"Victoria siempre": una novela sobre la vida militante de María Victoria Walsh

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    Vicki Walsh
Cultura y militancia

"Victoria siempre": una novela sobre la vida militante de María Victoria Walsh

02 Octubre 2022

¿Por qué seguir con los años 70?, podría preguntarse un lector con legítimo interés. No hay respuestas unívocas y más en épocas de crisis que calan casi hasta el hueso, en que las estabilidades del sistema social mueren naufragando entre remarcadores, emisión de billetes y una situación inmersa en la incertidumbre. Mi vieja me solía contar que en 1989 vos podías agarrar un yogurth en la heladera del supermercado y, en el tránsito hasta la caja para pagarlo, ya había aumentado su precio. 
Todo aparece devorado por una coyuntura que no da respiro y un libro que quiere recrear algo de aquel clima de época aparece con el riesgo de hablar de una externalidad tan grande respecto a la actualidad que hasta nos hace preguntar por su verdadero sentido. Y no llegaremos a respuestas concluyentes, de ninguna manera. 
En parte, porque los 70 siempre aparecen como una herida abierta a las interpretaciones también, una memoria que no se deja suturar y que aparece siempre viva. Los 70 son el espejo añejo, hecho añicos de un país que no fue. El Presidente que no fue, como dice Bonasso de la primavera camporista, y el país que no fue. Socialismo nacional, como quiere el General. 
¿Qué resonancia pueden tener esos gritos, hoy que nos conformamos con poco? Aguantando para que la inflación no llegue a los tres dígitos anuales. Encorsetados, renunciando casi completamente a sueños que pueden aparecer trasnochados de justicia social, al precio de conseguir un poco de estabilidad y que no se hunda el barco de la coyuntura. No hay respuestas unívocas, y un libro es solo un pequeño aporte para intentar recrear de forma ficcionada una época que tiene profusa y variada literatura dedicada al tema.

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tapa victoria siempre

Uno escucha el apellido Walsh y aparece asociado inmediatamente al arte. María Elena Walsh hizo más felices nuestras infancias con su poesía y música legendarias, que se transmiten de generación en generación casi con tanta fuerza como los cuentos tradicionales. Rodolfo Walsh nos legó su pluma maestra, su labor periodística y una militancia comprometida con su tiempo. Tiempos difíciles, de represión de la mayoría silenciosa con vergonzosas proscripciones y fusilamientos. Un intelectual que se embarró en la historia y dejó, además de la Carta de un escritor a la Junta militar, dos epístolas dedicadas a contar la vida de su hija María Victoria Walsh, muerta el 29 de septiembre de 1976 en una masacre en la calle Corro. 
Y este libro trata sobre ella. Con los riesgos de correr sobre la delgada línea ficcional, que es un intento de recuperar la realidad para recrearla libremente desde la literatura. Esas dos cartas, las dedicadas a Vicki y a sus amigos, hacen un relato vívido y hasta probablemente ficcional de la trayectoria de su vida, explicando el final trágico y los motivos que lo desencadenaron. 
Este libro intenta, con esa materia prima fundamental enriquecida también por otros textos, recuperar esa trayectoria vital de Vicki. Su infancia en la Plata, su casa estaba en una escuela de ciegos, donde su madre era directora. Anécdotas de escuela libremente recreadas desde lo ficcional en el colegio San Simón, su decisión de que Vicki se escribiera así, con I latina, como reflejo de su pensar situado en lo nacional, en la defensa de lo propio, rémora tal vez de la Irlanda de sus abuelos siempre queriendo ser autónoma, autosuficiente y no colonia del imperio británico. 
Periodista en diario La Opinión, delegada sindical, enfrentada con el director Jacobo Timerman. En su vida sindical, conoce a su esposo Emiliano Costa. Milita en una villa miseria. Su incorporación a Montoneros junto a aluviones de jóvenes de una generación rebelde, comprometida, también contradictoria. La Vicki madre, hermana, hija. La trayectoria vital relatada en paralelo con una situación social con gran militancia de los sectores medios por la vuelta de Perón y el resurgimiento de los desclasados. El sueño del hospital de niños en el Sheratton Hotel. Un devenir torrentoso, imparable, que parecía desembocar en el socialismo nacional y terminó en una tragedia, cuyo último y más cruel capítulo fue el terrorismo de Estado instaurado en 1976. 
Que la terminó sorprendiendo en la mañana del 29 de septiembre de 1976, en la casa de la calle Corro junto a otros cuatro compañeros de la Secretaría Política de Montoneros. Rodolfo Walsh toma el testimonio de un colimba para recrear ese último momento, para explicarse y explicar, surcado por el dolor, la muerte de su hija querida. No es una muerte absurda, sino resultado de una opción por la militancia en momentos aciagos, de repliegue, también de derrota. Pero hay maneras de perder, y lo que trae la carta es el testimonio de la resistencia en el postrer instante de caer. 

Rodolfo Walsh toma el testimonio de un colimba para recrear ese último momento, para explicarse y explicar, surcado por el dolor, la muerte de su hija querida. No es una muerte absurda, sino resultado de una opción por la militancia en momentos aciagos, de repliegue, también de derrota.

Una entrega que conmueve hasta a sus verdugos. Casi como el Che, en la Higuera, que cuentan que le dijo a su matador: "Usted va a matar a un hombre". El 29 de septiembre de 1976, cuenta la carta de Rodolfo Walsh (que puede ser también un legado de literatura épica) que ella habló ante el silencio de los circunstantes asediadores, en esa casa hecha escombros, en una escena casi de guerra por el combate absolutamente desigual. Y alzó la voz diciendo, ante el estupor general: "ustedes no nos matan, nosotros elegimos morir". 
¿Por qué seguir con los 70, entonces? Tal vez porque hay palabras, testimonios, historias de vida que conmueven, dejándonos sin palabras aún 46 años después.