Rey Richard: la planificación del éxito desde la infancia

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Rey Richard: la planificación del éxito desde la infancia

05 Febrero 2022

Por Marina Jiménez Conde 

La película Rey Richard: una familia ganadora llegó a HBO Max en Argentina el pasado 7 de enero, después de su paso por los cines. A partir de un recorrido por la niñez y adolescencia de las hermanas Venus y Serena Williams, exitosas tenistas estadounidenses, el protagonismo se lo lleva el excéntrico padre de familia, interpretado por Will Smith, que planifica el nacimiento de sus hijas para que se conviertan en deportistas profesionales.

Richard “Rey” Williams junto a su mujer, Oracene Price (Aunjanue Ellis), ambos deportistas amateurs, planifican la carrera deportiva de sus hijas para que todas las actividades de la familia giren en torno al entrenamiento de las niñas en largas jornadas de práctica y perfeccionamiento. Otra vez, Will Smith se pone en la piel de un padre, como lo hizo en En búsqueda de la felicidad, que contra toda probabilidad estadística termina logrando su cometido.

La película viene con spoiler, porque la exitosa carrera de ambas hermanas es públicamente conocida. Lo importante, entonces, pasa por ver cómo fue la construcción de ese éxito. La respuesta que da el film es sencillamente la de proyectarse, creer en sí mismo y trabajar duro para poder llegar a ese objetivo. En determinado momento se muestra la primera entrevista que le hacen a las hermanas. A Venus le preguntan con qué sueña y responde que quiere ganar Wimbledon, uno de los cuatro torneos más importantes en el circuito de tenis. A Serena le consultan a quién quiere parecerse y dice que sueña con que se quieran parecer a ella. Ambas, soñaban en grande. 

El conflicto de la narración se genera cuando las hermanas empiezan a demostrar en tenis junior— las competiciones que se hacen para jóvenes cuando aún no son profesionales— su potencial y los patrocinadores aparecen para incentivar a que las chicas jueguen más torneos. La reacción “protectora” de Richard es poner un freno a ese exitismo para que sus hijas puedan disfrutar de su niñez y adolescencia sin las presiones que exige la competición. Sin embargo, más que para cuidar a sus hijas, parecería que lo que le preocupaba a Williams era no tener el control absoluto sobre lo que sucediera con sus carreras. Es decir, muy patriarcalmente, no quería ceder su posición de poder.

Sin embargo, la película insinúa ese tipo de aspectos más que confirmarlos porque, después de todo, el “plan” a Richard le sale como esperaba y no parece haber muchos reproches. Apenas algún trapo sucio como que el padre de familia tiene hijos a los que abandonó. Además, no se muestra en ningún momento que el estricto entrenamiento a muy corta edad sea un problema para las niñas. Cabe recordar que para que el film pudiera ver la luz con el nombre de las dos tenistas ambas tuvieron que dar el visto bueno. Es allí donde se entiende que haya una mirada poco conflictiva sobre esos aspectos.

Por otro lado, uno de los aportes más interesantes de Rey Richard: una familia ganadora es ver la relación de Venus y Serena desde chicas. Sobre todo porque Venus era la más talentosa de las dos— es la hermana mayor— y durante toda la película es Serena la que está en su sombra, lo que para los amantes del tenis resulta llamativo ya que en sus carreras profesionales esto es totalmente al revés. Vale la pena recordar, en la semana en la que Rafael Nadal se alzó con su Grand Slam N° 21 y se consolidó como “el máximo ganador de todos los tiempos”, que Serena Williams en la misma disciplina conquistó 23 Grand Slam y, aunque durante un tiempo Venus le competía mano a mano, no ha tenido rivales.

Es muy probable que la dedicación y el entrenamiento a tan corta edad de las hermanas Williams haya dado sus frutos— aunque no se muestre demasiado el costo de ello—. También es cierto que las locuras de Rey Richard— incluido interrumpir un entrenamiento de Pete Sampras— para incluir a sus hijas en el selecto mundo del tenis, del cual los afrodescendientes estaban excluidos, generan cierta simpatía. Sin embargo, el sabor que queda es que la historia está demasiado suavizada, exaltando las partes buenas y remarcando el camino hacia el éxito.

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