“El discurso político debe apuntar a las urgencias de la vivienda y el trabajo”

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“El discurso político debe apuntar a las urgencias de la vivienda y el trabajo”

06 Octubre 2020

Por Branco Troiano/ Foto Martín Tricárico

La periodista cultural y guionista Nancy Giampaolo dialogó con AGENCIA PACO URONDO sobre diversos temas relativos a la discusión cultural y política. Cultura de la cancelación, pandemia, crisis y perspectivas en las cuarentena.

APU: Hay sectores que plantean que quedan pocos ámbitos en los que no haya permeado la denominada cultura de la cancelación. ¿Está de acuerdo?

NG: Sí, veo que la cancelación interviene en todos los rubros culturales, con preferencia por las artes audiovisuales, que son las de más fácil acceso. No es un fenómeno novedoso, más bien volvió potenciando, imbuido en la dialéctica de las minorías y sustentado sobre todo en el movimiento de concientización 3, que tanto permea en algunos sectores nuestros, quizás poco capaces de generar un discurso propio. Por mi trabajo conversé mucho sobre el tema con diferentes referentes de la cultura argentina y encuentro matices muy interesantes. Sergio Wolf, por ejemplo, que es cineasta y crítico, dice que “cancelación” es un eufemismo de “censura”, de la vieja y deshonrosa práctica de la censura de la que nadie en el presente se quiere hacer cargo, pero se sigue ejerciendo. Para Ariana Harwicz (quien, a través de sus novelas, da prueba de que no es necesario ser complaciente con esta clase de mecanismos de control para publicar), asistimos a un presente en el que muchas obras hechas para quedar bien con la cultura de la cancelación, pasarán al olvido rápidamente. Alan Pauls es muy enfático en advertir que se puede caer fácilmente en el delirio y en el señalamiento prescriptivo de obras y personas sin fundamento alguno.

APU: Y en relación al discurso político, ¿de qué manera se articulan estas formas?

NG: En cuanto el discurso político, creo que en la medida en que atiende a los postulados de sectores que avalan o promueven la cancelación cultural, se aleja de los sectores para los que esos temas no tienen importancia. El resultado es obvio en Argentina ¿no? ¿O vamos a pensar que ese porcentaje enorme de gente que hoy se encuentra en la pobreza está esperando que le hablen obras, ideas y autores a deponer? Creería que el discurso político debe apuntar a las mayorías, y que la gestión debe privilegiar a las mayorías que atraviesan, después de años de vaciamiento y entrega -más el agravante de la pandemia-, urgencias vinculadas a la vivienda y el trabajo de las que sigue sin hablarse ni hacerse lo suficiente.

APU: ¿Cómo ha visto el manejo comunicacional del gobierno en relación a la pandemia?

NG: Creo que se partió de una base errada al poner a la vida y a la economía como cosas enfrentadas. En países como el nuestro, la economía y la vida no se pueden pensar de esa forma que, sí, quizás, es un poco más aceptable en economías más sólidas. Al comienzo de la pandemia yo estaba en Francia y me sorprendió que la frase enarbolada por Macron “Guerra contra un enemigo invisible” fuera calcada por Fernández, como si las situaciones de ambos países fuesen equiparables. Pero hay que decir que al principio la dicotomía “economía - vida” fue muy eficaz. Ahora, que se supo que estamos casi en el 41 por ciento de pobreza, lamentablemente, se comprueba que con la eficacia momentánea de una frase no se logra demasiado...

APU: En el mundo se han desplegado distintas narrativas para tratar la crisis sanitaria. ¿Cuál considera la más atinada?

NG: No las conozco todas, y tiendo a emitir juicios sobre los resultados, más allá de las narrativas, justamente por esto que le decía recién: las narrativas sin base en las que apoyarse, caen rápidamente. En cuanto a los resultados, creo que aún seguimos en un “está por verse” o “no está todo dicho” en todo el mundo.

APU: Uno de las discusiones más candentes se está dando en torno a la libertad de expresión. ¿Qué opina acerca del tema, siendo que se instaló en agenda justamente por los medios de mayor llegada?

NG: Creo que “libertad de expresión” es una frase que corre el riesgo de vaciarse de sentido en la medida en que se repite demasiado en boca de quienes, lejos de militarla realmente, la usan como ariete o chicana. Al mismo tiempo, se trata y siempre se trató de una suerte de ideal con que el solamente se puede coquetear un poco, pero nada más, porque cada época tuvo temas de los que no puede hablarse en ningún medio, grande o chico.

APU: Laclau decía que cuando las masas populares excluidas se incorporan a la arena política, aparecen formas de liderazgo que no son ortodoxas desde el punto de vista liberal democrático, como es el populismo. ¿Qué lugar pensás que tiene esta idea en un contexto como el actual, en donde las masas que fueron excluidas en los últimos años vuelven a ser reconocidas?

NG: No sé si coincido en que todos los que fueron excluidos están reconocidos e incorporados por igual. Todavía hay enormes comunidades segregadas, olvidadas y excluidas, sobre todo en América Latina. Y dentro de las comunidades que hoy tienen protagonismo después de mucho tiempo de ninguneo, aún queda muchísimo por hacer. Pongamos dos ejemplos relacionados a las mujeres y a las minorías sexuales: aún con todo el activismo por nuestros derechos, las mujeres madres de Argentina seguimos sin acceder a las 14 semanas de licencia por maternidad, mínimo recomendado tanto por la Organización Internacional del Trabajo como por Unicef. En cuanto a la comunidad LGBTIQ+, pese a que se incorpora la perspectiva de género en las instancias de formación, en los hechos, cuando una persona gay o lesbiana es violentada por su pareja y hace una denuncia, no cuenta con las mismas prerrogativas que una mujer heterosexual.