Pedagogías de la reparación: entrevista a Yama Corin

  • Imagen

Pedagogías de la reparación: entrevista a Yama Corin

01 Diciembre 2019

Fotos: Ludmila Sueiro

Por Violeta Micheloni

 

El año pasado con la denuncia de abuso sexual en contra del actor Juan Darthés presentada ante las autoridades de Nicaragua por la actriz Thelma Fardin, el abuso sexual y el abuso sexual en la infancia (ASI) se posicionaban con fuerza renovada en la agenda mediática. De repente los hashtags #Yotecreohermana y #Miracomonosponemos se popularizaban y nos hacían conscientes a todas de que ese apoyo, ese reconocimiento colectivo de aquella que denunciaba, era más que necesario. Desde ese momento las denuncias por abusos sexuales y abusos sexuales en la infancia se multiplicaron a más del doble dejando en evidencia lo que las estadísticas informan hace rato: según la Organización Mundial de la Salud (OMS). 1 de cada 5 niñas y 1 de cada 13 niños son abusados sexualmente antes de los 18 años. Este viernes la agrupación feminista MUNDANAS presenta en la sede de CABA de la CTA (Av. Independencia 766) el libro Nuestra Revolución no defiende abusadores. Escritos sobre reparación colectiva un material que se configura tras más de diez años de trabajo en la lucha contra el ASI y que con un lenguaje accesible ofrece herramientas y orientación concretas para accionar frente casos de abuso sexual en la infancia y abusos sexuales en general. Un libro que era necesario desde toda perspectiva, pero, sobre todo, un libro que da esperanza a madres protectoras y denunciantes: hay una reparación que es posible y la hacemos de manera colectiva.

Yamila Corin, o Yama, es una de las fundadoras de Mundanas y es mamá protectora. Conocerla impacta porque con sólo verla se siente eso mismo que debió sentir Luciana Peker en el 2016 cuando escribió una columna de opinión sobre ella y el trabajo de la asociación: Yama trasmite fuerza, con su cuerpo, con su voz, con su mirada. Esa fortaleza no es gratuita, acarrea el peso de quien tiene que proteger de un abusador y de quien, a la vez, junto con las demás mujeres que integran Mundanas, funciona como bastión de esperanza a infinidad de personas que se acercan a buscar acompañamiento frente a un caso de abuso sexual personal o de sus hijos e hijas. Sin embargo, ese acompañamiento se transforma en reparación no de cualquier manera: “Siempre decimos que la única forma de sobrevivir en esta temática es ponerle humor, ponerle arte, ponerle belleza. Y eso es posible si ponemos la atención en la única parte bella que es que estamos juntas y en que la reparación es posible.”.

AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo surge MUNDANAS?

Yama Corin*: Mudanas surge en un ENM (Encuentro Nacional de Mujeres) al que viajamos con un grupo de amigas. La mayoría de nosotras venía de militar en diferentes espacios, pero todas veíamos la necesidad de construir una grupalidad que habilitara la autonomía y el pensamiento propio, más allá de las militancias particulares. Yo soy arteterapeuta y mis compañeras eran también del arteterapia y la musicoterapia, por ello, el primer surgimiento de Mundanas, se trató de compartir un espacio de taller que usamos como medio de comunicación y de intercambio, con el objetivo de trabajar en la detección de situaciones de violencia de género y pensar en herramientas colectivas para acompañarnos y para apropiarnos lo más posible de nuestras vidas. Ese fue el origen, hace ya diez años. Más adelante, la situación del abuso sexual que sufrió mi hija cuando tenía nueve años nos hizo adentrarnos en la problemática del abuso sexual en la infancia o ASI. En una primera instancia fue básicamente el acompañamiento a ella en lo personal y más adelante comenzamos a atravesar toda la violencia judicial, la ignorancia en las escuelas, la falta de herramientas, no conseguir abogade, no conseguir psicólogue, etc. Todo ese dolor que nos atravesaba el cuerpo y la vida, y el camino concreto que había que recorrer llevó a Mundanas a trabajar esta problemática de manera específica. En primer lugar, implicó reconocerla como una forma más de violencia de género, luego comenzamos a acompañar a otras mamás que estaban en esa misma situación y finalmente decidimos empezar a sistematizar ese acompañamiento.

 

APU: ¿En qué consiste el trabajo de la agrupación?

YC: Lo primero que hicimos fue publicar el manual con indicadores para la detección y herramientas para una primera intervención (A.S.I. NO Manual para docentes). En principio era para docentes, pero después se utilizó en muchos otros espacios. Ese manual se convirtió en un taller y cuando empezamos a darlo por todo el país, nos encontramos con una demanda inmensa de parte escuelas, de parte de gestiones municipales, por parte de operadores judiciales, trabajadoras sociales, etc. Llegamos a darlo en hospitales, en las áreas de pediatría. Pero lo que pasaba es que después de dar el taller aparecían las situaciones. Así fue que decidimos empezar a generar equipos profesionales para dar acompañamiento personal a los casos concretos. Esto fue una decisión política a partir de la absoluta ausencia del Estado. Primero constituimos un equipo de psicólogas, más tarde un equipo de abogadas y así comenzamos a sistematizar el acompañamiento a las mamás protectoras y a niños y niñas. El objetivo es poder dar patrocinio y atención psicológica, de manera interdisciplinaria, de manera colectiva, de manera profesional y también militante pero siempre sosteniendo los espacios de taller, tanto para las compañeras que lo necesiten como parte de su acompañamiento como para nosotras mismas.

 

APU: “Nuestra revolución no defiende abusadores”, ¿quién sí los defiende? 

YC: El título surgió en uno de los Encuentros Nacionales en el que nosotras estábamos haciendo una campaña de fotos, con carteles que decían “Abuso Sexual en la Infancia = Tortura”, “Abuso Sexual en la Infancia - Nunca más”. Las compañeras elegían un cartel y se sacaban una foto; fue una campaña hermosa con un montón de personalidades destacadas. En ese encuentro nos enteramos de que Izquierda Socialista, el partido al que pertenece el abusador de mi hija y que lo defiende y sostiene su defensa a lo largo de los años, había sacado una nota en la que declaraba a mi persona y a Mundanas enemigas de su organización. Fue un golpe muy duro y que disparó el debate entre nosotras y en otros espacios feministas. Se veía cómo las organizaciones o las agrupaciones mixtas participaban del encuentro, por un lado, pero defendían abusadores, por el otro. Esto surgió por Izquierda Socialista pero después lo vimos reproducido por un montón de otras agrupaciones, en el MST, y obviamente en organizaciones más grandes como el Movimiento Evita. Entonces, a partir de esa defensa que hicieron, nosotras hicimos un cartel: primero, “Yo no defiendo a abusadores” y después, “Nuestra revolución no defiende abusadores”. A partir de eso surgió la consigna que nos encantó y que, sobre todo, se volvió nuestra forma de plantarnos en el espacio político del feminismo: ser revolucionarias y que eso sea incompatible con defender abusadores, como tantas otras organizaciones lamentablemente hacen.

APU: ¿Por qué es importante el reconocimiento del ASI como violencia de género?

YC: El abuso sexual en la infancia es efectivamente una forma de violencia de género porque quienes lo sostienen son varones abusadores sobre los cuerpos y almas de niños y niñas y adolescentes. A su vez, las mujeres mamás protectoras deben sostener sufriendo muchísima violencia en el momento de la denuncia. Que el Abuso Sexual en la Infancia sea reconocido como violencia de género lo que consigue es ubicarlo en la agenda para que se desarrollen las políticas públicas acordes al acompañamiento de estos procesos y para llegar por fin a la condena de los victimarios. Por otro lado, tiene que ver con el proceso social que venimos llevando hace unos años a través del movimiento Ni un Menos y de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, dos pautas que sacaron a las mujeres y las disidencias a la calle, generando agenda.

 

APU: ¿Por qué es importante el proceso judicial para la reparación? ¿Cómo hacemos para atravesar esos procesos que en general son tan injustos con las víctimas?

YC: La experiencia que nosotras tenemos acompañando casos de abuso durante el proceso judicial confirma que, a pesar de la violencia patriarcal y todo lo que marcamos sobre la justicia como institución, denunciar tiene un efecto positivo. La pelea fuerte es para transformar a la justicia, no por evadirla. En esa pelea, dentro de la justicia, nosotras nos vamos encontrando, nos vamos reparando. Es una búsqueda que tiene un carácter simbólico muy fuerte “me dañaron y estoy de pie buscando justicia”. Esa justicia no llega con la condena que un juez otorga -porque ese es el 1% de los casos- sino que la encontramos en el camino, peleándola y sosteniéndonos entre nosotras. Hace falta denunciar a los abusadores para cortar la impunidad y esto lo planteo con respeto por quien decide no hacerlo, porque está en su derecho, siempre se denuncia cuando se puede y denunciar no puede ser una obligación. Por eso es muy importante que la justicia actúe en función de la reparación sin dejar pasar un aspecto central que es que cuando hablamos de “víctima” nos referimos al reconocimiento del hecho, o sea, si hay una víctima, hay un hecho y hay un victimario. No me gusta permanecer en el concepto “víctima”, porque nos ancla y nos revictimiza el hecho de reconocernos permanentemente víctimas. Nosotras nos reconocemos víctimas de un hecho puntual, no víctimas como identidad. 

APU: ¿Qué sucede cuando las defensas de abusadores apelan al falso SAP (Síndrome de Alienación Parental)? ¿Cómo se desacredita? ¿Por qué el adultocentrismo es un problema en relación con el ASI?   

YC: El SAP entra en escena a partir de una lógica patriarcal de descreimiento de la palabra de los niños y de las niñas. Es una herramienta conceptualizada por un ser siniestro, pedófilo confeso (se refiere al psicólogo estadounidense desacreditado por la academia Richard Gardner), que apunta a construir un falso síndrome y acusar a las madres de alienar y de “llenar la cabeza” de sus hijes. Pueden ser adultos en general, pero son centralmente madres y mujeres. El adultocentrismo es un problema porque repite la lógica de discriminación, es como si la voz de un niño o niña tuviera menos valor, o pudiera verse afectada por algo falso como el SAP, de la misma manera que se desacredita la voz de las mujeres que denuncian. El SAP acompaña una lógica que es la social, sostenida en los juzgados, sostenida en los medios, sostenida en las diferentes instituciones de este sistema. Por eso, la única forma de desbaratarlo tiene que ver con la organización feminista o de las mujeres, mamás protectoras, y con lograr que, en esa organización, en la fuerza colectiva, nuestra voz tenga peso. Por supuesto que también hay una batalla que es académica, dar a conocer que el SAP no tiene sustento teórico en términos de síndrome y que por eso no puede ser utilizado como tal.

 

APU: ¿Por qué es un error afirmar que el ASI se puede "prevenir"? ¿Qué rol juega la ESI?

YC: Trabajar en la prevención es trabajar por un mundo sin violencia de género, esa es la verdadera prevención, que no existan abusadores, pero para eso todavía nos falta mucho como sociedad. En relación a las herramientas que niñes y adolescentes puedan tener para defenderse, tienen que ver con la ESI, desde luego, con la posibilidad de reconocer su cuerpo como propio, reconocer qué cosas les dan placer y qué cosas no y que su voz y su palabra tienen peso y tienen derechos. Lo que la ESI genera es la posibilidad de que una víctima de ASI pueda reconocer ese abuso y pedir ayuda lo más rápido posible a diferencia de cómo sería de no tener esas herramientas. Pero no podemos hablar de prevención porque un niño no puede “prevenir” ser abusado. El abuso siempre tiene un culpable y es el abusador. Entonces, si decimos prevención, terminamos depositando la responsabilidad en ellos. En una situación de abuso, el que domina la situación es un abusador, perverso, adulto, con poder, un niño o una niña jamás podría evitarlo. Lo que sí puede es, con herramientas, identificarlo y evitar que se sostenga en el tiempo y para esto es la ESI fundamental. 

 

APU: ¿Cómo se apoya a las mamás protectoras, o cuidadores en general, qué es lo que más se necesita?

YC: Lo fundamental para mí siempre fue reconocer que, a partir de que advertimos como mamás protectoras el abuso en la vida de nuestros hijos e hijas, se nos quiebra la vida, pero para elles es un renacer, es empezar a salir de la situación de abuso. Es un momento bisagra que se siente contradictorio: para nosotras es terrible enterarnos, pero para elles es la posibilidad de salvarse. Por otro lado, el acompañamiento tiene que ver primero con la información, con creerles y darles confianza. Que sepan que hay otra que ya lo pasó, que les cree y que juntas vamos a pensar las herramientas y la estrategia, porque el camino va a ser largo y lleno de obstáculos, pero reparatorio también.

 

APU: ¿Cuál es el efecto de la reparación mediante arteterapia?

YC: En relación con el arte terapia que es mi profesión y me apasiona profundamente, yo siempre digo que el feminismo nos dio herramientas que tienen que ver con sentirnos espejadas en las otras, con poder, al escuchar a la otra sanar yo, reconocer las propias violencias cotidianas y correrse de eso. El arte es un espejo también, un espejo de lo que nos pasa en el mundo interior; la expresión puesta en cualquier herramienta artística, cualquier lenguaje artístico, nos permite vernos y hacerlo desde un lugar creativo, desde un lugar que nos genera vida, que nos genera placer. De esa manera, el arte y el feminismo como nuestro lugar de pertenencia, se complementan en el arteterapia de alguna manera.

APU: ¿Por qué es importante que esta reparación nos “pase por el cuerpo”?

YC: A nosotras nos dañan las posibilidades de una vida libre. Nos dañan, nos atacan y nos lastiman el cuerpo aparte de las psiquis, aparte de las emociones, aparte de los proyectos, etc. Y el cuerpo no es un motor que lleva nuestras vidas, en el cuerpo está toda nuestra historia, nuestro sentir, etc. Por eso, trabajar el cuerpo es trabajar-nos, trabajarnos a nosotras mismas, sin separación. En realidad, la disociación la provocan los abusos. Cuando una mujer es abusada es alejada de su cuerpo. Su cuerpo sufrió esa violencia y su psiquis necesitó volar lejos para poder soportarla. El trabajo mediante arteterapia tiene que ver con unificar, con ganarle a esa disociación que fue necesaria en ese momento para tolerar el abuso. Tenemos que poner los cuerpos de forma amorosa, poner los cuerpos de forma cuidada, poner los cuerpos de forma expresiva y creativa para recuperarlos y recuperarnos y eso se da de forma individual y colectiva en una construcción que es un ida y vuelta entre la vida privada y la vida política.

 

APU: ¿Qué implica la reparación colectiva? ¿Por qué nos necesitamos en red?

YC: Cualquier forma de violencia de género se repara y se sana de forma colectiva, amorosa, entre quienes fuimos ubicados en un lugar relegado por la sociedad y nos juntamos para romper con ese lugar y poder tener una vida lo más libre posible. Eso sólo lo podemos construir juntas, porque el patriarcado es violento, y si no nos sostenemos como ejército no hay forma de vencerlo. Este ejército no puede ser reproductor de las violencias a las que nos someten, sino todo lo contrario. Entender el abuso sexual en la infancia es también reconocer que existe ese modo de reparación.  

 

APU: ¿Qué significó la publicación del libro? ¿Cómo fue la experiencia de la presentación en el último Encuentro?

YC: El libro es el resultado del trabajo colectivo que venimos haciendo hace años. Así como el manual habla de la detección y unas primeras herramientas para la intervención inmediata, este libro efectivamente puede dar cuenta del acompañamiento integral a largo plazo, que básicamente nuestro trabajo. El objetivo es que sea una herramienta útil para quienes empiezan a recorrer este camino, a partir de reconocer su propio abuso en la infancia o porque les toca ser mamás de niñes o adolescentes que están siendo víctimas de abuso en este momento, en el libro van a encontrar información concreta sobre cómo va a ser ese proceso. A la vez, es útil también para quienes acompañan: psicólogas, abogadas, docentes y cualquier persona que esté en un ámbito personal, amistoso o de trabajo que va a acompañar este camino encuentra en el libro herramientas útiles. Para nosotras fue muy emocionante concretar la publicación, y no sólo era importante que exista, sino también que fuera hermoso. Siempre decimos que la única forma de sobrevivir en esta temática es ponerle humor, ponerle arte, ponerle belleza. Y eso es posible si ponemos la atención en la única parte bella que es que estamos juntas y en que la reparación es posible. Es lo que se dio en la primera presentación en el Encuentro Nacional, fue realmente muy movilizante poder presentar el libro en ese contexto, en donde, además, surgió Mundanas. Por otro lado, fue un mimo muy importante que nos acompañara Thelma Fardin. Yo personalmente había tenido varias conversaciones y encuentros con Thelma al principio, antes de que ella hiciera la denuncia y la acompañamos desde el amor y la militancia. Que estuviese presente fue hermoso por parte de ella, pero sobre todo por lo que su denuncia implicó socialmente. También estuvo presente Liliana Hendel, que prologa el libro y es una referente histórica de la lucha contra el SAP, fue muy importante que estuviese.

 

*Por decisión de la entrevistada esta entrevista utiliza lenguaje inclusivo.