Deuda externa: "Es impagable y condena a generaciones enteras a vivir para pagar intereses usurarios"
Por Pedro Biscay
“Una civilización que se cree incapaz de resolver los problemas causados por su funcionamiento, es una civilización decadente.
Una civilización que opta por cerrar los ojos ante sus problemas más cruciales es una civilización violada.
Una civilización que traiciona sus principios es una civilización moribunda”
Aimé Césaire en el “Discurso sobre el Colonialismo”, 1950
En el Discurso de Argel, el Che Guevara se preguntaba “…¿Cómo puede significar “beneficio mutuo” vender a precios del mercado mundial las materias primas, que cuestan sudor y sufrimiento sin límites, a los países atrasados y comprar a precios de mercado mundial las máquinas producidas en las grandes fábricas automatizadas del presente?…” . Pasaron 52 años de aquellas jornadas y la pregunta mantiene toda su 2 vigencia. Las luchas de liberación nacional de los pueblos africanos bajo dominio colonial francés, no eliminaron las prácticas colonialistas, simplemente transformó sus formas. La diáspora africana alrededor del mundo está denunciando y clamando con urgencia por el cese de las mismas.
La esclavitud, la trata de personas y el comercio de esclavos estuvieron en el corazón de las relaciones comerciales durante gran parte del S. XVIII. Cerca de 12 millones de africanos fueron vendidos como fuerza de trabajo esclava, sólo por tomar a Inglaterra como destino. En 1807 se firmó el Acta de Comercio de Esclavos y en 1833 el Acta de Abolición de Esclavitud que establecía penalidades de multas y confiscación para el tráfico de personas esclavizadas. Junto con la firma del acta se reconocieron compensaciones por esclavitud a unos 46 mil dueños de esclavos (unos USD 30 millones, aprox. USD 3 mil millones a valores actuales). Actualmente, en América Latina y África, el tráfico de personas y la trata con fines de explotación sexual y laboral son formas comerciales altamente lucrativas ligadas a la criminalidad organizada. ¿Acaso no era criminal el tráfico de esclavos? ¿Acaso no era una forma organizada de criminalidad?
¿Es posible pensar África y América Latina por separado? En ambos continentes anidan prácticas sistemáticas de saqueo sobre los recursos naturales y las riquezas que reflejan el pleno S. XXI la esencia más profunda del colonialismo. Ejecutado en el pasado sobre la base de escopetazos y azotes, así como en el presente bajo la administración de los negocios e intereses estratégicos en manos de elites, burocracias locales y tecnocracias rentadas, el secreto que las mantiene vivas es el silencio de los opresores y la complicidad moral de aquellos que aceptan a aquellos de buen modo.
En el prólogo a “Los condenados de la tierra”, el crudo libro de Franz Fanón, Jean Paul artre escribió “...no nos convertimos en lo que somos sino mediante la negación íntima y radical de lo que han hecho de nosotros…” La historia monetaria de los países africanos que integran la Comunidad Financiera Africana - CFA (siglas fácilmente reemplazables por Colonias Francesa Africanas), es una historia olvidada, que tuve la oportunidad de descubrir a raíz de algunos vínculos con quienes, dentro de la diáspora africana, se hacen llamar la “generación consciente”. Hijos de generaciones africanas que llevan tiempo viviendo en Europa y otras partes del mundo y que decidieron decir basta al sistema de saqueo que las potencias ejecutan en sus países.
El Franco CFA es la moneda que rige en catorce países y que durante el año 1945 3 firmaron el tratado de la Unión Monetaria de África en virtud del que se fueron generando una serie de instituciones regionales como el Banco Central de los Estados de África Occidental - BCEAO.
Seis ejes fundantes definen este modelo: a. inconvertibilidad monetaria; b. libre movilidad de capitales; c. tasa de cambio fijo; d. centralización de las reservas internacionales disponibles de los países en el orden del 50% para cada estado y administrado por el tesoro de Francia a través de la cuenta de operación monetarias; e. establecimiento de una meta de inflación en el orden del 3% por parte de un comité de la Unión Monetaria y Económica de África Occidental y; f. establecimiento de exigencias fijas de capital de reserva mínima que deben cumplir los bancos, definidos también por instancias externas a los responsables de cada país.
El Franco CFA no es más que el establecimiento de un sistema de enclaves monetarios que beneficia al poder económico francés y algunas elites locales africanas, responsables del saqueo de sus riquezas naturales y de la corrupción sobre los recursos públicos. La consecuencia de esto es una política monetaria restrictiva y que piensa más en los intereses de los saqueadores de riquezas que en la dignidad y libertad de los pueblos.
Desde el año 2000 las economías subsaharianas han crecido a un promedio del 5,9% del Producto Bruto Interno (incluso a un ritmo superior que América Latina); crecimiento que tal vez no registre antecedentes por su magnitud y velocidad dado que durante los primeros años de la independencia el crecimiento de la región había alcanzado el 2,4% en promedio y luego en los años setenta con un aumento promedio del orden del 4%, mientras que en el período de reformas de mercado alcanzó el nivel del 2%. El último informe de Política Monetaria del BCEAO refleja una tasa de 4 crecimiento real del PBI cercano al orden del 6%. El Banco Mundial, en su informe 5 anual por país ubica a África subsahariana dentro de las economías de mayor crecimiento a nivel global en su PBI en el período 2000/2010, registrando en el año 2004 un pico de 11,65%. Los datos para el año 2015 registraron crecimiento 6 promedio del 3%.
Todos estos países cumplen a raja tabla las exigencias de un 3% de inflación impuesta por la Unión Económica y Monetaria de África Occidental. Sin embargo, ninguno de estos datos refleja la realidad dado que no se percibe el impacto social positivo que dichos indicadores debieran generar en la sociedad. Seguramente, algunos acusarán que la corrupción es el corazón del problema, puesto que estos países ocupan los lugares peor calificados por Transparency International. Disiento con ello. Este tipo de respuestas simples, por cierto, pretende moralizar un problema político que nada explica, pero es útil para ocultar aspectos centrales de la colonización monetaria en África. Los dos lados de la moneda pueden describirse rápidamente del siguiente modo: de un lado, fuertes exigencias de austeridad sobre la circulación monetaria, estricto control del déficit público, del sistema de precios y del nivel de los salarios. Del otro lado de la moneda, una libre fluidez para el retiro de capitales y de riquezas generadas en estos países, condición indispensable (según afirman) para que lleguen las inversiones necesarias para el desarrollo. Obviamente cada lado de la moneda tiene sus protagonistas: de un lado, la pobreza y la escasez, del otro lado, la fuga de capitales oculta en paraísos fiscales. Allí se esconde la riqueza expropiada a los pueblos del África. Exactamente en el mismo sitio que se esconde la opaca riqueza del mundo. Panamá Papers ofrece una pista útil que arroja transparencia respecto del quienes y del cómo.
Si pensamos en los dos continentes, no es difícil percibir rápidamente que, tanto en África como en América Latina, el mismo mecanismo de saqueo genera daños irreversibles para la sociedad. Según los datos proporcionados por Global Financial Integrity, entre 2004 y 2013 desde la Argentina se fugaron alrededor de USD 7.650 millones. En el mismo período, de los países miembros del Franco CFA se fugaron riquezas por el orden de los USD 66.305 millones.
Según estudios realizados por Tax Justice Network, la fuga de capitales a nivel global alcanzó la suma de USD 7.6 trillones incluida China. Para el caso argentino, la misma organización calcula un acumulado de riquezas ocultas en paraíso fiscales superiores a los USD 399 mil millones.
El llamamiento a poner fin a los paraísos fiscales y a la opacidad financiera se vuelve cada día más urgente, porque se trata de poner fin a los instrumentos que usan los grandes capitales financieros para esconder riqueza y generar pobreza. También se vuelve cada día más urgente condenar la riqueza y la opulencia porque es imposible alcanzar consensos básicos de igualdad y equidad social si el dinero representa un instrumento para la generación de desigualdad y violencia social. Es imposible un mundo con justicia y respeto por la calidad de vida y la libertad humana si persisten modelos monetarios como el Franco CFA que prohíben que cada uno de los países que integran la unión puedan definir autónoma y soberanamente sus políticas monetarias, financieras y crediticias.
José Martí, líder de la Independencia cubana, en ocasión de la Conferencia Monetaria convocada por Washington en el año 1888, decía que “…el pueblo que compra, manda. El pueblo que vende, sirve. Hay que equilibrar el comercio, para asegurar la libertad. El pueblo que quiere morir, venda a un solo pueblo y el que quiera salvarse, venda a más de uno. El influjo excesivo de un país en el comercio de otro, se convierte en influjo político. Cuando un pueblo fuerte da de comer a otro, se hace servil de él. Cuando un pueblo fuerte quiere dar batalla a otro, compele a la alianza y al servicio a los que necesitan de él. Lo primero que hace un pueblo para llegar a dominar a otro es separarlos de los demás pueblos…”
Al igual que las palabras del Che en el Discurso de Argel el pensamiento de Martí tampoco pierde vigencia: hasta ahora cada vez que se intentó doblegar la dominación del colonialismo monetario en países africanos, las respuestas imperiales fueron los golpes de estado y las matanzas. El 61% de los 67 golpes de estado en África tuvieron lugar en las ex colonias francesas, esto podría indicar que fueron perpetrados con el auspicio de potencias que gobiernan el destino de estos países.
La libre movilidad de capitales también tiene su contracara en el endeudamiento externo que es el mecanismo que el pensamiento hegemónico en materia económica nos ha impuesto como solución para financiar el presupuesto de los Estados, siempre doblegándolos con la carga de los intereses y, sobre todo, poniendo bajo sospecha el uso del presupuesto público como herramienta genuina y menos dolorosa. Por ello, tampoco es posible un mundo con justicia si, los organismos financieros internacionales y los mercados de deuda, fuerzan a los países a sustituir fuentes de financiamiento público interno por colocaciones de deuda de largo plazo. En un contexto de mayor incertidumbre política global (Brexit y Trump a cuestas, sumados a las insinuaciones del Frexit), Bélgica, al igual que Irlanda y México, emitió bonos del 9 tesoro con vencimiento a 100 años. Asimismo, ya se han emitido deuda a 50 años, el caso de España (al 3,45% -vto.2066- y al 4% -vto. 2064-), Francia (al 1,75% -vto.2066- y al 4% -vto.2060-), Austria (al 3,8% -vto.2062-), Italia (al 2,8% -vto.2067-) y también Bélgica (al 2,15% -vto.2066).
Los lobos de Wall Street miran con codicia los índices de rendimiento de mercados emergentes publicados por el coloso financiero y nuestro país que ha entregado su destino a la avaricia impúdica de algunos de los representantes más destacados de las finanzas, hacen todos los esfuerzos posibles por cumplir con estos estándares. En África sucede lo mismo. El informe de política monetaria lo revela en la medida que analiza la evolución del índice MSCI para economías emergentes.
Durante los años ochenta y noventa la deuda de los países del tercer mundo agobió la posibilidad de desarrollo de los pueblos. Durante los últimos años hemos logrado en el caso de Argentina reducir los niveles de endeudamiento a valores históricos (logramos bajar de un 160% del PBI a uno 45% aprox.).
Sin embargo, el nuevo gobierno del actual presidente y empresario Mauricio Macri generó las condiciones para imponer nuevas formas de endeudamiento. Sólo en un año (2016) nuestro país tomó deuda por el orden de los 45 mil millones de dólares. Esas deudas son impagables y condenan a generaciones enteras a vivir para pagar intereses usurarios impuestos por corporaciones financieras. Este año se prevé tomar más deuda (en sólo un mes se tomó deuda por el orden de los 22 mil millones) hasta un valor superior a los 80 mil millones de dólares.
Los datos de endeudamiento externo de los países que están bajo dominio del Franco CFA revelan una situación similar. Según informa Bloomberg, Malí deberá pagar en los próximos 12 meses deuda por el orden de los 216 millones de dólares. Costa de Marfil deberá pagar en los próximos 12 meses aproximadamente unos 620 millones de dólares. La relación deuda / PNI es del 49% para el 2015. En Burkina Faso también se deberá pagar deuda externa en los próximos 12 meses: 165 millones de dólares.
El endeudamiento externo de todos los países de la CFA alcanza los 45 mil millones de dólares. Mientras durante los años 2004/2006 se redujo la deuda al orden de 39 mil millones, desde ese momento en adelante volvió a crecer. Sudáfrica, tal vez visto como uno de los modelos del continente, su deuda externa creció velozmente desde el fin del apartheid en adelante, alcanzando valores cercanos a los 150 mil millones de dólares para el 2015.
Se estima que el Tesoro de Francia, a través del sistema de confiscación surgido de los acuerdos del año 1973 sobre la cuenta de operaciones, administra alrededor de 500 mil millones de Francos CFA por año. Toda esta masa de dinero procedente de las reservas de Benín, Burkina Faso, Costa de Marfil, Camerún, República del Congo, Gabón, Guinea Bissau, Guinea Ecuatorial, Malí, Níger, Senegal, Chad y Togo implica una inyección de liquidez gratuita para el tesoro francés.
El hecho es preocupante porque el desempeño de las reservas internacionales de todos los países del CFA ha mejorado significativamente durante los últimos años, especialmente desde el año 2004.
Por el lado de los países que conforman el corazón del imperialismo financiero, la crisis financiera de 2008, lejos de haber quedado atrás, continúa generando consecuencias negativas. Proyecciones de algunos miembros del Banco de Inglaterra indican que ese país continuará con sus planes de austeridad durante -al menos- los próximos diez años. Las políticas de tasas de interés negativas o cercanas a cero, que han sido utilizadas para amortiguar los efectos destructivos de la crisis financiera, reflejan también que las clases medias de esos países ven comprometidos sus ingresos y los estándares de vida. Todo esto indica que la dimensión de la crisis alcanzó el corazón de los países imperiales y las políticas monetarias expansivas no logran revertir la deflación y la destrucción del salario de los trabajadores.
Cuando la crisis financiera se perpetúa en el corazón del capitalismo financierizado, recrudecen las condiciones de explotación, saqueo e intervención militar en los países subordinados. El planteo de esta hipótesis clásica sobre la teoría del imperialismo, recobra vigencia en este contexto. No hay independencia que valga porque debe ser domesticada. Vemos en muchos pueblos de África el permanente recurso de la persecución y asesinato de líderes políticos, las guerras civiles internas promovidas por los países centrales para su provecho; del mismo modo que en América Latina, vemos persecuciones políticas a través del entramado judicial, en Brasil y Argentina, o el hostigamiento permanente al proceso político venezolano, que no son más que expresiones actualizadas de los golpes blandos ocurridos en Paraguay y Honduras durante la última década.
En el caso puntual de Argentina, la inédita persecución desplegada por algunos sectores del poder judicial alcanzó el paroxismo con la condena dictada contra Milagro Sala (electa como diputada en representación de argentina en el Parlamento del Mercosur) sin que existan elementos de cargo a tal fin y la prisión preventiva dictada en otras causas penales que fueron “fabricadas” al sólo efecto de mantenerla presa, como condición de gobernabilidad en su provincia de origen, tal como ha expresado públicamente el aliado político del actual gobernador Morales. Dicho sea, la verdad es que Milagro Sala permanece presa (a pesar de las llamadas de atención de Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la OEA) por el solo hecho de haber desafiado a las oligarquías locales ligadas al negocio del azúcar (puntualmente, la familia Blaquier).
Enfrentar la moneda en su forma de dominación mundial nos plantea grandes desafíos y un largo recorrido lleno de resistencias. Durante los últimos cuatro años, Argentina sufrió el acoso permanente de poderes especulativos que utilizaron el dólar para doblegar la moneda nacional, con el fin de provocar devaluaciones y desestabilizar políticamente al gobierno de Cristina Kirchner. El Banco Central de la República Argentina fue objeto de críticas muy agudas por parte del establishment financiero, que acusando falta de independencia provocó que un juez prohíba al Directorio del Banco Central, realizar políticas que permitan que la tasa de cambio entre el dólar y nuestra moneda coincida con aquella que el buen manejo de la economía necesita. Es decir, se impidió judicialmente regular el valor de la moneda incluso en contra del mandato constitucional que expresamente establece que esa función corresponde al Congreso (aunque se entiende como una de las funciones delegadas en un órgano específico, como es el BCRA). Además, se nos inició un juicio criminal por haberlo hecho en el que, desde la ex Presidenta, el ex Ministro de Economía, el ex Presidente del BCRA y el resto de los miembros del Directorio, estamos acusados por delitos graves como el de administración fraudulenta del erario público. Mientras tanto, el partido gobernante -que diseñó y presentó la acción legal por las operaciones de dólar futuro (política adoptada por el BCRA para regular la cotización de la moneda frente al dólar)- compraba contratos y se benefició con la liquidación de los mismos cuando, ya siendo gobierno, provocó una devaluación del orden del 40%. Un evidente conflicto de interés.
En términos precisos, Argentina como parte de América Latina no está muy lejos de la realidad africana porque en nuestro país estamos también impedidos de tomar decisiones soberanas sobre nuestra moneda nacional. Estamos siendo privados del ejercicio de esa dimensión tan precisa de la soberanía de un país, como es el establecer el valor de su moneda.
¿Qué diferencia hay entre un Peso argentino cuyo valor no puede ser determinado por la autoridad monetaria y es determinado por el poder económico y un Franco CFA cuyo valor permanece inalterado por orden de representantes del gobierno francés? No existen diferencias, pero sí semejanzas. Entre ellas, el peso de los principales exportadores de productos destinados en casi su totalidad a Francia (alrededor del 60%). Ellos necesitan que la moneda nacional sea un activo controlado según sus intereses.
Desde los años setenta en adelante, gracias al auge de la desregulación financiera y la liberalización de los mercados, las finanzas han carcomido paulatinamente la democracia, a veces directamente con golpes de estado e intervenciones militares como ocurrió en Argentina en el año 1976 (justo un año antes de la modificación de la Ley de Entidades Financieras que establece las relaciones, deberes y obligaciones de los bancos y compañías financieras autorizadas a operar en el país), otras a través de la ocupación de tecnocracias como se intentó en el año 2001 a partir de la proposición de un comité de expertos para administrar las finanzas y el tesoro público del país.
Defender hoy la democracia requiere de un estricto control de las finanzas y una renovación de las relaciones monetarias basadas en un acuerdo sólido entre países oprimidos para articular en mejores condiciones frentes de acción contra la dominación financiera impuesta por el peso propio que el dólar y, en el caso africano, poseen monedas como el Franco CFA ligado indisolublemente al Euro (y bajo hipótesis Frexit al Franco francés).
Asumir este desafío implica mayores compromisos con nuevas reglas de juego. Mayor integración, pero sobre la base de la complementariedad estratégica y la planificación.
No sobre la libertad de mercado y la competencia entre países vecinos por un mejor lugar en un mercado del exterior. Necesitamos nuevas reglas que permitan reducir la dominancia de las monedas globales con sistemas alternativos de pagos entre países que prescindan de las mismas. Necesitamos que las reservas de los bancos centrales sean libremente administradas siguiendo criterios soberanos asociados con fines monetarios, crediticios e industrializadores y no como condición exclusiva de respaldo de la emisión monetaria.
Se trata de nuevas reglas de circulación y producción financiera que replieguen la lógica de las finanzas sobre la dignidad de los pueblos, que ayuden a orientar el crédito y generar mejores condiciones de vida. Esto exige poner fin a la cultura de las finanzas desligadas de la producción y establecer una ligazón profunda con los derechos humanos (que no son más que la expresión universal de los derechos económicos, sociales y culturales que están en la base de cualquier democracia).
Los pueblos y las generaciones conscientes de África y América Latina debemos pelear por una nueva estrategia de integración política, cultural, simbólica y financiera. Estamos juntos en el mismo camino y tiempo de libertad. Ño Far*.
*Wolof es la lengua nativa de Senegal y Gambia. Ño Far significa estamos juntos. Hasta la Victoria Siempre