Nación de inmigración: la pesadilla americana

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Nación de inmigración: la pesadilla americana

08 Agosto 2020

Por Jazmín Manuel

Durante otros gobiernos en Estados Unidos, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (Immigration and Customs Enforcement, ICE) se encargaba de deportar sólo a inmigrantes con cargos delictivos, pero eso cambió por completo cuando, en enero de 2017, Donald Trump asume como presidente de los Estados Unidos.

En sus primeros días en el gobierno, firmó un decreto para deportar a toda persona que infrinja alguna ley migratoria por más mínima que fuera. Una ley de tolerancia cero que comenzó una persecución violenta y discriminatoria, basada en el racismo y la xenofobia, por parte del ICE y con el respaldo del gobierno nacional.

Nación de inmigración, dirigida por Christina Clusiau y Shaul Schwarz, muestra desde adentro cómo funcionan los operativos del Servicio de Inmigración  — que parecen funcionar con la misma dinámica que una cacería —  y el maltrato, abandono e indiferencia que sufren miles de inmigrantes en el país.

La serie repasa las tácticas que utiliza esta organización para implantar el miedo en la comunidad de inmigrantes ilegales, acompañando en distintos allanamientos en Nueva York. En un principio, localizan personas que tienen cargos o son buscados por alguna razón por la policía  — denominados “objetivos” — , pero también suelen detener inocentes que no cuentan con todos los papeles en regla  — mencionados como “arrestos colaterales” — .

En el primer capítulo se ve el contraste entre agentes que realizan este tipo de detenciones y otros que las consideran un “accionar injusto”. Somos testigos de cómo los oficiales son entrenados para disparar a personas desarmadas y cómo, de forma totalmente descarada, se ríen, festejan y hacen chistes sobre detener latinos. Cuentan con tal protección e impunidad que, sin ningún tipo de vergüenza frente a la cámara, hacen comentarios racistas y xenófobos. 

A su vez, se defienden asegurando que sólo acatan órdenes, pero la mentira es evidente cuando demuestran tal grado de disfrute ante el sufrimiento ajeno. En un momento, un investigador de ICE menciona que para hacer su trabajo intenta mantener al margen sus opiniones personales sobre los inmigrantes a quienes detiene y, después de un silencio, remata con una frase que resume el accionar de la organización: “Eso probablemente era lo que decían los nazis, ¿no?”. 


Se supone que los centros de detención deben cumplir la función de albergues transitorios. Es decir, se consideran, legalmente, lugares en los que las personas detenidas deben pasar un lapso de tiempo breve. Sin embargo, a lo largo de la serie conocemos las historias de distintos detenidos que pasan meses  — e incluso años —  privados de su libertad. Separados de sus familias, confinados e, incluso, muchos catalogados como desaparecidos.

Con respecto al trato injusto que reciben los detenidos, en el documental dan su voz distintas organizaciones, activistas, jueces y abogados que trabajan contra esta violencia sistemática. Se denuncia que a los arrestados no se les mencionan sus derechos y que las distintas acciones que efectúa el ICE son una violación tras otra a los derechos humanos básicos. Tal como explica una de las activistas: “Si a la gente le quitan la oportunidad de estudiar, de ir al hospital o a las mujeres de denunciar a sus agresores, todo por el miedo a ser deportados: están violando el Estado de Derecho”.

Hay muchas imágenes crudas en toda la serie, pero tal vez las más fuertes están en el último capítulo, que se centra en contar lo que ocurre con aquellas personas que pasan la frontera nadando o caminando por el medio del desierto. Se muestran cadáveres de personas — incluso de niños — que, ante la desesperación, intentaron llegar al país sin ningún medio de transporte.

El documental brinda cifras aproximadas de las incontables denuncias de desapariciones y las muertes que suceden por año en el desierto de Texas. Además, podemos ver a distintas organizaciones que se encargan de dejar bidones de agua en distintos puntos de la frontera, intentando reducir la cantidad de muertes, y somos testigos de cómo el ICE se encarga de vaciarlos con una crueldad que asquea.

Complementado con discursos de Donald Trump, alimentando el estereotipo racista del “inmigrante latino delincuente y peligroso”, el mensaje de la serie es claro: la violencia y discriminación ejercida por ICE no sólo está avalada, sino fomentada por el gobierno nacional conservador de Estados Unidos.

Nación de inmigración es una docuserie que denuncia las fallas del sistema migratorio  — diseñado para perseguir a quienes entran a EE.UU de forma ilegal, y para que aquellos que intentan hacerlo legalmente se rindan a lo largo de los años —  y los atentados contra los derechos humanos de los que son víctimas miles de inmigrantes y refugiados.

A su vez, señala al ICE como una organización corrupta con poca supervisión, pero mucha participación del gobierno federal, que actúa de forma ilegal y se escuda con mentiras. Una producción que nos muestra de forma cruda como el “sueño americano” se convierte, en realidad, en una pesadilla. 
 

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