamos a  desideologizar la política exterior” (La Nación) Pragmatismo y ausencia de ideología que en realidad es supresión de aquella que se contrapone con los intereses económicos y financieros dictados desde el exterior y para la región. Por otro, la despolitización de la palabra comprende la elaboración de un relato que intenta darle mística a una etapa que comienza: El del consenso y diálogo republicano cuyo fin supremo es la unidad. Surge el interrogante: ¿La unidad entre quiénes? Aquí lo central: Entre el PRO-Cambiemos y el peronismo. No cualquier peronismo sino aquel que tributa a la vertiente más conservadora que busca restituir el bipartidismo. De esta manera, la política ya vaciada de tensión y conflicto, con un sistema bipartidista reactualizado que nunca cuestionó el poder de las corporaciones (llamémoslas así, por ahora) y por ello vuelve inocua la acción transformadora de lo político, le otorga forma y potencia a la construcción del relato liberal del PRO. Resta entonces, para completar la argumentación propuesta desde el texto presidencial, que esa unidad excluya, sin apelaciones, a aquella fuerza que, en mayor o menor grado, sí cuestionó resortes del poder real e intentó - y logró - producir transformaciones sociales desde la acción política y el rol del Estado. Esa fuerza se llama kirchnerismo y no está invitada al banquete de la unidad. Muy por el contrario: debe ser expulsada de la República. Pero aún falta un elemento que cohesione ese relato. Es entonces cuando aparecen en escena, una vez más, los medios dominantes. El Grupo Clarín y su nave insignia televisiva comenzaron a desplegar el operativo "unidad" identificando las estrategias políticas del kirchnerismo como las causales de la aplastante derrota del peronismo. La argumentación va en sentido directo hacia los costos internos que la derrota  tendrá para el movimiento y el consecuente salto hacia Cambiemos entre quienes hasta ayer apoyaron a Cristina Fernández de Kirchner. Una figura política a cooptar es Daniel Scioli, el objetivo más preciado para el Grupo, símbolo del kirchnerismo en su versión 2015.

La pretensión de unidad es una formulación banal. El pragmatismo que emana es del mismo tenor áurico que reviste las carencias verbales o lingüísticas del actual presidente. Son fórmulas diseñadas en los gabinetes del marketing y la publicidad; slogans reversibles y aptos para ser utilizados en circunstancias diversas. Representan la leve alegría del estar, la apelación esencialista al merecimiento y la vida feliz.

El discurso presidencial estuvo acorde a la coloratura del gabinete que Mauricio Macri designó. Para Macri el gobierno es un equipo técnico que busca su eficiencia en la desagregación, digamos por circuitos, de objetivos a cumplir y problemas a resolver. Así el narcotráfico es un flagelo que Cambiemos promete eliminar sin tener en cuenta las ramificaciones políticas y económica a nivel  internacional. El sector específico del equipo técnico designado para esa tarea será el responsable de la eficiencia o ineficacia de la estrategia pensada para afrontar tamaña tarea. No es el Gobierno nacional, es un área técnica destinada para ese objetivo. Simplemente, imposible de cumplir.

Pobreza cero podría ser tan abstracto como primavera cero. Un horizonte, dijo el Presidente. El sueño eterno de la igualdad de oportunidades. Otra vez, sin especificar las políticas públicas de Estado a implementar, ni la serie de medidas económicas o notación posicional con relación al cero,  o el marco de relaciones internacionales a desarrollar. Prometer que en el país haya pobreza cero sin dar especificaciones de cómo lograrlo es traspolar el sueño del elefante blanco de, en este caso, tres colmillos (perdón Borges) que como un Buda amoroso optará por salvar a todos los niños, hombres y mujeres de nuestra tierra flanqueado por un ramillete de modernos CEOS espiritualizados.

El “arte del acuerdo" munido de aventuras extraordinarias, espiritualidad, falibilidad, y una continua apelación velada a profundizar esa construcción semántica amasada durante estos últimos doce años: La grieta.

Una nueva etapa política comienza. Habrá que darle tiempo al PRO-Cambiemos para que muestre sus cartas. También habrá que estar muy atentos porque como dijo Macedonio, no todo es vigilia la de los ojos abiertos.

*Periodista. Docente en la UNDAV. Director de La Tecl@ Eñe, Revista de Cultura y Política http://www.lateclaene.com/