Ante el fallecimiento de Carlos Escudé: la diplomacia semicolonial

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Ante el fallecimiento de Carlos Escudé: la diplomacia semicolonial

04 Enero 2021

Por Guillermo Martin Caviasca 
helicopterox@yahoo.com.ar 
UBA/UNLP

Acaba de fallecer Carlos Escudé especialista en Relaciones Internacionales. Murió de Coronavirus. Al igual hace un tiempo lo hizo su esposa. Ambos pertenecían a esa ridícula categoría de “militantes anti cuarentena”, similar a la corriente de “libertarios”, denunciando por fascista el aislamiento. Algo que puede sonar gracioso o colorido, pero, en el caso de Escudé y su esposa, resultó fatal.

Sin embargo, no es la cuestión del Coronavirus lo que hace a Escudé una persona digna de debate. Sino su rol como parte de la redefinición de la política de Relaciones Internacionales (RRII) de nuestro país a partir de la década de 1990. Nueva orientación que no pudo ser revertida en forma sustancial. 

Personaje pintoresco, hasta simpático en la relación personal, bastante erudito, con actitudes llamativas. Se convirtió al judaísmo hace unos años, lo que puede significar su adhesión al sionismo, no necesariamente ya que judaísmo y sionismo no son lo mismo. Aunque de acuerdo a sus tesis respecto del ordenamiento mundial podía estar en amplia sintonía con el apoyo a las políticas de la hegemonía del consenso de Washington.

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Su principal tesis es la del “Realismo periférico” y la podemos encontrar en todos sus trabajos, pero creo que hay dos fundamentales. “Historia de las RREE”, y “Realismo periférico”. El primero es una obra sin dudas destacada y de consulta, 15 tomos que abarcan hasta el año 2000. Con 14 colaboradores que desarrollan diferentes partes de la obra, bajo la supervisión de Escudé y la revisión de Cisneros. Una obra de consulta con un gran número de fuentes muy valiosas, amplias citas, etc. La obra, la mas amplia de su género, es de referencia y debe ser de formación para quienes este en el ámbito de las RRII, obviamente. Tiene una orientación cuya llave es la “interpretación” como en todas las obras de las ciencias sociales. 

En ella el núcleo está en una de las definiciones clave de Escudé: la política exterior Argentina tuvo un antes y un después con Menem. Antes toda fue similar fuera Perón, Frondizi, Illia, Onganía, Lanusse, Videla o Galtieri, inclusive Alfonsín. Con sus variantes, todos se comportaron como si Argentina pudiera ser un actor que fijara sus políticas por sus intereses particulares. Con Menem, Argentina se comenzó a comportar como receptor de políticas de las potencias. Por eso puede poner énfasis en mostrar que no hubo diferencia entre los cancilleres de Onganía, Lanusse, Cámpora, Perón, Isabel, en ese corto periodo tan radical y diverso. Porque sin dudas todos (de derecha o izquierda) intentaron hacer políticas como si Argentina fuera independiente. Con Menem eso cambió. Y Escudé consideraba que él tenía una parte del mérito de este cambio, con su “amigo” Di Tella.

El “Realismo Periférico”

La segunda obra “Realismo periférico” es de 1992 y cuenta con una actualización en el 2012. Es importante señalarlo ya que muestra una coherencia con 20 años en el medio y los efectos reales de la nueva diplomacia de “relaciones carnales” argentina visibles.

Señalaba en el 2012. “Entre fines de 1989 y fines de 1999, las políticas exteriores y de seguridad de Argentina fueron sometidas a un singular experimento liberal, (…) No sólo se remplazó el perfil previo de confrontaciones sistemáticas con Occidente, por un alineamiento con Estados Unidos en materia de seguridad internacional. La capacidad del país para librar la guerra se redujo voluntariamente a casi cero. El presupuesto militar sufrió una reducción drástica, la industria de armas fue desmantelada y el servicio militar fue abolido. Las políticas exteriores y de seguridad de Argentina dejaron de responder a una lógica estado-céntrica, e intentaron aproximarse a una lógica ciudadano-céntrica y cosmopolita”. El párrafo no tiene desperdicio. Para empezar por el periodo de tiempo del que habla. Allí se firmaron las “Declaraciones de Madrid” (una verdadera rendición incondicional de una guerra terminada 7 años antes). Se privatizaron y en gran parte destruyeron o extranjerizaron todas las empresas de carácter estratégico, de armas o vinculada a la defensa nacional, puertas de entrada y salida de productos del país, o industrias de base y servicios. Y, en una confesión sorprendente, coloca la abolición del servicio militar en una estrategia de desarme no de modernización.

Cómo funciona el “realismo periférico”. Para Escudé existen cuatro variables asociadas. Soberanía: como capacidad de comportarse en forma autónoma en el plano de las RRII. Libertades individuales: como beneficios que las personas obtienen en su vida privada de las políticas de estado. Tamaño de la economía del país: desarrollo, PBI y otras variables que hacen a la potencia nacional. Beneficios económicos: como el redito real de la economía en función de su política de RRII. 

Asocia estas variables de la siguiente forma. La capacidad de hacer política independiente en el mundo está relacionada con la potencia nacional y esta, sólo e irrevocablemente, corresponde a un grupo de países. EEUU en primera instancia, Inglaterra, Francia, Alemania, Japón, China, Rusia (y para ese 2012 suma a India). Pero solo EEUU tiene esa capacidad plena sin afectar las libertades de las personas. Ni Alemania, ni Francia, o Rusia o China la obtienen (catalogándolas de casi dictaduras como consecuencia de sus políticas independientes). El resto lo debemos deducir de esta premisa. Países menos desarrollados solo podrá intentar tener políticas independientes transformándose en dictaduras. Fracasarán indefectiblemente salvo que sea China o Rusia, y se transformarán es “estados paria” como Corea o Irán. 

Entonces el intento de políticas autónomas no alineadas o enfrentadas al hegemón produciría dos efectos, problemas graves a la economía nacional, pobreza y pérdida de libertades para los ciudadanos individuales. Sostiene una idea filosófica de ciudadano cosmopolita en contradicción con el Estado. El fin sería la libertad del ciudadano individual en un marco global regulado por potencias dadores de normas. Con el resto delo0s estados como receptores de las mismas. 

Esta teoría que describimos no se puede verificar en ningún momento de la historia, es fundamentada con ejemplos seleccionados arbitrariamente. Y solo esta pensada en el marco de un periodo histórico de décadas recientes (a partir de los ochentas) para “jugar” con la memoria corta de las personas. Es muy emparentada con el “fin de la historia” del divulgador neoliberal Francis Fukuyama.

Escudé, parte de una premisa del individuo aislado fuera de la comunidad o grupo como fin en sí mismo. Cuando los teóricos y filósofos que hablaron de individuos lo hicieron en forma abstracta para encontrar un ponto de partido no histórico a sus teorías. Salvo los neoliberales. El ser humano es tal solo en comunidad con otros seres humanos. Se puede discutir al “Estado” como comunidad ideal, pero no la idea de comunidad. Pensar desde el mismo Estado una diplomacia basada en individuos aislados, cosmopolitas, a los cuales el Estado les quita libertad. Y hacerlo en nombre de un sistema mundial de Estados o corporaciones parece al menos “raro”.

En realidad, la historia muestra que todos los ejemplos son inversos a la propuesta de Escudé y que nuestra cancillería despliega bobamente. Todos los países que son potencias alguna vez fueron débiles, o subordinados o colonias. La misma Alemania es un país más reciente que Argentina y en algún periodo histórico no muy lejano era una colección de señoríos de variable significación, tutelados y de escaso desarrollo. Y podríamos hablar de cada una de las grandes potencias mencionadas. O Israel, un país fundado muy recientemente sobre un territorio poblado por otro pueblo, y que ha llegado a un nivel de poder y autonomía importante. Y que puede considerarse superado su carácter de protectorado de occidente. 

Pero no es nuestro objetivo discutir la teoría de Escude proponiendo que Argentina sea la potencia mundial rectora, ni seguir el mal ejemplo de Israel. Sino señalar que entre ser una potencia mundial y ser siervo o paria existieron y existen muchas alternativas. Eso sí, todas las alternativas implican lucha. Pero sobre todo patriotismo e inteligencia. Y también debemos señalar con énfasis basado en la evidencia, que la asunción de políticas subordinadas no implica de ninguna manera una mejor situación para el país, y mucho menos para las personas individuales o la economía nacional. Creo que para ese ejemplo bastamos nosotros mismos: la Argentina es el paradigma mundial de hacia dónde conducen los planteos de Escudé. 

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La obsesión de Escudé con Irán (de la mano del periodo de su mayor simpatía con Israel) lo llevó a hacer afirmaciones extemporáneas a nuestra política exterior. "El accionar de los persas (Irán) supone que el orden mundial es una selva sin reglas, donde es legítimo promover los intereses propios a través de cualquier medio, incluso el terrorismo. Esos intereses son definidos, sin consulta con la gente, por la cúpula teocrática del régimen. Su política se basa en la premisa de que todos los Estados son igualmente soberanos (…) En contraste, el comportamiento argentino desde 1990 se basa en el supuesto implícito de que en el orden interestatal hay reglas escritas y no escritas, y que, mal que nos pese, los Estados más poderosos tienen un papel preponderante en el establecimiento de esas normas”. En esta definición no encontramos nada raro, por demás es un reconocimiento de la “impostura” de los organismos internacionales. Se debe coincidir, fuera de todo idealismo de la diplomacia, las RRII no son relaciones entre caballeros sino un espacio de construcción de poder, de relaciones de fuerzas y hegemonías donde hay ganadores y perdedores.

Pero luego (preocupado por cuestiones geopolíticas de Israel) habla del desarrollo de armas nucleares por parte de Iran y considera natural que EEUU (e Israel obviamente) las tengan, porque así es el ordenamiento mundial. Considera una virtud nuestra silenciosa aceptación de ese orden. Afirma que “el comportamiento argentino desde 1990 reconoce en forma implícita que el hecho de que Estados Unidos a veces arme y financie organizaciones de insurgentes en el extranjero, no nos habilita para seguir su ejemplo. Todo lo contrario de Irán, que financia el Hamas en Palestina y el Hezbolá en el Líbano" Escude habla de una realidad, lo malo es que la acepta y propone enfrentar a los que no, ni siquiera callar. Lo que si nos llama la atención es su presentación naturalizada en materiales de formación de diplomáticos.

Pero también deberíamos tener en cuenta si este énfasis de Escude en hechos ajenos a nuestros intereses geopolíticos no iban de la mano de la “causa AMIA” y toda la maniobra de inteligencia que se desarrolló en torno a Irán con las lamentables acusaciones contra una serie de políticos y militantes. Cuestión que por razones que se llevo a latumba revisó hace poco tiempo. Pero que creemos se deben originar (esto es una apreciación subjetiva) en el cambio de fichas en el escenario, no en la vedad.

Rastreemos otros dos trabajos: “The Falklands Will never be Argentine” y “Gran Bretaña Estados Unidos y la declinación argentina 1942-1949”. Los títulos de estos dos escritos definen su concepción. Demostrar que las Malvinas no son argentinas, que su reivindicación eficiente nos hace daño (lógico, dentro de la doctrina del “Realismo Periférico”). Y que a partir de la implementación de “industrialización agresiva” comenzó la “declinación argentina”. La primera idea es clara no necesita análisis, detengámonos un poco en la segunda. Para Escudé la “asociación” (es importante la categoría que usa ya que niega la idea de dependencia u otra categoría similar) a Gran Bretaña permitió un gran desarrollo del país hasta la década de 1930. La crisis de esta asociación y no haber podido establecer una igual (o equivalente) con EEUU marca nuestro declive. Esta idea se relaciona a dos cuestiones caras a los sectores liberal conservadores. Una al “plan Pinedo” y la propuesta del sector más lucido de la oligarquía de los treintas de redireccionar la dependencia de nuestro país hacia la nueva potencia hegemónica (los EEUU), reordenar la estructura productiva interna en relación a la nueva etapa del capitalismo y su desarrollo de producción de bienes y servicios. Segundo, y esto es más sutil, que en definitiva el peronismo nacionalista de los 40 es el origen de todos los males.

Sin embargo, si mantenemos las premisas de Escude (una de ellas el bienestar económico de la población) es claro que el periodo peronista y su orientación fue de la mano con una mejora enorme (un salto) de las condiciones de vida de la población que impactó por décadas, solo revertido partir del periodo que él consideraba positivo y “realista” 

En otra fecha tan cercana como el 2013 nuevamente en ese think tank de apátridas llamada CARI (Consejo argentino de Relaciones Internacionales) del que Escudé era parte, fuente de ideología y que es un grupo de presión extraestatal que influye en las políticas exteriores de nuestro país notoriamente. Carlos Escudé dio una conferencia cuyo contenido hace a la formación de nuestros diplomáticos, llamada “Cuestionando lo incuestionable: hacia un intercambio negociado de tierras por recursos marítimos”. Haciendo gala de su sesgada erudición Escude se preocupa de dejar claro que los derechos argentinos sobre Malvinas son una fantasía escolar patriotera que hace daño a la eficacia de una política exterior que tenga como fin ventajas económicas. Básicamente el texto va orientado a que Argentina reconozca los derechos de los isleños a hacer lo que quieran, a cambio de la participación en la explotación de los recursos. Política que debería hacer ruido en nuestros oídos ya que fue la de la administración anterior. Pero que permanentemente está presente en nuestras RREE y que fue una de las claves de la firma de las Declaraciones de Madrid. 

Pero Escudé no es un simple político de poca comprensión de la realidad, sino que veía con claridad que la estrategia seguida desde los 90 solo implicó retrocesos en todos los planos. Entre ellos el aprovechamiento económico, que debía redituar en el bienestar individual tal como sostiene su doctrina. Y, por lo tanto, sostuvo que inclusive para ceder soberanía por beneficios económicos debe llevarse una política mas firme. Lo que en sus últimas posiciones sostuvo es una especia de “extorsión”. Advertir a Inglaterra que, si no comparte los recursos de la zona, los problemas seguirán y podría surgir un loco que complicara las relaciones desde nuestro país. Y que si comparte cederemos la soberanía.

Señalaba Escude en estas últimas propuestas “mi planteo es de un auténtico nacionalismo de fines, entendido como legítima consecución del interés nacional y de los objetivos estratégicos posibles, aconsejando incluso una limitada violencia extraoficial cuando no haya más remedio”. En definitiva, la negociación propuesta es el título de la conferencia “soberanía por negocios conjuntos”. Y es una respuesta de Escudé al insostenible fracaso del “realismo periférico” aplicado desde el 90. Pero sostuvo sus principios centrales. No somos ni podemos aspirar a ser tratados como iguales y hacer valer nuestros derechos. 

El problema de Escude es que su teoría más que realista es irrealista. Ya que la situación es inversa a los principios de su teoría. La historia muestra en carne propia y con mucho sacrificio que la subordinación estratégica solo reditúa en perdidas nacionales y pobreza para nuestro pueblo. Cualquier decisión de presionar lleva a romper con el “Realismo periférico” o a retroceder en la decisión. Como vemos es la política seguida desde las “declaraciones de Madrid” y el establecimiento del “Paraguas de la soberanía”, pero con una vuelta de tuerca más. Pasado mucho tiempo de la guerra y claramente mucho más debilitado nuestro país, se puede (según Escudé y gran parte de los diplomáticos de carrera) dar un paso más. Reconocer en los hechos la soberanía inglesa y negociar acuerdos económicos. Como sabemos sin necesidad de ser investigadores ni especialistas en geopolítica o política exterior, nada de eso ha pasado. Y cada cesión argentina solo redituó en avances británicos y negocios para grandes empresas pesqueras, petroleras, turísticas etc. en las cuales la participación de empresarios argentinos es obviamente menor (aunque las hay, ya que el patriotismo del capital como sabemos va en inversa a la ganancia).

Para finalizar

Finalmente Escudé falleció de coronavirus. Sus actings, se los creyera o no, lo llevaron a la muerte. Pero nos deja varias de enseñanzas. Una. Después de casi 30 años de que sus políticas se implementaron, con una energía y profundidad superior a ningún otro país en el mundo, el fracaso de las mismas dentro de sus propios parámetros es evidente. La dependencia y sus costos no se solucionan con una dependencia mayor y subordinación mayor. 

Segundo, y aquí hay elementos “raros”, existe dentro del campo popular una muy básica tendencia a reivindicar a este intelectual clave de la entrega nacional, porque “se reunió con tal o cual”, o porque en determinado hecho planteó diferencias con los agresores mas burdos. Quizás solo por internas en el poder, o por lo que sea. Pero no un cambio en nada de sus ideas fuerza. Y es muy básico no ver su rol estratégico como “quintacolumnista”

Y tercero, creo que es lo mas importante. Nuestro cuerpo diplomático de carrera necesita una revisión radical. De su formación, de sus ideas respecto de las instituciones mundiales y el rol de Argentina, de sus objetivos como cuerpo y como individuos que realizan esa carrera. El cuerpo diplomático debe ser un espacio de profesionales al servicio de un proyecto de país, cuya carrera y aspiraciones no estén pensadas en el mundo de la diplomacia global y cosmopolita, cual abogados de grandes empresas extranjeras. Nuestra diplomacia, nuestra teoría de las relaciones internacionales, debe estar al servicio del país, ser tributaria de los intereses nacionales, en la conciencia (de la que Escude era claro, pero concluía lo opuesto) que el mundo de las RRII es un espacio de relaciones de poder. Pero (y esto Escudé no lo mencionaba) la historia muestra, y lo está haciendo ahora, es fluido con las décadas, abre posibilidades y brechas, donde países de alto potencial y mediana envergadura pueden desarrollar sus políticas independientes y racionales. Cumplir nuestros objetivos geopolíticos, construir un bloque de aliados y amigos, y sostener una independencia frente a los poderes mundiales.