Histórico: la salida del Reino Unido de la Unión Europea y sus consecuencias

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Histórico: la salida del Reino Unido de la Unión Europea y sus consecuencias

27 Junio 2016

 

Por Maximiliano Van Hauvart

“Existe un remedio que… en pocos años podría hacer a toda Europa… libre y…  feliz. Consiste en volver a crear la familia europea, o al menos la parte de ella que podamos, y dotarla de una estructura bajo la cual pueda vivir en paz, seguridad y libertad. Debemos construir una especie de Estados Unidos de Europa.”

Winston Churchill. Fragmento del discurso en la Universidad de Zurich (1946).

Los pro y los contra: Brexit o Bremain

Si hay algo que estuvo constantemente ligado a este proceso son los argumentos de las partes para quedarse o irse de la Unión Europea.

Los argumentos para irse se pueden resumir en palabras como inmigración, seguridad, protección, soberanía, autonomía, sistemas burocráticos simples, ahorro económico, etc.

El enojo principal subyace en las cuestiones inmigratorias que llevaron a la entrada de 300.000 inmigrantes cuando la cuota establecida por el gobierno de David Cameron sería de solo 100.000. No es una novedad que los sistemas sanitarios, de transporte y educativos empiecen a demostrar colapsos cada vez más notorios a raíz de esto. O, por otro lado, la rebaja de los salarios para poder seguir en competencia. La seguridad, como pudo verse en Francia con los atentados al semanario Charlie Hebdo o la masacre de Le Bataclan, incentiva a los británicos a reforzar sus controles y poner filtros cada vez más severos para evitar y prevenir el desembarco de células terroristas ligadas al mundo islámico como a la inmigración. Los enojos siguen y las cuestiones jurídicas se suman a otro de los motivos: la mitad de las leyes que se aplican en el territorio del Reino Unido fueron aprobadas en Bruselas, Bélgica. El ahorro económico se puede ver a la vista debido a que cada semana Gran Bretaña debe contribuir con 350 millones de libras esterlinas lo cual se transforma en unas 20.000 millones de libras anuales.

En cambio, las palabras que pueden girar en torno a quedarse dentro de la UE se pueden resumir en irresponsabilidad, debacle e inestabilidad económica, importancia geopolítica y estratégica, desmembración del Reino Unido y los procesos independentistas como las cuestiones de seguridad supraestatales.

La irresponsabilidad se vincula directamente a que esta decisión puede significar un salto al vacío, a un escenario que es incierto y depara más interrogantes que posibles respuestas ante la curiosidad ciudadana. Solamente la Unión Europea tiene un mercado de 500 millones de personas y con acuerdos económicos con más de 50 países no europeos. Unos 3 millones de empleos dependen directamente del comercio con la UE y el 44% de las exportaciones del país van a parar a UE. Estudios de la Comisaria Económica de la UE informa que por cada libra que el pueblo británico deposita en Bruselas le son devueltos 10 libras en inversiones. Hay una inversión anual de 24.000 millones de libras a Gran Bretaña. Foros sociales y de derechos humanos sostienen que es más lo que los inmigrantes europeos pagan en impuestos de lo que usan en servicios sociales. Este tópico es uno de los más discutidos a lo largo de la campaña. Y por último y, de alguna manera el más peligroso, es la disolución de lo que conocemos como Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Los nacionalismos escoceses e irlandeses esperan con ansias la oportunidad de poder abandonar para siempre su lazo con Inglaterra.

 

El asesinato de Jo Cox

El 16 de junio, el Brexit-Bremain se adjudicaba lo que sería la única víctima mortal: la laborista y miembro del Parlamento, quien asumió su banca después de elecciones generales del 2015, Jo Cox. Tenía 42 años de edad, era madre Cuillin y Leila, de 5 y 3 años respectivamente, y estaba casada con Brendan Cox.

La diputada laborista fue apuñalada y tiroteada después de una de sus actividades en la localidad de Birstall, en el condado de West Yorkshire (Inglaterra). Lamentablemente los paramédicos no pudieron hacer nada para remediar el estado crítico de Cox y murió en la vía pública antes de poder ser transportada hacia el Hospital de Leeds.

Horas después, Thomas Mair (52 años), un vecino de la localidad fue identificado por la policía como autor del crimen. Medios británicos aseguran vínculos con sectores de extrema derecha y, sin comprobación médica, problemas psiquiátricos que pudieron haber impulsado su accionar. Enfrenta cargos por asesinato, agresión y posesión y tenencia ilegal de arma de fuego. Cuando tuvo que comparecer ante la Corte de Magistrados de Westminster dijo: “¡Muerte a los traidores! ¡Libertad para el Reino Unido!”.

 

Urnas, tensión y porcentajes

Sin lugar a dudas, la carrera por la preparación de los comicios había llegado a su fin. El jueves, a las 7 a.m., los espacios electorales para sufragar a favor o en contra de la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea habrían sus puertas a una de las jornadas históricas en la vida política británica. A pesar a la lluvia y las posibilidades de anegación en varios condados, la elección prosiguió sin ningún problema.

El Comité, compuesto por miembros de ambas tendencias, contabilizó en sus registros a 46.501.241 personas habilitadas para votar ese día. La participación del pueblo británico y del Norte Irlanda, llegó a los 33.578.016, o sea, un 72,2%.

Pasarían las horas, los nervios, los sobres de té y los celulares conectados a las redes sociales para obtener el resultado final. El 51,9% de los votantes, quiere decir unos 17.410.742, se impuso en la elección con una diferencia del 3,8% de los votos.

 

Si UE

%

No UE

%

Diferencia

%

Inglaterra

13.266.996

46,6%

15.188.406

53,4%

1.921.410

6.8%

Escocia

1.661.191

62%

1.018.322

38%

642.869

24%

Gales

772.347

47,5%

852.572

52,5%

82.225

5,1%

Irlanda del Norte

440.437

55,8%

349.442

44,2%

90.995

11,5%

Total

16.141.241

48,1%

17.410.742

51,9%

1.269.501

3,8% 

Podemos notar que en los países que decidieron permanecer en la UE, como es el caso de Escocia e Irlanda del Norte, la diferencia fue superior al 10%. Y, por el contrario, los países que decidieron dejar la UE obtuvieron diferencias inferiores al 7%.

Por su parte, Gibraltar, que es uno de los territorios británicos en ultramar impuso por un rotundo 95,9% la decisión de quedarse en la Unión Europea.

 

Renuncia y cuestionamientos políticos

Fue en el año 2015 que el Partido Conservador, con David Cameron buscando la reelección para el cargo de Primer Ministro, había arrasado en los comicios electorales obteniendo 331 escaños en el Parlamento británico y, como si fuera poco, evitando la conformación de alianzas en el recinto parlamentario debido a que los Torys habían conseguido la mayoría absoluta. Este hecho político no se vía desde hace setenta años.

En ese preciso momento, después de conocidos los resultados electorales que sembraron las dimisiones en las conducciones del Partido Laborista, el Partido Liberal y el Partido de la Independencia del Reino Unido, David Cameron prometió públicamente comprometerse a llevar adelante un referéndum de permanencia en la Unión Europea. Pasaría más de un año para que la promesa de Cameron viera la luz.

A pesar del posicionamiento de Cameron por pertenecer dentro de la UE, el Partido Conservador encontró la división interna de forma cuasi pareja. Philip Hammond (ministro de Asuntos Exteriores), Jeremy Hunt (ministro de Salud), Michael Fallon (ministro de Defensa), SajidJavid (ministro de Negocios) Patrick McLoughlin (ministro de Transporte), Nicky Morgan (ministra de Educación, Mujer e Igualdad), David Mundell (ministro para Escocia), George Osborne (primer secretario de Estado y canciller de Hacienda) y Liz Truss (ministra de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales) apostaban por el Bremain. Al contrario de Iain Duncan Smith (ministro de Trabajo y Pensiones), Michael Gove (ministro de Justicia), Chris Grayling (presidente del Consejo y líder de la Cámara de los Comunes), Priti Patel (ministra de Empleo), TheresaVilliers (ministra para Irlanda del Norte) y John Whittingdale (ministro de Cultura, Medios de Comunicación y Deporte).

Es difícil imaginar la situación de tratar de aunar posturas en pos de la causa del Primer Ministro que había, hace poco, cumplido el primer año de su segundo mandato.

El viernes, a primera hora, anunció su dimisión al cargo del Primer Ministro del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte como así también a la Presidencia del Partido Conservador. “La población ha tomado una decisión muy clara de tomar otro camino. Ello requiere una conducción renovada. Haré todo lo que pueda como Primer Ministro en las próximas semanas y meses, pero no es lo adecuado que sea el capitán que dirija este nuevo rumbo”, expresó Cameron. Informó que su renuncia se hará formal después de la Convención del Partido Conservador en el mes de octubre.

Por otro lado, el laborismo británico volvió a entrar en su tercer gran convulsión interna. La primera recuerda a la derrota aplastante en las elecciones generales de 2015 y la renuncia de Ed Miliband quien, a pesar de su ardua campaña, no llegó a satisfacer los objetivos básicos de la formación laborista. Allí se abrían dos opciones: girar la izquierda o al centro. Todo esto en alusión a la complicidad laborista a la hora votar diferentes programas económicos de la bancada conservadora. La segunda gran convulsión fue la antigua figura del ecologista y republicano Jeremy Corbyn, recordado por haber invitado en 1987 al líder del Sinn Fein (brazo político del Ejército Revolucionario de Irlanda) a la Cámara de los Comunes pidiendo un minuto de silencio por una operación que condujo, a manos de las fuerzas especiales S.A.S., la muerte de siete miembros del ERI. Era en agosto de 2015 que toda la maquinaria del Partido Laborista junto a Tony Blair impulsaba medidas desesperadas para evitar el ascenso de este “viejo” pero ovacionado hombre definido como marxista quien movilizó la afiliación juvenil más importante de las últimas décadas. Una versión de Bernnie Sanders pero del otro lado del gran charco. Con el JezWeCan, como lema de campaña, se impuso de manera notable ante sus tres adversarios y sentó el giro a la izquierda del laborismo británico del cual se habían alejado durante mucho tiempo. La tercera gran convulsión se da días después del Brexit en donde se prepara una moción partidaria para remover a Jeremy Corbin de su cargo ejecutivo. Unos cincuenta parlamentarios respaldan públicamente la moción de no confianza ante el viejo león laborista. El mismo Corbin sentenció cuando dijo que la Unión Europea no es más que “un invento neoliberal que perjudica a las clases desfavorecidas de los Estados miembros”. Es de los pocos políticos del momento que expresó, a su vez,  la incidencia de las zonas industriales deprimidas del norte de Inglaterra por su descontento a la seguidilla de recortes financieros y la crisis del sector desde hace ya varios años. Algunos correligionarios lo tildan de “loco” y que sufre “delirios severos”. Deberemos esperar para saber cuál es el destino que le aguarda en la política británica.

El ganador y vencedor de esta elección fue Nigel Farage, líder y parlamentario de Partido de la Independencia del Reino Unido. Su formación es conocida por su eurofobia. Ante los resultados dijo: “una victoria de la gente real frente a las multinacionales y las elites”. Este carismático pero contundente político es conocido por su total sinceramiento ante las problemáticas que aquejan a los británicos y también por su férrea defensa ante los embates de la prensa. Sabe devolver con el doble de fuerza lo que recibe. La historia de Farage se remonta en 1992 cuando fue firmado el Tratado de Maastricht que decidió abandonar junto a varios camaradas el Partido Conservador. La transición política del UKIP pasó de un euroescepticismo a la derecha más dura y rancia posible. Su formación política, a pesar de que solo cuenta con un escaño en la Cámara de los Comunes, tiene la mayoría en las elecciones europeas y sus concejales ocupan una gran porción territorial conocida como Ukiplandia. Es considera el artífice del Brexit sin nunca haber pisado Westminster.

 

Viernes negro: la timba y el desplome financiero

Todo gran cambio acarrea grandes consecuencias, para bien como para mal. La libra esterlina se desplomó, después de conocido el resultado, un 10%. Diversos analistas económicos del Reino Unido afirman que fue la peor caída desde 1992.

Las bolsas de Asia cayeron al igual que la moneda británica un 10% debido a la incertidumbre que asoma en el horizonte de la economía del Reino Unido.

La caída del valor de la moneda nacional hizo aumentar el valor de la onza de oro un 8% como forma de resguardo para evitar la pérdida de activo. Los bonos del Tesoro de los Estados Unidos tampoco quedaron fuera de la fiesta: treparon casi un 3%.

El petróleo, tanto en la bolsa de valores de Nueva York como de Londres, disminuyó entre un 6,5% y un 5,8%.

Por su parte, la Unión Europea perderá anualmente unos 17.000 millones de euros como parte de la contribución británica a las arcas supraestatales. La repercusión también afectara de manera notable puertas adentro: un agujero presupuestario de 40.000 millones de euros. El Ministro de Finanzas, George Osborne, informaba que se había dispuesto de un presupuesto de emergencia “Brexitbuget” para pelear a corto plazo los primeros inconvenientes financieros y económicos del Reino Unido. Se prevé el aumento de impuestos sobre la renta y los productos de consumo. Pero la cosa, la cuestión no termina ahí. Los recortes en diversas áreas se hará sentir: sanidad (3.250 millones), educación (1.560 millones) y defensa (1.299 millones).

El Banco de Inglaterra informó que tiene las herramientas y la capacidad para inyectar unos 250.000 millones de libras para mantener los mercados a flote como a las entidades financieras.

Países como China, México o Canadá preparan medidas de contingencia económicas ante la volatilidad del mercado internacional para así evitar las futuras y posibles repercusiones en sus respectivas economías.

Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional, expresó la necesidad de un “trabajo colectivo en pos de una transición suave a una nueva relación económica entre el Reino Unido y la Unión Europea mediante diversos procedimientos y objetivos claves.” En lo que respecta a un “escenario peligroso”, el FMI sostuvo que el país podría entrar en una recesión. La contracción de la economía sería de un 0,8% en 2017 y un crecimiento inferior al 0,5% para 2018. La consultora PwC estimó que para el 2020 se perderían de circulación 130.000 millones de euros y unos 950.000 empleos se perderían.

 

El independentismo irlandés y escocés

El pueblo escocés, con complicidad  del Partido Laborista, logró evitar que el Referéndum por la Independencia en el 2014 fuera truncado por una diferencia avasallante del 11%. Infundados en el miedo impuesto por el laborismo y las campañas de desprestigio, el miedo de dejar la UE fue un claro factor que determinó la derrota del Partido Nacionalista Escocés.

Sería en 2015, de la mano de Nicola Sturgeon, que el nacionalismo escocés pasó de los 8 escaños del 2010 a los 56 actuales. Una rotunda derrota electoral del laborismo escocés con larga tradición en la tierra de las gaitas y las faldas. Fue el voto juvenil quien plantó la cruz sobre la tumba. Esta elección preparó el terreno para el futuro cuasi-inmediato que se avecina: un segundo referéndum para Escocia.

La primer ministro de Escocia anunció en la ciudad de Edimburgo, después del triunfo del Brexit, la inmediata preparación de los comicios independentistas para evitar ser arrastrada por la voluntad centralista inglesa. “He dejado claro al primer ministro esta mañana que el gobierno escocés debe estar completa y directamente involucrado en todas las decisiones sobre los próximos pasos que el gobierno del Reino Unido tiene intención de adoptar”, comunicaba Sturgeon a los medios. A su vez, Sadiq Khan, el alcalde de Londres, busca junto a la líder escocesa un asiento para llevar sus demandas ante la Unión Europea y comunicar a cada estado miembro la necesidad que tanto Londres como Escocia permanezcan en la UE.

Al frente de las tierras escocesas, Irlanda del Norte busca llevar adelante un proceso independentista del Reino Unido al igual que Escocia. Declan Kearny, el presidente honorífico del Sinn Féin, expresó: “El Gobierno británico ha perdido cualquier mandato que tuviera para representar los intereses económicos o políticos de los norirlandeses”. Algunos viejos militantes del nacionalismo irlandés creen que es posible llevar un proceso de reunificación de toda Irlanda tal cual lo estipula el Acuerdo de Paz de 1998 en donde dice expresamente “convocar una votación en toda Irlanda sobre una reunificación, en caso de que exista una demanda popular” pero Enda Kenny, primer ministro de Irlanda, dijo que su gobierno apoyaría formalmente un referéndum de unificación pero entiende que no hay indicios en la voluntad popular de que se lleva adelante. “Hay asuntos más importantes que tratar a mediano plazo”, concluyó sobre la cuestión. Lo principal a resolver es la disminución de los daños económicos que puedan avecinarse en un futuro no muy lejano.

 

La derecha europea: caminos para dejar la UE

La salida de Gran Bretaña de la Unión Europea ha incentivado los partidos de ultraderecha de Europa como es el caso de Países Bajos y Francia o, por el otro lado, de Alemania, Austria, Dinamarca, Eslovenia e Italia.

Marine Le Pen, líder del Frente Nacional y acérrima luchadora por los derechos franceses ante lo que ella considera “el avasallamiento musulmán en Francia”, dijo:”Esta Unión Europea es cada vez más brutal y antidemocrática. Los pueblos europeos aspiran a otra cosa, quieren ser libres y soberanos”. Las filas del Frente Nacional presionan al gobierno debilitado del pseudo socialismo francés de Francois Hollande, que sufre una crisis con los sectores obreros de Francia por sus medidas antilaborales,  para exigirle que llame a un referéndum de permanencia en la Unión Europea.

Unos kilómetros más al norte, en Países Bajos, el líder ultraderechista y antimusulmán confeso Geert Wilders: “El jueves 23 de junio de 2016 pasará a la historia como el Independence Day. La elite eurófila ha sido vencida. El Reino Unido señala a Europa el camino del futuro y hacia la liberación. Es hora de un nuevo comienzo, en el que nos apoyemos sobre nuestra propia fuerza y soberanía. También en Holanda”.

Los cañones de este rebrote continental tienen nombre y apellido: Angela Merkel, Canciller de Alemania. Todas y cada una de las formaciones de centro hacia la extrema derecha culpan a Merkel por las políticas de puertas abiertas ante la inmigración de cientos de miles de personas provenientes de Medio Oriente a raíz de la escalada de violencia en Siria, Iraq, Afganistán, Irán, Turquía, Líbano y Egipto.

La formación Alternativa por Alemania encabezado por uno de sus líderes, Joerg Meuthen, expresó en sus redes sociales ante la noticia del Brexit: “Los británicos han tenido la oportunidad de pronunciarse, nosotros no. Es tiempo de cambiar. Queremos referendo”.

Otro comentario, de tono más sarcástico, fue el de Viviane Reding, miembro del Parlamento Europeo y ex comisaria: “Un buen divorcio es mejor que un matrimonio fallido. Buena suerte para este nuevo y futuro tercer país”.

Tanto Merkel como Hollande entiende que se debe castigar hasta la última consecuencia al Reino Unido como medida ejemplificadora para el rebrote separatista que día a día crece en todos los países que integran la Unión Europea.

Cuando habían pasado poco más de 48 horas de este resultado explosivo, comenzaban las reuniones en Bruselas para determinar qué medidas se tomarán en función del propio Estatuto europeo, pero además reflexionar sobre nuevas políticas europeas.

 

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