Racismo en tiempos de coronavirus

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Racismo en tiempos de coronavirus

19 Abril 2020

Foto: Daniela Morán

Por Maga Pérez*

 

“La gente entiende en este país a los palazos, sino no hay forma. Y como gran parte de este país es peronista, el “peroncho” entiende a bala, palo, patadas en el culo, es de la única forma porque es negro. Lo único que espero que esta pandemia haga una limpieza étnica que todos nos merecemos. Yo por mi que se quede en La Matanza hermano y le haga honor al nombre, y bueno ya con 5-6 millones de negros menos, peronistas menos, planes menos, capaz que este país arranca”

El audio que se viralizó el pasado 3 de Abril con los dichos del dirigente Julio Carballo encendió las redes sociales por la gravedad de sus declaraciones racistas. En las mismas, Carballo hace hincapié en dos cuestiones ampliamente naturalizadas en el lenguaje para definir, por un lado, una identidad étnica; por el otro, una identidad política partidaria de base popular y, según sus dichos, ambas identidades están ligadas en un solo sentir, actuar y pensar. Por supuesto, esos atributos se modifican por la fuerza, “a bala o palo”.Y así lo “negro”, lo “peroncho”, lxs trabajadores de clases sociales bajas, lxs pobres representan lo despreciable y difícil de llamar al orden frente a una crisis sanitaria.

Pero las expresiones de Carballo en términos del racismo estructural en Argentina no son nuevas. El sueño de civilización “blanca” plasmado en la decisión política de la Generación del 80, al mando del General Roca, marcó el inicio de un Estado etnocéntrico, que privilegió a Europa no solamente como objetivo económico sino también como ideal civilizatorio en detrimento de otros pueblos que automáticamente pasaron a ser perseguidos, violentados y negados. Definiciones como “crisol de razas” que permanecieron por muchos años vigentes para plasmar el ser nacional, contribuyeron a la invisibilización de la presencia de los pueblos indígenas, africanos y afrodescendientes, así como a la anulación de sus aportes sociales y culturales. Estos grupos históricamente vulnerados por la sociedad, forman parte de las poblaciones más empobrecidas en nuestro país y en Latinoamérica.

Es en este sentido que el concepto “limpieza étnica” que recuerda Carballo, remite a las peores páginas de la historia de la humanidad donde pueblos enteros fueron expulsados de sus territorios por cuestiones religiosas, étnicas y políticas amparadas en el racismo y la discriminación. Los discursos de pureza racial propiciaron genocidios y crímenes de lesa humanidad como la Trata Esclavista, el Holocausto y el Genocidio Armenio entre otros.

Pero el racismo tiene una ingeniería que muchas veces no se identifica con facilidad como estos hechos históricos anteriormente nombrados. Las prácticas racistas del lenguaje han generalizado, como sentido común, términos despectivos para relacionar “lo negro” con lo inferior.

El racismo como ideología desde la época colonial instituyó y denominó como “negros” a la población africana con el fin de menospreciar, demonizar, justificar la esclavitud y demás prácticas abusivas. Como resabio de ese pasado histórico quedaron en el lenguaje diferentes expresiones que apuntan al mismo propósito: las desgracias son “día negro”, el desorden “negrada” o “quilombo”, las personas en situación de pobreza “negritos y negritas”, el trabajo ilegal o no registrado es “trabajo en negro”, lxs integrantes de un partido político de clase obrera son “negros” y todo lo que remita a migrantes latinoamericanos pertenecientes a pueblos indígenas son ”negrxs indígenas” y son negrxs también lxs afrodescendientes.

En cuanto a este grupo, cabe destacar que a partir del año 2001, a raíz de la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y otras formas de Intolerancia (llamada Conferencia de Durban – Sudáfrica), la comunidad internacional adoptó el término afrodescendiente para referirse políticamente y reconocer a lxs descendientes de personas africanas traídas al continente americano como parte del comercio de esclavxs durante la época colonial. Hasta ese momento las formas peyorativas de llamar a las personas afro eran, además de “negrxs”, “gente de color”, “morenos/as”, “mulato/as”. pardos/as”, que remiten a categorías raciales establecidas por el sistema colonial.

Es pertinente comprender que el racismo persiste en la sociedad y se manifiesta renovando sus prácticas desde otras perspectivas pero con el mismo objetivo de jerarquización, exclusión y atropello a los Derechos Humanos de las personas.

En este contexto de la pandemia por coronavirus vemos cómo recrudecen distintas violencias ya enquistadas en nuestra sociedad y se generan otras inéditas (por ejemplo, personal de salud, etc.) que muestran la falta de empatía y el nivel de racismo que, como sociedad, atravesamos. Por eso no podemos quedarnos quietxs, no nos podemos callar.

Debemos repudiar con firmeza la discriminación y discursos racistas como los de Carballo, demandar al Estado justicia frente a estos actos, así como políticas educativas que trabajen sobre el reconocimiento y respeto de la diversidad e identidades, y debemos también reflexionar sobre nuestras propias prácticas discriminatorias.

La lucha contra el racismo es responsabilidad de todxs.

 

* La nota contiene lenguaje inclusivo por decisión de la autora.