"Jorge Julio López era un héroe"

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"Jorge Julio López era un héroe"

21 Septiembre 2012

APU: ¿Cómo surge el libro?

Miguel Graziano: Estaba trabajando en La Plata en el Diario Diagonales, y militando en el Colectivo de Trabajadores de Prensa. Participé de algunas charlas en la Facultad de Periodismo, donde la consigna era “¿Para qué somos periodistas?”. Y es una pregunta que uno se hace todo el tiempo. En la búsqueda de tratar de resolver esa pregunta es que tenía ganas de trabajar con algunos temas de investigación periodística. En algún momento había pensado en el caso de Margarita Verón, pero era ridículo por las distancias que me separaban de los lugares a los que tenía que acceder para averiguar el caso.

Estando en La Plata, me tomo un micro y veo que sube el hijo de Julio López, Rubén. Creo que ese mismo día le dije que iba a escribir un libro sobre el viejo, y empecé a realizarle entrevistas para distintos aniversarios que se publicaron en el diario. Hace dos años que tomé a decisión de hacer el libro, y para eso tuve que montar una estructura, ver cómo iba a poder contar su historia. Lo que yo quería hacer era la biografía, y me puse a trabajar con entrevistas a la familia. A Rubén le realicé mas de 10 entrevistas, ayer lo vi porque voy a los actos que realizan, y completo algunas dudas que pueda tener sobre su vida.

APU: Vos sos platense, ¿cómo impactó a la ciudad la desaparición de Julio López?

MG: Fue un golpe durísimo, en un primer momento había mucha confusión. No se sabía lo que había pasado, ni qué se podía, qué había que hacer. Ahí los organismos actuaron con mucha responsabilidad, de inmediato exigieron que se aparte a la policía bonaerense de la investigación. Ese mismo día, en el juicio, denunciaron que el testigo y querellante no aparecía. A partir de ahí todas las decisiones que tomaron me parecieron acertadas, esa noche sacaron el primer comunicado, y empezaron a buscarlo. El reclamo por apartar a la bonaerense era porque si López faltaba era porque lo habían secuestrado, en el marco del juicio contra Etchecolatz.

APU: ¿Quién era Jorge Julio López?

MG: Jorge Julio López era un héroe. Era un tipo que encarnó la lucha por la verdad, la memoria y la justicia. Un tipo que luego de salir en libertad, después de estar detenido en centros clandestinos de detención y a disposición del Poder Ejecutivo Nacional en la Unidad 9 de La Plata; en secreto y en soledad, empezó una investigación para confirmar lo que sospechaba: dónde había estado y qué había pasado. En secreto porque no podía hablar de lo que le había pasado con su familia. Porque su mujer Irene le puso esa traba, querían olvidar y dejarlo todo atrás.

Él no podía, en soledad fue a ver a los familiares de los compañeros que pudo, para avisarles lo que había pasado. El tenía un compromiso con una compañera, Patricia Dell`Orto, una de las chicas de la Unidad Básica de Los Hornos, que él ve cómo la matan y tenia que contarle a la familia lo que había pasado. En secreto, él no tenía relación con nadie. Hasta que se cruza con Pastora Suaje, y recién cuando comienzan los Juicios Por la Verdad (1998) se encuentra con los ex detenidos-desaparecidos.

APU: ¿De su militancia durante los `60 y `70 que pudiste reconstruir?

MG: Es la más difícil de reconstruir, porque no hay ningún sobreviviente. Lo que yo cuento es lo que López cuenta, que hacía algunos trabajos de inteligencia.

APU: ¿Cómo vivenció estos juicios?

MG: Al saber que empiezan los Juicios Por la Verdad, se acerca y dice que quiere contar lo que le paso. Estos juicios eran discutidos, porque los sobrevivientes querían una condena de verdad, no sólo simbólica. Pero sirvieron para poder hacer el ejercicio de encontrar justicia, y poder conocer con exactitud dónde estuvieron secuestrados y quiénes fueron sus captores. En muchos casos estuvieron todo el tiempo tabicados y sometidos a sesiones de torturas. No era sencillo saber dónde habían estado, y eso se lo permitió estos juicios.

APU: ¿Y del juicio a Etchecolatz?

MG: Él llega bien preparado para contar su historia y revelar todo lo que había vivido. Y con la decisión de exigir justicia. Por eso él no es solamente testigo sino que también es querellante, pide que sea condenado, y sus abogados son los que piden que la condena sea por genocidio.

APU: Antes contabas que su familia no quería que él testimonie. ¿Cómo reaccionó ante esta segunda desaparición?

MG: En el Juicio a Etchecolatz es la primera vez que sus hijos escuchan el testimonio de López, es la primera vez que lo escuchan contar toda su historia. Quedaron atónitos con lo que escucharon, reconocieron que ellos no le habían creido cuando él contaba. Y en esa instancia López se reivindica con su familia, que es recién entonces cuando le creen lo que paso. Al día de hoy, su mujer piensa que si él no hubiera declarado tal vez estaría vivo.

APU: ¿Pudiste analizar la causa, cómo vez lo que ha pasado en estos 6 años?

MG: Me parece que el principal problema fueron las idas y vueltas que tuvo sobre las cuestiones jurisdiccionales, si le tocaba investigar el caso a la justicia de la Provincia de Buenos Aires o a la Justicia Federal. La participación en la investigación de la policía bonaerense fue un despropósito. Y hubo pistas falsas que se siguieron, como una mujer convertida en águila que desde Perú ve que López estaba en un campo, y eso provoca la movilización de 3 comisarías. La sensación final es de total impunidad. Ese trabajo tan mal echo y las falta de voluntad de acceder a la verdad, el único resultado posible es la impunidad.

Extracto del primer capítulo del libro sobre la vida y el caso Jorge Julio López

La boina azul, el buzo bordó y los mismos zapatos que usó en cada una de las audiencias del juicio, sin importar si hiciera frío o calor, estaban en el living, preparados sobre una silla. Gustavo pensó que su papá se había quedado dormido y se metió en su habitación. Su lado de la cama estaba abierto. Fue hasta el baño. No estaba ahí. Irene recién se despertaba.

—¿Dónde está el viejo? —preguntó.
—Habrá salido a caminar —dijo Irene, entredormida.
—Pero se nos hace tarde.
—A mí no me dijo nada. Fijate afuera.
Gustavo salió a la vereda. Miró extrañado a su alrededor. Caminó hasta la carpintería de su hermano y llamó a su papá. Nadie contestó. Volvió a la casa, lo buscó otra vez en el patio, entró de nuevo al dormitorio, abrió la puerta del baño.
—¿Dónde se habrá metido? —insistió.
—Yo no lo vi.
—¡Cómo que no lo viste, mamá!
—¡Recién me despierto! —se justificó—, tal vez salió a caminar.
—Qué pelotudo… vamos a llegar tarde…
—¿Y qué querés que haga? ¡Si yo no quiero que vaya a ningún lado! ¡Yo quiero que se olvide!

La de Jorge Julio López es la historia de un albañil que fue secuestrado, encarcelado y torturado. En las tinieblas fue testigo de la muerte de una generación de jóvenes con los que se había comprometido a construir un mundo mejor. Sobrevivió y aprendió a vivir en silencio, a soportar la indiferencia. Fue sabueso de su propia memoria, no para buscar a los asesinos de sus compañeros, que a esos ya los conocía, sino para denunciar lo que hicieron. “Los argentinos tienen que saber”, decía. A los 77 años, cuando había encontrado justicia, después de haber dado testimonio, fue otra vez desaparecido. En la última aventura de su vida, entre la noche del domingo 17 y la madrugada del lunes 18 septiembre de 2006, le abrió la puerta a la muerte. Se lo llevaron. Su ausencia se investiga como una “presunta desaparición forzada” y es el manual de la perfecta impunidad.