La Salamandra: la mala leche del Grupo Indalo

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La Salamandra: la mala leche del Grupo Indalo

20 Noviembre 2014

Por Rodrigo Lugones

La Salamandra está ubicada en Torres, partido de Exaltación de la Cruz, a 90 Km. de la ciudad de Buenos Aires. Es una empresa que se encarga de elaborar productos lácteos premium con leche de vaca, cabra y leche de búfala (un tipo especial de leche que sólo producen algunos pocos tambos del país). Perteneció a González Fraga (ex presidente del BCRA y ex candidato a vicepresidente radical), quien la fundó en 1991 y la vendió (cuando tuvo que encuadrar a sus trabajadores dentro del convenio colectivo de Atilra) a Cristina Miguens, que era accionista y pasó a quedarse con el 100 % de la empresa luego de la transacción.

Ganadora del Premio de Oro en la feria “Fancy Food Show” de Nueva York, la firma se hizo fuerte destinando gran parte de su producción a la exportación (llegó a ser la 3er exportadora de dulce de leche de la Argentina). En septiembre de 2011, por la suma de U$S 7,5 millones, y con promesas de inversión en maquinaria, mejoras en las condiciones de trabajo y compromiso con el desarrollo de un plan de ampliación de mercado,  fue adquirida por el Grupo Indalo.

Desde octubre del corriente año, el grupo que pertenece al empresario Cristóbal López fue desapareciendo, paulatinamente, de la fábrica. El directorio no atendió más los teléfonos y la única conexión que el sindicato tuvo con ellos fue a través del responsable de planta. No hubo inversión para mejorar maquinarias y no hubo una planificación que intentara posicionar a la marca, lo que terminó provocando la pérdida de mercado. Todas las promesas hechas al adquirir la firma se disolvieron como agua entre los dedos.

Al día de la fecha los trabajadores están suspendidos, la fábrica está paralizada, se adeuda el 50% del salario del mes de octubre y se ha detectado, a tiempo, un intento de vaciamiento.

Resistencia sindical

Consultado por el conflicto, Heber Ríos, secretario general de Atilra - Seccional Gral. Rodríguez aseguró: “El Grupo Indalo no lo quiere reconocer, pero la fábrica fue cerrada. Hicieron todos los esfuerzos posibles para perder el suministro de materia prima y justificar, de alguna manera, la presentación de un proceso preventivo de crisis frente al Ministerio de Trabajo”.

Por su parte, el sindicato rechazó ese pedido. “La empresa propuso realizar una reducción de personal, que también fue rechazada por nosotros. Pero a través de recursos  como el retiro voluntario, lograron reducir el plantel de trabajadores a la mitad. Por otra parte hemos iniciado diferentes tipos de acciones para ponerle algún tipo de embargo a La Salamandra, para que no pueda deshacerse de la marca, o que no pueda sacar elementos del interior de la planta.”

Durante los primeros días de noviembre los trabajadores recibieron una carta documento que les indicaba que no estaban en la obligación de presentarse a cumplir sus horarios en sus respectivos puestos de trabajo. La carta argumentaba que no se disponía de los 3 mil litros de leche diarios, necesarios para comenzar la producción (lo cual, según palabras de Ríos, es mentira, porque la planta, al estar cerrada, rechazó la llegada de 6 mil litros de leche el mismo día en que la carta llegaba a los buzones de los empleados).

Según los trabajadores, el impacto del costo de la mano de obra en toda la cadena de producción es mínimo, en relación a otros gastos que se realizan a lo largo de la cadena. Por lo tanto, describen, no se puede argumentar que la crisis de “La Salamandra” sea producto de los altos salarios. La coartada se cae: “Nuestras remuneraciones son buenas, pero porque son dignas”, sentencia Heber Ríos.

Lógica empresarial

Han existido ofertas de otros grupos empresarios que quieren comprar la empresa. Pero Indalo rechazó las ofertas, a pesar de decir una y otra vez que no tenía ningún inconveniente en vender.

El caso de “La Salamandra” puede explicarse como parte de la táctica de la mal llamada “burguesía nacional” que busca cerrar fábricas con el argumento falaz de que pagan elevadas cargas sociales o que van a pérdida  por la imposibilidad de remarcar precios. ¿Esperan un recambio de gobierno, confiando en que podrán llevar adelante indiscriminadas políticas de ajuste?

Frente a la embestida patronal, el movimiento obrero deberá ingeniárselas para manejar diferentes opciones. Heber Rios no desconoce la situación: “Los trabajadores lecheros estamos preparados para resistir. Sabemos que cuesta cambiar la mentalidad de la relación de dependencia, de pasar a ser empleado a hacerse cargo de conducir una empresa. No es todo color de rosa, llevar adelante una cooperativa es difícil; como sindicato tenemos el ejemplo de la Cooperativa Master Cheese, en Marcos Paz, y sabemos que siempre es una opción si las condiciones están dadas”.