Susana Rinaldi: “Transito el arte como un servicio al otro”

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Susana Rinaldi: “Transito el arte como un servicio al otro”

24 Mayo 2020

Fotos: Xavier Martín. Retrato, Susana Rinaldi.

Por Silvina Gianibelli

 

 

Susana Rinaldi, es la mujer más emblemática de la música popular de nuestro país, pionera en forjar el camino de la interpretación del canto por su búsqueda interdisciplinaria, hacedora de un compromiso político inigualable. Abrazó el feminismo para afianzar su lugar como mujer en el tango. París fue su casa y allí entabló un vínculo de amistad honda con Julio Cortázar, entre otros. Reflexiona junto a la Agencia Paco Urondo sobre su pasado, creando expectativas sabias sobre nuestro presente.

 

Agencia Paco Urondo: No hay nada del espacio escénico que tu fuerza dramática no lo habite. ¿Cómo lo vivís desde la emoción?

Susana Rinaldi:  Es muy difícil de explicarlo por la sencilla razón que en un espacio escénico para mí es una comodidad, no es un embrollo, es decir no es que no sé lo que hay que hacer, lo vivo naturalmente como si estuviera en mi casa. ¡Y así debe ser! Porque estoy llegando al otro, en este caso a los espectadores. Y eso es muy importante porque el espectador define mi entrega siempre.

Pero como todo, hay que construirlo y esa herramienta me la dio el teatro, que ha sido lo primero en mi vida. Estudié canto lírico, sí, porque era lo que me importaba musicalmente. Pero, yo quería ser actriz, por eso el teatro fue mi primera búsqueda artística. Cuando empecé con la música popular fue ahí mismo en donde la escena queda correspondida con el canto, puedo decirte que lo puedo habitar porque he transitado la música popular desde ese lugar. Pero no es algo forzado, lo hago como si estuviera frente a la comodidad de toda mi vida, que es mi casa. No es algo nuevo para mí, al contrario.

 

APU: Estas intensidades también están atravesadas por la poesía en tu obra…

 S.R: Claro, eso es lo primero, te diría lo imprescindible porque se trata de la palabra.  Lo que identifica a uno (o no) con lo que se está diciendo. Eso me es fácil, pareciera ser y creo que a la gente no le trae problemas porque muchos prefieren verme en vivo, en vez de oírme a través de mis discos. Y lo valoro mucho, porque me conecta piel a piel con el público.

 

APU: ¿Cuál es la palabra que más te ha atravesado en toda tu vida?

S.R: No hay una palabra, hay un todo. Sí, puedo decirte que Borges se completa con todo lo que hay que decir, especialmente su pensamiento en la música popular. Eso ha sido un enorme aporte.

 

APU: Cuando estás en escena y decís alguna poesía de Borges transmitís su precisión y su belleza. Es muy fuerte para quién ama su obra.

S.R: Muchas gracias, ojalá sea como decís. Me parece un poeta irrepetible, de repente te encontrás con palabras que no estás acostumbrada a decir, pero cuando las interpretás las hacés como propias, esto que te digo habla muy bien de él como creador. Parece que a veces sus palabras pueden dar la impresión de que no te tocan, pero sí lo hacen, la palabra de Borges es profundamente musical. No puede no tocarte.

 

APU: Diría la Tana Rinaldi, su palabra es sustancial…

S. R: Sí, claro es así, yo le agradezco enormemente a una personalidad como la de él que se haya acercado a la música popular con el amor profundo con que lo hizo. Si alguien cree que Borges no sabe de música popular está muy equivocado, porque si hay alguien que sabe lo que está diciendo y sabe de música popular es Borges. Eso sí, hay que saber escucharlo.

 

APU: Ese pensamiento es lo más borgeano del mundo.

S.R: Es que él es realmente grande y su compromiso con la música popular ha sido total. Ha sido un gran referente para mí.

 

APU: ¿Cortázar golpeó la puerta de tu casa en París con unos discos tuyos?

S.R: No era mía la casa, era de Pepe Fernández, un fotógrafo argentino que vivió cuarenta años en París, lo recuerdo amorosamente porque me ayudó muchísimo en una ciudad que, en un momento, fue desconocida para mí. Un día me llama y me dice que quería darme una sorpresa, así que me invitó a una cena anticipándome que en esa casa sólo se comía spaguettis.

Te darás cuenta que me hizo el gran cuento de mi vida, lo recuerdo como alguien muy generoso, porque yo no sabía que iba a estar Cortázar, esa noche en esa casa junto a nosotros, te imaginás que no salía de mi asombro. En ese momento, en París, yo no era más que una chica de barrio y me maravillaba, cómo es que podía dialogar con ese personaje tan impresionante que era. Me voy a corregir,  que es, porque lo sigue siendo. Sigue siendo un ser humano excepcional. La vida ha sido muy generosa conmigo por haberme permitido participar de situaciones cotidianas con él. Puedo decir que he tenido la suerte de conocerlo. Hoy su palabra sigue vigente si una tiene la paciencia de repetir su voz a través de la lectura de su obra. Esto solo puede lograrlo un creador como él.

APU: ¿Qué amás de su literatura?

S.R: El estilo que conserva en toda su obra, no en algo en particular. No es un estilo que se impone, su literatura es como su palabra en la vida.  Tuve la posibilidad de escucharlo hablar en muchas charlas, entonces si lo leo es entonces que está a mi lado. Y si lo veo a mi lado no puedo dejar de recordar su humor. Teníamos mucha empatía porque era una persona con mucho sentido del humor, y yo también lo tengo. Entonces son cosas muy difíciles de olvidar. ¡Quién puede olvidar a alguien así!

 

APU: Te admiraba profundamente.

S.R: Él tenía un sentimiento especial por mí y nunca se cuidó de decírmelo. Yo nunca fui una persona “busca-compañero” pero con él nos acompañamos mucho, así naturalmente. Me hace muy bien recordarlo tanto como lamentarlo. De todas maneras, si hoy quisiera no hubiera podido llamarlo por teléfono porque siempre me pedía salir, él quería sacarme a caminar por las calles de París. Y sabés que me cuidaba, él decía que no quería que la gente me moleste.

 

APU: ¿Cuál es la síntesis que se te ocurre al evocarlo?

S.R: Cortázar es el ser humano que recuerdo haber conocido con más calidad humana. No puedo pensar en otra persona que no sea él. Es Julio Cortázar en quién más la he encontrado.

 

APU: De todas maneras, no escuchaba tango. Sólo con vos.

S.R: ¡Es cierto! (risas) No era un espectador de tango. Es muy difícil hablar de alguien que una quiso mucho. Es demasiado gruesa y fuerte la cosa. Porque además de escritor, creador, era una gran persona.

Él escuchaba tango hasta ahí, hasta que escuchó el tango a través de mi interpretación. Y es así como debe ser, cuando uno puede ubicar la forma de uno, es donde la cosa logra tener una identidad. Y él se identificó con el tango a través de mi interpretación.

 

APU: Te dijo alguna vez: “Sos tan vos”.

S.R: Siempre lo decía, en la cotidianeidad, lo repetía mucho.  Creo que él vivió el tango con mis interpretaciones como yo viví su literatura.

 

APU: ¿Qué pasaba cuando lo tenías enfrente?

S.R: Algo que nunca me pasó, cuando lo tenía enfrente de pronto, no podía hacer chistes que en otra ocasión sí los hacía. Algo que hago incluso en mis shows, ponerme a interpretar algún personaje que me resulte gracioso (hablo desde la amorosidad, no desde la burla). Me gustaba decir chistes o muchas veces ponerme en personaje, cosa que nunca pude hacer frente a él. El enorme respeto me lo impedía, era una experiencia demasiado grande dejar pasar esos momentos gloriosos.

 

APU: Te propongo hacer mi propia síntesis de vos.

S.R: ¡Dale!

 

APU: Voy a buscar una expresión popular: ¡La Tana es Gardel!

S.R: (Muchas risas) No, Gardel es Gardel y si no, no perduraría en el tiempo, con lo que la gente quiere escuchar. Es un cantante que no busca el aplauso, sólo canta la temática, y eso lo hace de manera excepcional. Su canto está ofrendado a ese pueblo mayor que lo escucha, que hace coincidirlo en este presente, que tiene la generosidad de escucharlo. Es impresionante su personalidad, lo es tanto como su coloratura vocal, ambas maravillosas. No cualquiera puede permitirse eso. ¿Qué más quiere preguntar, señorita?

 

APU: ¿Cómo ves al feminismo hoy, madame?

S.R: En este momento que me estás entrevistando y no compartiendo la misma generación, me siento profundamente agradecida no sólo por vos, sino por cualquier mujer que se interese por la vida de otra mujer cuando existen estas distancias en el tiempo.  Es muy gratificante para mí escuchar a la generación de jóvenes cuando revitaliza algo de nuestras vidas, ese querer saber de la vida de alguien admirado o no, por la simple razón de que esa vida les importa. Yo hubiera hecho lo mismo que vos estás haciendo por mí con Judy Garland, que fue una mujer extraordinaria.

 

APU: Pero lo habrás hecho, seguramente…

S. R: Con alguna gente pude hacerlo,  del mundo político, Alfredo Bravo por ejemplo, siempre me llamaba la atención de lo que me decía y desde qué lugar me hablaba. Estoy segura que cada uno de mis nietos, se van a levantar y van va a decir: “Esto se canta en esta época y yo estaba tan cerca”. Creo que eso nos pasa a todos en algún momento de la vida.

Siempre hay alguien que se adelanta. Vos te adelantás a preguntarme cosas que no me preguntaron antes. Y me doy cuenta que junto a vos miro mi pasado como una espectadora y veo la importancia de la gente que me acompañó en mi camino y que fue tan necesaria en mis propias huellas.

 

APU: No te fue fácil la cosa.

S.R: ¡Para nada! ¡Para nada! Yo siempre digo que la primera vez que un varón me hizo un elogio lo más que pudo decir, (quiero aclararte que ni se dio cuenta lo que me dijo), pero mirá en ese momento lo que se veía. Dijo esto: “Le hacía falta al tango una mujer bien vestida como vos”. Y yo lo miré y le dije: “menos mal que usted se dio cuenta”. Es que vuelvo a decirte, no se dio cuenta lo que me dijo, a mí me cayó no sabés cómo, me reía sola recordando esta anécdota. Igual, te digo, mejor que me haya dicho eso y no que me haya dicho: “Qué mamarracho se pone usted para cantar”.

 

APU: ¿Berni te vistió de Ramona Montiel?

S. R: Sí, encima de mí. Inauguramos los dos, la casa de Eduardo Bergara Leumann. La gran referencia de la música popular en cuanto a espacio generador de acontecimientos culturales, fue tan importante como en ningún otro espacio lo fue. Sí, usó mi rostro y me vistió de Ramona Montiel. El traje que pintó sobre mí fue muy hermoso. Primero hizo el cuadro vestida como Ramona Montiel, con mi rostro. Después intervenciones sobre mi vestimenta. En ese tiempo Bergara Leumann, convocaba a artistas y he tenido varias intervenciones plásticas en el vestuario.

Cada uno que hacía esos delantales y vestidos era gente de primera, crearon un espacio muy fuerte. No pasaba solo por las letras sino por la música por el modo de ser de sentir se pensar.

APU: Te pienso en la piel de los textos de Tennesse Williams pero también veo a Ibsen y después digo, es Chéjov. ¿Vos dónde te reconocés?

S.R: El pasado con el teatro es tan grande, no te olvides que yo estudié para ser actriz, no me imaginaba ser cantante popular. De todas maneras, el teatro y sus textos, si miro hacia atrás hay una vida aparte. La vida de una en este aspecto ha sido muy vasta.

 

APU: Estamos muy agradecidos porque sabemos que no estás dando notas.

S.R: Les estoy haciendo una excepción maravillosa, estoy agradecida yo también.

 

APU: Tu hijo Alfredo (Piro) nos gestionó este encuentro. ¿Vivís un vínculo estético con él?

S.R: Es un ser humano excepcional, no sólo desde lo humano sino lo puedo ver en su musicalidad. Disfruto mucho de sus creaciones. No lo digo porque es mi hijo, aún siéndolo si no lo fuera no te lo estaría diciendo.

Y en cuanto al vínculo estético, me conoce más de lo que yo misma me conozco. Siempre sus decisiones son acertadas.

APU: ¿Cómo vivís el aislamiento?

S.R: Cuidándome mucho, es muy fuerte no poder ver a tus seres queridos. Lo es para mí y lo es para todos, con la excepción de esta charla, puedo sentir la calidez de tu voz y el compromiso de Julio conmigo, es un pasado demasiado grande que a veces pesa, más en estas circunstancias, sin embargo siempre que se revitalice algo que he amado profundamente es una gran alegría.

 

APU: Tu arte nos cobija.

S.R: Ojalá sea como lo decís, he transitado el arte como un servicio al otro.

 

APU: Estamos profundamente agradecidos y emocionados.

S.R: Es una alegría enorme compartir mis recuerdos juntos a ustedes. ¿Estás ahí?

 

APU: Estoy aquí, respirando hondísimo. Hasta pronto, Madame. Volveremos a vernos.

S.R: (Risas) Claro que sí, hasta pronto querida. Espero con mucha alegría poder reconocerme en lo que escribas.