Pelele

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Pelele

07 Febrero 2014

Por Ulises Castaño

Ahora adentro del espectáculo, está claro, pero al fin dentro del perímetro en el cual se decide. Si Pele tuviera que anunciar su lugar en el mundo con una frase de publicidad radial, esta seguramente seria a pasitos del poder. Ahora, el enviado de la FIFA cumple a rajatabla el encargo de pedir públicamente que los reclamos de aquellos que protestan por la realización del próximo mundial se hagan una vez pasado el mismo. ¿Que?

Lo que a uno le viene, casi por defecto de fabricación nacional, es la comparación. La sola y loca idea de imaginar a Maradona pronunciándose de esa manera es suficiente para entender el lugar de uno y otro, en la actualidad y siempre.

Aparte de esto, buscando el cross (con lo que cuesta armar un cross), pegar primero, rápido, ya desde el titulo, considerando opciones capusotescas incluso, derivé hacia la voz popular española pelele. La definición de diccionario muestra estas dos acepciones:

  • m. Muñeco de paja o trapo con figura humana que se hace con ocasión de algunas fiestas populares.
  • Persona que se deja manejar por otras

Sin embargo, si bien se ajustaba, no me convencía. Tal vez demasiado influenciado por conjeturas fontanarrosescas, no me cerraba esta expresión raramente utilizada por aquí, con un significado fuerte pero a la vez tan débil, tan falta de cierta pizca de afrenta o al menos de picaresca, de chicana. Percibía con pelele lo que el negro decía de las malas palabras cuando, pronunciadas de cierta manera, carecen del efecto de voluptuosidad sonora indispensable para constituirse como tal. Yo buscaba ahí un pelotudo por ejemplo. Un buen pelotudo con gran énfasis en la T, como decía el negro. Y si bien es cierto que siempre hay un pelotudo a mano, dando vueltas como un reverendo pelotudo, no podía utilizarlo como titulo.

Es sabido que lo que no logrará jamás una Academia de letras (a saber: el enriquecimiento de las lenguas) fundamentalmente por ese matrimonio estéril de miopía y oscurantismo del que suele dejar constancias memorables, suele proliferar cual yuyo silvestre en plena pampa, sin mayores supuestas pretensiones de utilidad que alimentar al rumiante que terminará en el cuchillo para nuestra felicidad concreta e incluso espiritual. Por nuestra parte, y tal vez producto de ese mismo estado de felicidad, llegamos a decir cosas como hacer de  tripas corazón. No es carne si no se queja, dicen.

Puede resultar desesperante no encontrar el hueco para el cross. Y uno con esta urgencia congénita en ristre. Así que, tal vez por el mismo defecto de fábrica antes mencionado, esperanzado como estoy ante la inminente cita brazuca, finalmente le encontré el lado positivo a la situación. Ya no me lamento por no poder decirle a o rei los de afuera son de palo; tampoco que el título de esta nota pueda causar cierto rechazo dada su extranjería y su poca fuerza; en cambio aprovecho la ocasión para mandarlo simplemente al carajo, o directamente a la mieRda.