Sobre Crónica de una incursión a Malvinas, de Juan Rattembach

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    Museo Malvinas
    Foto: Daniela Morán

Sobre Crónica de una incursión a Malvinas, de Juan Rattembach

11 Diciembre 2025

Van a cumplirse 20 años del disco de Andres Calamaro titulado “El Palacio de las flores” donde grababa un tema ácido y punzante llamado “El punto argentino”. En uno de los fragmentos de la misma, arreglada por el patriarca Litto Nebbia, decía:
 

¿Te digo quiénes son los argentinos de las argentinas?:

Los que se llevaron a ninguna parte o a las Malvinas.

Si las islitas son argentinas y hablan inglés

¿Qué queda para los demás de la parte de atrás?

Somos los argentinos los que nunca vinimos,

y si no me puedo quedar, la luna y el río me van a llorar”.

El punto argentino” había sido resultado de la vorágine de una suerte de grabaciones clandestinas y lisérgicas realizadas por el Salmón a comienzos del siglo XXI que habían sido pirateadas por el propio cantautor desde su página web. Un proyecto llamado “Radio Salmón Vaticano”. De esa época se desprenden otras canciones de critica política imperdibles como “Conduxion” (un delirio maravilloso donde Calamaro especulaba que Alfonsín le había robado las manos a Perón porque no tenía la capacidad de conducir al país); “Diente por diente” (perseguir, torturar y asesinar a los represores de la última dictadura) o “El perro” (un tema que supo ser cortina musical del programa periodístico del desaparecido Jorge Lanata cuando era un poco más incisivo y anti corporativo, la canción contaba con maravillas como “la coima en el Senado no es pecado, el pibe está en cana por viajar colado…”).

Toda esta larga introducción responde a la idea de otra época. Aún el rock se caracterizaba por ser contestatario, continuaban las viejas heridas del sacudón de la fiesta menemista, el proceso de indultos y una profunda desmalvinización. Malvinas como la jerga nacionalista parecía ser potestad de los “milicos” y salvo excepciones como Ricardo Iorio o Andrés Ciro Martínez, hablar sobre eso, reivindicar nuestros símbolos parecían mala palabra.

Juan Augusto Rattenbach es de la generación del nuevo siglo. Cuando acontecía el fin de la convertibilidad y de aquella (otra) década infame, apenas tenía 12 años. Él mismo reconoce en su libro que el “berretín” por la causa Malvinas no decanta por mandato familiar (él es nieto del autor del famoso Informe Rattenbach que fuera desclasificado en los tiempos de Cristina Fernandez) sino que se dio naturalmente y de alguna manera fue así. Sus primeros años de juventud coinciden con los años kirchneristas donde, más allá de sus incoherencias e imprecisiones, avanzaron con diversos gestos que apuntaban a recuperar un sentir nacional.

Un nuevo patriota

En la jerga mediática, existen dos figuras que llevan el mote de “patriota”: Guillermo Moreno y Juan Rattenbach. Ahí, implícitamente se decanta un ambicioso trasvasamiento generacional: Moreno es el gran predicador de la causa nacional, casi un profeta en el desierto porque recupera conceptos del siglo pasado, donde el único que los pudo llevar a cabo de una manera exitosa fue Juan Domingo Perón. Rattenbach hace lo propio, trabajando desde las bases como Guillote, pero con la autoridad que le da la juventud. Una juventud de carácter parricida. No es Rebord ni Rosemblat. No cuenta con ningún emporio de streaming pero donde va, llena. Puede ser en una unidad básica, en un centro cultural, en un congreso universitario, o en cualquier programa de stream que se anime a invitarlo. Y digo que “se anime” porque como sucede como el otro patriota, Juan no tiene reparos en cuestionar a los profetas del odio, como la comunidad científica que sigue sosteniendo un inconsistente (pero consensuado académicamente) discurso “antinacional”, donde el posicionamiento sobre la causa malvinense es la más notoria. Porque el lobby británico está escandalosamente activo sobre los medios y la “casta” política, tanto la oficial como la opositora (sea progresista o de izquierda)

La misión de su libro “Crónica de una incursión a Malvinas” (Grupo Editorial Sur) cumple con esa misión jauretcheana de “descolonizar” pedagógicamente. Es un relato en primera persona emotivo y coloquial de su viaje hacia nuestra Argentina insular durante siete días, donde Rattenbach hace un relevamiento de la Isla Soledad (curiosamente la Isla más cercana al continente, la Gran Malvina se encuentra prácticamente deshabitada y de difícil acceso) contando las peripecias que tuvo que atravesar para conocer un pedazo de nuestra historia que es tergiversada o (mucho peor aún) ocultada.

El objeto de esta crónica de viaje, mechado con muchísima información con datos históricos, sociales, económicos y geopolíticos, es precisamente realizar un revisionismo histórico a partir de la causa Malvinas. José Hernández (quien además de ser el autor de nuestro poema nacional fue uno de los grandes malvineros del siglo XIX) puso en la voz del gaucho Martin Fierro “aquí no se valen Dotores, solo vale la experiencia, aquí verían su inocencia, esos que todo lo saben; porque esto tiene otra llave, y el gaucho tiene su cencia” y es bajo esas premisas que Juan decide presentarnos Malvinas como una gran llave en donde abreva lo nuestro, nuestro ser nacional. Rompe con las ideas preconcebidas (o más bien intervenidas) que nos achacan los medios de comunicación que, en definitiva, son los formadores de conciencia del siglo XXI. El libro recurre al final de cada capítulo con un QR para que se pueda agudizar sensorialmente el viaje a Malvinas, con imágenes y videos de aquella travesía.

Puede que pocos sepan, pero el alto grado de desmalvinización que prima en los principales aparatos de comunicación y de enseñanza hace que la Ley 26206 (Ley de Educación Nacional de Argentina) siga haciendo aguas con relación a la Cuestión Malvinas. La ley que establece que la Educación Nacional debe incluir contenidos que formen a los ciudadanos en la defensa de los derechos soberanos incluyendo la Cuestión Malvinas suele depender del voluntarismo docente y de la labor loable de diversas instituciones como el Observatorio Malvinas de la Universidad Nacional de Lanús. Este libro viene a ocupar un espacio necesario, atendiendo la necesidad de gran parte de la población que se siente argentino.

Crónica de una incursión a Malvinas” viene a dar la batalla cultural que lleva a cabo el Patriota quien replica en diversos espacios, donde se está formando un verdadero semillero que no sólo resiste a la avanzada libertaria británica conservadora, sino que también presta combate a los discursos esquivos pero dañosos de los cientistas sociales que, amparados en sus títulos de profesión, arguyen como Lorenz que Malvinas se trata de una “obsesión”. Es por estas berreteadas que Rattenbach prefiere atajarse al decir “no soy historiador, solo un estudiante”. Y por suerte no lo es, sólo es un revisionista histórico destacado de este nuevo siglo.