"La violencia mata, no es una joda que te den un cachetazo"

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"La violencia mata, no es una joda que te den un cachetazo"

06 Junio 2014

Por Cynthia Rivero

AGENCIA PACO URONDO: ¿De qué manera la violencia contra las mujeres deja de ser una cuestión natural para convertirse en un problema social?

MT: La gran novedad del movimiento feminista de los ’60, ’70 del siglo XX es que a diferencia del sufragismo, cuyo centro fueron las demandas por ampliar los derechos civiles y educativos de las mujeres, sobre todo alrededor del voto y de los cambios en las legislaciones, el feminismo llamado de la segunda ola, va a expandir los límites de lo político. Va a considerar problemas políticos, o sea de los cuales se va a tener que ocupar la política, ciertos problemas que antes no se consideraban como tales porque pertenecían a la esfera de la intimidad. En ese sentido lo que el feminismo va a cuestionar es la familia, las relaciones de poder dentro de la familia, la concepción del amor que implica poder de los varones sobre las mujeres. En ese contexto de cuestionar todo, de llevar a la agenda pública lo que antes era secreto aparece el tema de la violencia. Y una de las cosas más interesantes de este período, en esto de politizar la vida cotidiana es que las mujeres pueden pensar su propia vida privada en otros términos. Por eso eran tan importantes los grupos de concientización. Esto es, grupos de mujeres donde ellas exponían los problemas que hasta ese momento consideraban privados y donde las demás también se reconocían. El hecho de compartir y escuchar las experiencias hacía que ese drama personal se politizara. Entonces más allá de que fulana tenía un mal matrimonio o que su marido la tratara mal se podía pensar por qué los hombres maltratan a las mujeres. En este sentido surge esta consigna tan importante de lo personal es político.

Una de las cosas que yo creo que se puede extender para otros movimientos sociales es que llevan a la agenda pública, como se dice ahora, problemas que antes no era considerados como tales. Por ejemplo, pensemos los grupos ecologistas, los grupos de demanda de la diversidad sexual, los grupos organizados a través de los problemas étnicos o raciales… Inclusive hablamos de las mujeres en el siglo XX porque, además de que el famoso historiador Eric Hobsbawm dijo que el feminismo era la revolución y el movimiento social más importante del siglo XX, los problemas de las mujeres siempre estaban situados en la naturaleza, no? Y la familia también entraría dentro de lo natural, no? Es decir de todo aquello que no se cuestiona, las cosas son así. Las mujeres son débiles, los hombres fuertes. Los hombres son los que tienen que proteger a las mujeres. En todo caso lo que se sancionaba era un exceso de violencia. También se consideraba natural que los padres les pegaran a sus hijos. Entonces yo creo que los movimientos sociales, entre ellos el movimiento feminista ensanchan las concepciones de lo político, es decir hacen incluir cuestiones que antes no se consideraban políticas.

APU: ¿Cómo aparece el tema de la violencia en América Latina?

MT: El tema de la violencia aparece en América Latina hacia los ’60, ’70 lo que pasa que tenemos un movimiento muy efímero que se corta con la dictadura militar y anteriormente el proceso de politización, de radicalización de la lucha política en los ’70 que no permitió un desarrollo más paulatino de las ideas feministas y que se corta de modo abrupto con la dictadura. Vuelve a aparecer con las mujeres que regresan del exilio y con aquellas que estaban en un feminismo tipo de catacumbas que resurge en los ’80. Entonces se empieza a gestar aquí un ambiente y una escucha que puede entender estos problemas, porque aún hoy se naturaliza mucho la violencia. El caso de los piropos, por ejemplo, que no se consideran un insulto cohibir a una muchachita que está caminando en la calle y le gritan cualquier cosa. Esto aún hoy no se entiende como violencia… los hombres responden: “Eh! que poco sentido del humor”. Esto tiene que ver no solo con naturalizar sino también con una masculinidad per se que debe ser violenta. No habla bien de los varones afirmar ese tipo de cosas.

Entonces cuando se empieza a reflexionar sobre la vida cotidiana, sobre las relaciones de poder entre varones y mujeres, entre distintas generaciones… ahí aparece el problema de la violencia. Lo que hace el feminismo y los grupos de mujeres organizadas es poner en un marco diferente el problema de la violencia. Primero considerarlo un problema social a lo cual había que dar una respuesta que fuera social. Más allá de una primera etapa que fuera empoderar, como se dice ahora con términos más nuevos, se trataba de fortalecer la autoestima de las mujeres. Porque detrás de la violencia hay un mensaje de: “te la tenes que bancar” “te la tenes que aguantar” “eso le pasa a todas”. Hay un dicho español que es de una mujer en la década de los ’80 que dice “mi marido es normal, me pega cada tanto”. Esto implica una aceptación de la violencia que hace que el primer paso para salir de ese lugar sea fortalecer a esa mujer para que pueda plantarse como sujeto.

¿Por qué una mujer tiene que soportar violencia dentro de su casa y afuera no? Por ejemplo si alguien te pega en la calle, seguramente lo vas a denunciar no lo vas a permitir, si te pega un primo también, si te pega un hermano siendo adultos no lo soportarías… ahora por qué las mujeres conviven con hombres que les pegan, esto es una paradoja. El problema es que a veces esa mujer está enamorada y desea a la persona que la maltrata. Por eso las feministas cuestionan la concepción del amor, qué tipo de amor es aquel que violenta.

APU: En este sentido ¿qué pasa con ese discurso que responsabiliza a las mujeres por quedarse con quien las maltrata, e incluso afirma “ella se queda, le gusta sino se iría”?

MT: Bueno, ahí hay un discurso bastante hipócrita. Primero porque no es fácil irse cuando hay hijos. Si vos no tenes un apoyo familiar, no tenes un apoyo económico, una casa donde refugiarte, donde tus hijos puedan estar tranquilos, no es fácil agarrar a tus hijos e irse. Por eso es muy importante escuchar y sobre todo tener mucha paciencia, porque a veces rápidamente se juzga diciendo “¿cómo esa persona que es inteligente en otros aspectos de la vida está con un canalla?”. Esta es la gran pregunta que muchas veces nos hacemos las mujeres. Hay que tener en cuenta lo que han dicho las expertas hace 40 años, lo que llaman el círculo de la violencia: el violento jura que no lo va  a hacer más, la mujer le cree y entonces vuelve y luego se repite la violencia. Por lo cual es fundamental que el movimiento feminista haya dicho: la violencia es un problema social, más allá de la perversión o la subjetividad o la psicología de tal o cual varón, hay una sociedad que considera que eso es natural y mira para otro lado. Dentro de ese contexto de politizar la intimidad aparece encuadrada la violencia: como un crimen, un delito. Son las mujeres las que insisten en que es un delito. No estaba tipificado de este modo. Inclusive los tipos de violencia. Nuestra ley habla de la violencia mediática, la violencia en el parto, la violencia doméstica, etc. Yo creo que ha sido uno de los grandes avances del movimiento de mujeres. A nosotras nos ha tocado trabajar en barrios populares con mujeres súper valientes que le ponen el pecho a los piquetes, en la época de los movimientos de desocupados y sin embargo por ahí, después, eran golpeadas por sus maridos.

APU: ¿Cómo es el tratamiento de la violencia con mujeres de distintos sectores sociales? ¿La organización se da dentro del mismo barrio o viene desde afuera?

MT: Lo que pasa que en el caso de los pobres es que toda su vida transcurre muy públicamente, entonces escuchas los gritos, los chicos están más en la calle, los cuidan las vecinas, hay una socialización de la alegría y de los pesares. Los ricos viven en una torre, o  en un barrio privado y es más difícil enterarse de las cosas. Sin ir más lejos el caso tan conocido de María Marta Belsunce que se decía de modo informal que el marido le pegaba, cada dos por tres andaba con anteojos negros. Lo que sí aparece en estos últimos tiempos y es auspicioso por parte de los movimientos sociales en general es considerar a la violencia como un problema social.

Si vos trabajas en un bachillerato popular o un comedor y tenes una mínima sensibilidad lo primero que te cuentan las mujeres es el problema de violencia que sufren. Y te piden que alguien les pueda dar una charla, les pueda dar una mano. El problema está ahí, el problema aparece. Una de las primeras cosas que hay que lograr para empezar a trabajar es un espacio para hablar donde solo haya mujeres, esto permite vencer los miedos y las vergüenzas. Sucede que a veces esto tan básico es difícil de lograr, los espacios son mixtos porque hay mucha desconfianza respecto de qué hacen o qué hablan las mujeres cuando están solas. Pero una vez que lo pueden expresar es muy importante que se pueda hablar. A veces se usa la tercera persona, a tal le paso tal o cual cosa pero a ella no. Por eso es importante cuestionar la concepción del amor, la concepción del amor tal como la construyó Occidente, por qué una pareja que está tranquila, que charla, que toma mate, es una pareja aburrida para muchos, mientras que una pareja que se grita, que se busca, que se controla es sinónimo de pasión. No entendiendo además que las parejas pasan por distintas etapas, no es lo mismo cuando te conoces, que a los 10 ó 20 años de vivir juntos. Es la pasión entendida como dominación, como poder de uno sobre otro. Ahí también hay que buscar los vínculos violentos del varón hacia la mujer. Es muy complejo, es naturalizar una cierta idea del amor, de la pasión como poder sobre otro. Y la cuestión de la autoestima de las mujeres, cuanto más se fortalezca la autoestima de las mujeres ellas mismas lo van a impedir. De hecho el primer paso es salir de la casa, ver otras cosas y charlar con otras mujeres. En la soledad del hogar nada se soluciona. Si bien no es automático que salir al mundo de lo público va a implicar el fin de la violencia, sí es un primer paso: poder hablar. Por eso son importantes los Encuentros Nacionales de Mujeres, porque las mujeres interactúan de barrios diferentes, de provincias diferentes, y además es un espacio autónomo fuera de la mirada de los varones. Para muchas de ellas es la primera experiencia, es la primera vez que están tres días sin el marido y sin los chicos. Este espacio lo primero que permite es darte cuenta que hay una experiencia compartida, que no te pasa solo a vos porque sos tarada, “me pegan porque me porto mal” “¿cómo? si yo hago las cosas bien”, y además es interesante porque hay cosas que se repiten en todos los casos. Cuando una sufre piensa que su sufrimiento es único. Incluso porque otra cosa que hace el golpeador es aislar a la mujer. Romper todos los vínculos. Es necesario salir de la soledad, compartir, “encima que te cagan a palos, pensas que sos la culpable”.

APU: ¿Hubo en Argentina algún momento político donde el tema de la violencia se puso sobre la agenda pública de modo más visible?

MT: Sí, el asesinato de Alicia Muñoz a manos de Monzón. Lamentablemente el asesinato de esa chica permitió hablar del tema. Primero porque era un persona conocida entonces salía en todos los diarios, segundo, dio la medida para empezar a difundir que la violencia mata, que no es una joda aunque te den un cachetazo, que es algo grave y además que podes morir en manos de un violento. Monzón era un personaje muy especial, amigo de Harguindeguy, iba a cazar y además no boxeaba más y ya no sabía qué hacer con su vida. Nosotras salimos con carteles a cortar la Avenida Corrientes denunciando “el sexismo mata” “la violencia, mata”. Yo creo que a partir de este hecho se empezó a tomar más en serio la cuestión de la violencia, inclusive a dar respuestas desde las agencias estatales. Monzón tenía muchos vínculos, entonces no solo la mató sino que luego fingió todo lo demás. Borro muchísimas pruebas. Era un abuso de poder total. Él la tiro del balcón pero ya estaba muerta, porque la había estrangulado. La traquea desapareció de la morgue, imaginate el dinero que se movía. Fue el famoso cartonero Baez el que vio todo. Fue un caso terrible que sin ese testigo clave, hubiera quedado probablemente irresuelto.

APU: ¿Cuál es el término correcto para hablar de este tipo de violencia: es violencia doméstica, contra las mujeres o violencia de género?

MT: Yo prefiero hablar de violencia contra las mujeres porque estamos hablando de una relación varón-mujer. Violencia de género puede significar la violencia contra las travestis, transexuales o gays, porque hay una masculinidad hegemónica que pretende imponerse sobre aquellos otros que no responden a lo que tiene que ser el macho típico. Violencia doméstica es la más políticamente incorrecta, es la que menos se usa, aunque también puede ser la violencia contra los niños.