¿Quién puede olvidarse de Garrafa Sánchez?

¿Quién puede olvidarse de Garrafa Sánchez?

27 Octubre 2014

Por Jorge Hardmeier

El 31 de octubre de 2011 se inauguró un monumento en la sede del Club Atlético Bánfield. Un homenaje a un patriota de la zona sur del conurbano bonaerense. El tipo había fallecido una tarde de enero de 2006, realizando acrobacias con la moto, en su barrio de siempre, en las calles de tierra que recorrió durante toda su vida. Laferrere.

Fue el comienzo o la reafirmación de un mito que ya se estaba gestando.

Heredó, como tantos, el oficio de su padre. Repartía garrafas de gas comprimido a domicilio. En el sur de la provincia de Buenos Aires el gas natural es un lujo.

Y el potrero. El crack del barrio, ese del que todos hablan.

La venta de garrafas no cubría todos los gastos. Y dale, entonces: a jugar por guita, en el barrio, Laferrere, en el potrero, campeonato de penales. Apuestas. Y vivir de eso. Y ser infalible.

El mito se estaba gestando.

Y las motos, siempre.

Ser ídolo indiscutible, caso raro, en tres clubes, todos de la zona sur del conurbano bonaerense: El Porvenir, Laferrere, Banfield.

Pisarla. Tirar un caño en el potrero del barrio, en una calle de tierra o en la Bombonera.

Y enganchar, enganchar, enganchar, eludir a medio equipo contrario y  querer pasar al arquero rival. Claro, tus compañeros  te recriminaban: “Dale, Gordo, no jodas” Metela,  Gordo.

Jugar igual, siempre. Jugar a la pelota. Jugar siempre, jugar infinito.

José Luis Sánchez poseía el típico talento del jugador de potrero, ese que mamaron, por ejemplo, Bochini y Maradona.

Y no soportar los entrenamientos.

Y el mito dice: José Luis Sánchez fue convocado para jugar en Boca – época bilardista –  pero parece que no era bien visto que los jugadores utilizaran moto como medio de transporte y, menos que menos, a ciento y pico de kilómetros por hora. Bilardo y su ayudante de entonces, Pumpido – paradojas – le bajaron el pulgar por este hecho extrafutbolístico. "Era muy joven y me manejaba con esa espontaneidad. Iba en moto porque tenía moto. La sensación que me quedó es que, si era por mis condiciones, hubiera podido jugar tranquilamente en Boca"

Y el mito agrega: que en alguna ocasión, en la década del noventa, formó parte de un conjunto que ofició de sparring de la Selección Nacional Argentina. Garrafa Sánchez dio una cátedra de fútbol. Fulbo.

Y una película sobre su vida – dirigida por Sergio Mercurio: ¿cuántos futbolistas son honrados con una película? -   con estreno incluido en el estadio de Banfield. Canciones dedicadas. Y gran cantidad de tatuajes recordándolo.

Y ser consecuente con las calles de tierra y con los códigos del barrio: “Soy hincha de Laferrere y voy a terminar mi carrera ahí”.

Y así fue.

José Luis “Garrafa” Sánchez no era un jugador de fútbol profesional, más allá del aspecto  económico. Jugaba a la pelota. Al fulbo.

Y fue, tal vez, uno de los mejores pateadores de penales de la historia del fútbol argentino.

Y ser el anti -  Caniggia: una lentitud pronunciada, física, pero una velocidad mental y un manejo del balón extraordinario. “Me gusta pisarla”.

Jugar siempre a la pelota como un niño. Jugar al fulbo, siempre.

Pisarla. Taco, caño, gambeta.

Y las motos, siempre.

Y Dolina que dijo: "es el jugador que elegimos para querer".

Y claro, ¿cómo no quererlo? Es uno de los últimos jugadores no tecnológicos. Un mago de potrero.

José Luis Sánchez. “Garrafa”