Homenaje a Iván Heyn, por Santiago Gómez

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Homenaje a Iván Heyn, por Santiago Gómez

20 Diciembre 2013

Por Santiago Gómez

“Formo parte de una generación que creció en la mal denominada “era del fin de la Historia”. La caída del muro de Berlín había dado paso a la instalación de un único sistema global que, basado en un sistema de representación democrática y ciertos derechos jurídicos, buscaba en el libre funcionamiento de la economía de mercado la solución para todas las contradicciones sociales(…) En estas experiencias, una generación de militantes forjó sus inquietudes políticas. En términos personales, a medida que crecía mi participación política aumentaba la necesidad de entender cuál era la clave conceptual de los tiempos que nos tocaban en suerte. El discurso sobre el que se construía la justificación del injusto orden social que se iba modelando era el de la economía, y por lo tanto, era imprescindible comprenderlo.” Iván Heyn.

Iván es exponente de una generación, la de aquellos que durante los noventa resistimos el neoliberalismo y pudimos ingresar a la facultad. Estudió economía en la UBA, donde militó en la agrupación TNT (Tontos pero No Tanto), de la que también fue parte Axel Kicillof, pero que con la conducción de Heyn pudo ganar el centro de estudiantes, aunque por las patotas de la Franja nunca pudieron asumir. Fue el primer presidente de la FUBA que derrocó a la Franja después de 18 años. Lo hizo desde el frente 20 de diciembre, conformado por partidos de izquierda sin representación parlamentaria y agrupaciones independientes. La particularidad de las agrupaciones independientes naranjas (TNT, NBI en Derecho, conducida por Mariano Recalde, PDI en Psicología) era sus innovadoras campañas comunicacionales y su promoción de la unión entre estudiantes y trabajadores, defendiendo la importancia de la CGT, más allá de los entregadores que la conducían. Actuaban conjuntamente con el MTA, cuando Moyano y Piumato resistían. De hecho el secretario de los judiciales estuvo en la asunción de Iván a la FUBA.

Recuerdo a Iván acompañando a los compañeros de PDI con su cabeza rapada y su barba en la pera, en la planta baja de la sede de Independencia cantando a favor de la CGT, pero también cantaba “Pi-que-teros carajo”. Le decían el gordo, por esas cosas que tenemos los tipos de querer bajar al otro. A Iván lo sostenía su accionar. Respetado, admirado y querido por sus compañeros, lo que pocas veces ocurre, reconocían en él a un cuadro político con sólida formación técnica, un economista con un conocimiento de la realidad industrial y económica del país que pocos tienen. En la Universidad Nacional de General Sarmiento obtuvo un Master en Desarrollo y Políticas Industriales. Tanto la modalidad de la estatización de YPF como el plan PRO.CRE.AR estuvieron en su cabeza.

Como tantos otros que venían de la militancia se sumó al proyecto iniciado en el 2003 al que no sólo aportó desde la gestión, ya que siendo muy joven ocupó distintos cargos, entre ellos, fue gerente de Estudios Macroeconómicos y Sectoriales en Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE), entre enero de 2009 y enero de 2011; subsecretario de Industria, entre mayo de 2008 y enero de 2009; y asesor del Ministerio de Economía y Producción, entre abril de 2006 y abril de 2008; sino también dentro de La Cámpora, donde conducía el Centro de Estudios Políticos, estimulando a sus compañeros a militar, formarse y presentar propuestas. Declaraciones publicadas en distintos medios, recordaban una afirmación de él “Somos soldados de este proceso y no pedimos lugares para nosotros, pero sí participar y que nos abran las puertas.”

Iván abrió muchas puertas, sumaba a la militancia. No lo movía el interés por llegar solo a ningún lado. Tenía muy claro la necesidad del trabajo en equipo, por su capacidad para hacer lugar, escuchar, analizar y después proponer. Un tipo que brillaba y hacía brillar. Compartí solo dos encuentros con él, el último el día que ganó Cristina las elecciones. Comimos con otros compañeros en una pizzería frente del Obelisco, doce de la noche, y el tipo seguía con esa vitalidad y sonrisa que lo caracterizó. Se fue uno de los mejores de nuestra generación. Y cuando hablo con sus amigos me lo confirman.

*El texto se publicó por primera vez en la revista Hamartia