"Los nuevos feminismos deben mirar a la maternidad con menos prejuicios"

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"Los nuevos feminismos deben mirar a la maternidad con menos prejuicios"

15 Junio 2020

Por Sabrina Domínguez

AGENCIA PACO URONDO: En tu libro buscás superar el desencuentro entre algunos feminismos y la maternidad. Ahí encontrás la figura de mamá desobediente, ¿de qué se trata?

Esther Vivas: "Mamá desobediente" (Ediciones Godot) es un grito a rebelarnos contra los ideales de maternidad que nos imponen, un ideal a caballo entre la madre abnegada de toda la vida y la supermami. Unos ideales inasumibles, generadores de malestar y culpa. Un grito a rescatar la maternidad de la lógica patriarcal y productivista, a reivindicarla sin idealizaciones en clave de derechos, derecho a poder decidir sobre mi embarazo, parto, lactancia, a entender la maternidad desde una perspectiva política y colectiva.

APU: Hacés una historización de este desencuentro e identificás como un momento clave en Europa la ola feminista de los años 60/70’, que fue muy liberadora para la mujer en muchos aspectos, pero complejo para pensar la maternidad, ¿por qué?

EV: Las feministas de la segunda ola, en los años 60 y 70, se opusieron y acabaron con la maternidad como destino único para las mujeres. Gracias a ellas, las mujeres de hoy tenemos acceso a métodos anticonceptivos, a poder decidir si somos madres o no. Sin embargo, en este rebelarse se cayó en un cierto discurso antimaternal y antireproductivo. Se identificó la maternidad únicamente con la maternidad patriarcal, obviando que la maternidad libremente elegida es una experiencia central y satisfactoria, aunque llena de contradicciones, para muchas mujeres. Adrienne Rich fue de las pocas feministas de la época que se atrevió a pensar la maternidad más allá del ideal hegemónico impuesto. Lo podemos leer en su libro "Nacemos de mujer", escrito en 1976.

APU: ¿Qué se propone desde los nuevos feminismos que incluyen a la maternidad en su agenda?

EV: Se propone dar valor y visibilidad a la experiencia materna, un valor y una visibilidad que le han sido negados. ¿Qué harían las sociedades humanas sin mujeres que gestasen, pariesen y amamantasen? ¿Qué pasaría si quien lo pudiese hacer fuesen los hombres? Tal vez entonces la maternidad no sería, como históricamente ha sido, fuente de opresión, sino de relevancia social. La sociedad, la economía, el mercado de trabajo no están pensados para acoger la maternidad y la crianza. Las licencias maternales tan cortas que tenemos, incompatibles con la lactancia materna en exclusiva durante los seis primeros meses de vida del bebé, son buena prueba de ello. Y reivindicar estos derechos no quita la importancia de desfeminizar la crianza y repartir equitativamente el trabajo de cuidados entre madres y padres. 

También se proponen sacar la maternidad real del armario y acabar con todos aquellos silencios que rodean la experiencia materna, como los problemas de infertilidad, el dolor tras una pérdida gestacional, la depresión posparto. Hablar de estos procesos nos permitirá vivir la maternidad con menos culpa y sentirnos más acompañadas. 

APU: Sin embargo, señalás que hay algunos feminismos que rechazan a la maternidad y terminan siendo funcional al neoliberalismo, ¿por qué decís esto?

EV: Sí. Desde un cierto feminismo liberal se sigue viendo la maternidad como fuente de opresión y desigualdades, se considera que la maternidad es un problema. Y claro que si tienes criaturas se te penaliza y discrimina en el mercado de trabajo. Sin embargo, el problema no es la maternidad, el problema es el sistema, un sistema que da la espalda a la experiencia materna, y a todo lo que ésta conlleva. Asimismo, desde estas posiciones se insiste en adaptar la experiencia materna, y las necesidades de las criaturas, a los criterios productivistas y mercantiles que rigen nuestra organización social y laboral. Desde mi punto de vista, no es la maternidad la que debe adaptarse a la sociedad y al empleo sino al revés. 

APU: ¿Por qué resulta clave el concepto de ambivalencia para reflexionar sobre la maternidad desde una perspectiva feminista? ¿Y por qué decís que es una ambivalencia privilegiada de la clase media?

EV: La ambivalencia es inherente a la maternidad, ya que la experiencia materna está llena de contradicciones, de luces y sombras, como querer con locura a tu bebé y necesitar que te lo quiten de encima cuanto antes porque ya no puedes más. Visibilizar esta ambivalencia, las dificultades de ser madre, las contradicciones, nos ayuda a reconciliarnos con la experiencia materna. Y esta ambivalencia se vive de manera distinta en función de tu clase social. Las preocupaciones de una mujer de clase media, profesional liberal, pivotarán en parte en cómo conciliar maternidad y carrera profesional, mientras que para una mujer con pocos recursos económicos girarán entorno cómo llegar a fin de mes y garantizar una vida digna a su criatura. La maternidad no solo viene atravesada por desigualdades de género sino también de clase. 

APU: ¿Cuáles son los desafíos de los nuevos feminismos con respecto a la maternidad?

EV: Creo que los nuevos feminismos deben mirar a la maternidad con menos prejuicios, algo que en parte ya está pasando. Hay una nueva generación de feministas que hemos crecido en un contexto donde la maternidad ya no es una imposición, donde la maternidad es, en buena medida, una elección. De aquí que podamos mirar más allá de la maternidad patriarcal, que sintamos la necesidad de tener un relato propio acerca de la experiencia materna, un relato que visualice y valore lo que significa ser madre, que se reconozca nuestro derecho a decidir sobre este proceso, que no se nos infantilice, un relato que saque la maternidad de lo privado, del hogar, de lo individual, que plantee que la maternidad y el cuidado es una responsabilidad colectiva, de mujeres, hombres y de la sociedad en general.