Del Encuentro nunca volvemos iguales

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Del Encuentro nunca volvemos iguales

17 Octubre 2018

Por María Bielli*

Cada año lo decimos y cada año lo escuchamos de nuevas compañeras, “del Encuentro nunca volvemos iguales”, y este año no fue la excepción. El Encuentro nos nutre, nos rebela, nos transforma. Sabíamos que el viaje iba a ser largo. Sabíamos desde hace exactamente un año, cuando se decidió que fuera en Chubut, que iba a costar organizarse para garantizar que todas las compañeras que quisieran estar, pudieran hacerlo. Fue un año largo y convulsionado. Las ventas de rifas y las fiestas se acompañaron de despidos de compañeras. Las varietés feministas y la pérdida del poder adquisitivo fueron parte del mismo escenario. Pero como cada año, también sabíamos que no podíamos dejar que nos gane el contexto, y que el viaje al Encuentro es una pequeña batalla ganada, un paso fuerte hacia adelante en un camino que trae mucho viento en contra.

Este Encuentro, además, condensaba el torbellino de un año que tuvo, como nunca antes en la historia, el debate de la legalización del aborto y a las pibas masivamente en la calle exigiendo que el Estado garantice justicia e igualdad. Es el mismo año en que convivimos con la amenaza cada vez más real de que Brasil “elija” un presidente misógino y homofóbico como es Jair Bolsonaro. Fuimos al Encuentro el día que se cumplían 1000 días de la injusta detención de Milagro. Fuimos por ella también. A poner su voz, a exigir su inmediata liberación.

Llegamos a Trelew, la ciudad más austral y más pequeña en la que alguna vez se haya realizado el ritual. La segunda Ciudad con mayor desocupación del país nos recibió con una comisión organizadora que trabajó día y noche para hacer el Encuentro viable. Las distancias, las estafas de algunos machirulos y las balas de goma como reacción de todo un sistema, no pudieron frenar el fuego que llegaba de miles de mujeres de todo el país.

Asistimos al Encuentro en el que se inauguró la plurinacionalidad para definir cómo nombrarnos, gracias a la disputa que dieron mujeres de las comunidades que pelean por la soberanía sobre sus territorios.

Habitamos más de 70 talleres, compartimos las plazas, nos abrazamos en las calles con más de 50000 mujeres que recorrimos más de 50 cuadras para pasar por los barrios más alejados del centro de la ciudad y abrazarnos con centenares de mujeres que salieron a recibirnos y a sumarse a la marea imparable. No hay una experiencia similar en todo el mundo. La marcha representa la fuerza de la construcción capilar y cotidiana que se viene dando desde los feminismos en sus múltiples expresiones.

Celebramos y reclamamos. Nos liberamos mientras luchamos. Porque estamos aprendiendo a saber qué hacer con lo que hicieron de nosotras, y en este camino ensayamos formas de cuidarnos, respetarnos y acompañarnos.

Abordamos las discusiones que nos atraviesan como militantes políticas de esta etapa. Asumimos la tarea de despatriarcalizar nuestras organizaciones y tener una actitud no condescendiente con quienes nos rodean. Eso cuesta, duele. Discutimos con otras perspectivas muy diversas como construimos esta interseccionalidad necesaria entre las estructuras políticas y las formas de construir del feminismo. Sabemos que el desafío está en construir una hegemonía feminista, desplazando al actual machismo hegemónico y que para eso hay que encontrar nuevas formas de pensar el poder. Algunas dijeron que ellos al poder lo disputan, mientras nosotras lo construimos. Para nosotras el poder no se ejerce de manera individual, se colectiviza.

Sabemos también que para esta enorme tarea necesitamos las estructuras que tenemos; habitarlas, cuestionarlas, transformarlas. Tenemos un gran desafío en lo inmediato y es poder protagonizar la alternativa política al gobierno neoliberal. Con el feminismo y la voz en alto, con las alianzas y las redes que supimos construir, con la conducción de una mujer que enfrenta la persecución y el hostigamiento porque garantiza un freno a la injusticia. Así avanzamos, dispuestas a transformarlo todo y con el objetivo puesto en la construcción de un proyecto político con justicia social, que será feminista o no será nada.

*Referente de El Hormiguero en Unidad Ciudadana