En medio de su peor crisis, la OMC llega a Buenos Aires

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En medio de su peor crisis, la OMC llega a Buenos Aires

02 Diciembre 2017

Por Mariano Treacy* y Francisco J. Cantamutto**

El desarrollo de la OMC y la crisis de la Ronda de Doha

Con el objetivo de negociar las reglas de la liberalización del comercio, se estableció con sede en Ginebra (Suiza) en 1995 la OMC. Desde la Ronda de Uruguay (1986-1994) se liberalizó de forma creciente el comercio, especialmente el comercio de bienes, y más específicamente, el de bienes industriales. Su accionar se dio de la mano de las reformas promovidas por el Banco Mundial y el FMI, y tuvo gran éxito en lograr acuerdos entre todas las partes (multilateralismo) para reducir aranceles y diversas trabas a ese comercio.

El efecto fue profundamente desigual: trasladadas las fábricas a países de bajos salarios, pudieron invadir las economías del resto de la periferia, fomentando así un proceso de desindustrialización. Las economías dependientes aportaron a la producción global a partir de diversas combinaciones de fuerza de trabajo desvalorizada, recursos naturales desprotegidos y baja fiscalidad. Quienes ganaron con este cambio fueron los capitales que operan desde las economías centrales, que retuvieron las funciones de mayor valor en la cadena de producción (diseño, marketing, seguros, financiamiento, logística). Pero en la medida que se consolidaron estas funciones, la OMC debió complejizar sus tareas, incorporando nuevos temas a la agenda de negociación. La protección de derechos de propiedad intelectual, la protección a las inversiones, las facilidades para el comercio y la liberalización de los servicios fueron los temas que respondieron a estas necesidades.

Los capitales que operan desde la periferia, por su parte, presionaron por la liberalización de la producción agropecuaria. Los temas agrícolas, catalogados como “sensibles” por los Países Desarrollados (PD), consisten básicamente en el sostenimiento de subsidios agrícolas y derechos aduaneros y en la prohibición de sostener estas mismas prácticas en los Países en Desarrollo (PED). Los países periféricos insistieron sin mucha suerte desde en la incorporación de cláusulas ligadas a la promoción del desarrollo, buscando que se contemplen las asimetrías entre socios. Las negociaciones se trabaron en estas agendas, a lo que se añadió un profundo y difundido rechazo social, expresado con palmaria claridad desde Seattle en 1999.

La Ronda de Doha (2001) fue una respuesta política a esta crisis, ya que se propuso incorporar a la agenda temas del “desarrollo”, otorgando a los países menos aventajados herramientas para acceder a los mercados, reglas balanceadas, asistencia técnica y programas para mejorar sus capacidades, además de insistir en la apertura de los mercados agrícolas. Desde entonces, si bien han mostrado señales políticas de voluntad avanzar en la quita de subsidios y la reducción de aranceles, la postura de los PD ha sido firme ya que han logrado sostener los cuantiosos montos de subsidios a la producción interna, aduciendo razones de soberanía, demografía y seguridad alimentaria.

Las consecuencias de esta política de sostén de subsidios locales en los PD y prohibición de subsidios en los PED ha llevado a la quiebra a una importante cantidad de productores de maíz en México y podría llevar a la quiebra a productores de arroz en China y el trigo en la India debido a que los productores de los PD exportan con precios “subsidiados” (es decir más bajos) al mercado mundial, lo que se puede considerar una práctica desleal de comercio. Mientras que los subsidios anuales en promedio por productor en los Estados Unidos y la Unión Europea ascienden respectivamente a U$48.000 y U$11.000, en PED como Brasil, China o la India ascienden a U$428, U$245 y U$160 respectivamente.

Sin lograr avanzar en la agenda del desarrollo, y lejos de abandonar sus pretensiones, los PD continuaron impulsando la ampliación de la OMC incluyendo “temas de Singapur” como la protección a las inversiones, garantías para la libre competencia, transparencia en los concursos públicos y facilidades para el comercio. Algunos países como la India y Brasil plantearon que ya no darían más acceso a mercados si no se avanzaba con la agenda de reducción de los subsidios agrícolas y aranceles en los países desarrollados, lo que llevó a un bloqueo de las negociaciones y a su estancamiento alrededor de 2008.

Coincidente con la crisis mundial, la crisis de la Ronda de Doha (impulsada en 2001 como una ronda para el desarrollo) se produjo porque básicamente no se cumplieron las promesas realizadas hacia los PED en materia de reducción de subsidios, acuerdos de comercio, trato especial y diferenciado, excepciones, etc. Debido a esto, y pese a sucesivos fracasos en el relanzamiento de la Ronda, el Secretario General Azevedo decretaría que "la OMC se enfrenta a la crisis más grave de su historia”.

La continuación de la OMC por otros medios

Frente a la crisis de la OMC, la propuesta de muchos PED ha consistido en la mejora del sistema multilateral actual continuando la Ronda de Doha antes de habilitar que se expanda hacia nuevos temas. La estrategia de las corporaciones y de los PD, en cambio, se ha orientado a dar por finalizada la Ronda de Doha para poder tener mandato de incluir “nuevos temas” de comercio como políticas de competencia, compras gubernamentales, inversión, comercio electrónico, disciplinas sobre derechos de exportación, etc. Esta estrategia la vuelcan tanto en el espacio multilateral de la OMC como en el resto de los tratados comerciales que impulsan. Desde hace unos años, salteándose los “problemas irresueltos” de la Ronda de Doha, los PD (EEUU, la Unión Europea, Japón y China, por caso) vienen impulsando por fuera de la OMC una serie de acuerdos megarregionales (plurilaterales) como el TPP (CPTPP), TTIP, el TISA o el RCEP, acuerdos bilaterales (TLC, ACP, TBI), sobre bienes tecnológicos y sobre bienes medioambientales, entre otros.

En este contexto de crisis de la OMC y despliegue de distintas estrategias para incluir “nuevos temas” es que llega la MC11 de la OMC a Buenos Aires en diciembre, donde se verifica la ausencia del rol “articulador” de los Estados Unidos y la falta de voluntad de China de tomar su lugar.

Los Estados Unidos, desde la asunción de Donald Trump, vienen planteando una estrategia de “America First”, consistente en un ataque al multilateralismo, la salida y/o renegociación de los acuerdos comerciales (TPP, TTIP, NAFTA), la realización de declaraciones proteccionistas y el impulso de acuerdos bilaterales desde el Departamento de Comercio de los EEUU (USTR) para reducir el déficit comercial con China, México, Japón, Vietnam y Corea del Sur.

China, por su parte, sigue manteniendo el pragmatismo de su sistema económico y de su programa de apertura pero sin la vocación de asumir protagonismo en el escenario mundial ni disputarle la hegemonía a los Estados Unidos. En este marco, al igual que los EEUU, prefiere el bilateralismo al multilateralismo y continúa liderando el impulso de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), el Área de Libre Comercio del Asia Pacífico (FTAAP) y desarrollando la iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda (BRIZNA), una obra de infraestructura sin precedentes.

Sin el interés de los Estados Unidos ni de China en la agenda multilateral, y con un contexto internacional donde existe creciente desconfianza hacia la globalización, la OMC llega alicaída a Buenos Aires. Por este motivo, el canciller argentino Jorge Faurie adelantó que el objetivo para la MC11 va a ser modesto, que espera un apoyo del multilateralismo y que si bien son optimistas con respecto a la reunión, son “austeros en las expectativas".

De los temas concretos que se van a abordar, se va a tratar la propuesta de la India y China sobre la necesidad de conservar stocks de reserva para seguridad alimentaria y se esperan algunos resultados moderados en materia de eliminación de subsidios a la pesca y regulación de la pesca ilegal, pero pocos avances en lo que respecta a la liberalización del comercio y eliminación de subsidios agrícolas, a la regulación doméstica de servicios, la facilitación de inversiones, las compras públicas y el comercio electrónico.

¿Por qué involucrarse?

El gobierno argentino busca convertir a nuestro país en la sede del relanzamiento de la OMC en esta nueva fase de liberalización. La consecuencia del Libre Comercio es la cesión de soberanía y pérdida de control sobre normas laborales, medioambientales y políticas públicas, poniendo en riesgo derechos básicos como la salud, la educación, la libertad de expresión, la protección de datos o el derecho a un ambiente sano.

Los avances en materia de liberalización y desregulación son en cierta forma irreversibles ya que a diferencia de las políticas económicas internas, los acuerdos internacionales tienen implicancias más severas, pues son más difíciles de desandar sin represalias. La agenda de la OMC es una agenda corporativa, que básicamente representa los intereses de las grandes empresas transnacionales sin guardar cuidado de la garantía y sostenibilidad de los derechos. La agenda contra el Libre Comercio es una agenda amplia, transversal y multisectorial. Tiene un amplio potencial de convocatoria, ya que confluyen trabajadores y trabajadoras, movimientos campesinos, de mujeres, de pequeños productores, pequeñas empresas, artistas, estudiantes, etc.

La Cumbre Ministerial de la OMC es un evento político de magnitud mundial que puede oficiar como caja de resonancia de las demandas sociales. La organización de la Cumbre Ministerial y la firma del TLC son señales políticas que quiere dar el gobierno de Cambiemos hacia adentro y hacia el mundo y se vinculan con el resto de las reformas (impositiva, laboral, previsional) que se están impulsando desde el Ejecutivo. Este paquete exige una respuesta coherente y concatenada, ya que resulta fundamental poder oponerse ofreciendo alternativas.

* Investigador y Docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) e integrante de la Sociedad de Economía Crítica (SEC) y de la Confluencia #FueraOMC.

** Investigador y Docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) e integrante de la Sociedad de Economía Crítica (SEC) y de la Confluencia #FueraOMC.